La UNAM, en manos de los mejores, considera
Rivero Serrano se manifiesta por la aristocracia
académica
Una institución educativa gobernada con populismo y criterios políticos,
un desacierto, dice el ex rector
KARINA AVILES
En el último día de trabajos del ciclo de
conferencias El Debate de la UNAM, organizado por la Comisión Especial
del Congreso Universitario (CECU), el ex rector Octavio Rivero Serrano
se manifestó por una universidad que quede en manos de la "aristocracia
académica" y no del "populismo" o de las ideas plebiscitarias. Señaló
que cualquier decisión que menoscabe el perfil académico
constituye una "contrarreforma de consecuencias funestas para la institución".
Por su parte, el investigador Imanol Ordorika afirmó
que el régimen político y la organización del gobierno
universitario constituyen un sistema de autoritarismo, presidencialismo
y corporativismo. Afirmó que el congreso "no marcha", porque está
convocado por organismos que no tienen legitimidad, y además pretenden
mantener el control sin hacer verdaderas modificaciones.
Varios académicos universitarios se manifestaron
por reformas profundas a los órganos de gobierno, e incluso, hablaron
de la desaparición paulatina de la Junta de Gobierno (JG).
En la discusión y en medio de cuatro interrupciones
por un reducido grupo de ex miembros del CGH, al igual que en las sesiones
anteriores, algunos universitarios consideraron que dados los requerimientos
organizativos y los tiempos políticos será difícil
que el congreso se realice durante este año, y si se prolonga hasta
2003 las condiciones serán aún más complicadas debido
a que es un año electoral.
"No creo que este año haya congreso", admitió
el director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Fernando
Pérez Correa, e indicó: "si no hay un acuerdo completo y
circunstanciado también veo muy difícil" que dicho acto se
efectúe el año próximo.
En una amplia exposición, Imanol Ordorika señaló
que el régimen político y la organización del gobierno
universitario son autoritarios, porque sólo los ya incluidos en
el sistema tienen capacidad de competir, porque tienen una ideología
vaga en donde "todo mundo hace política arriba pero los otros no
pueden" y porque hay un liderazgo de carácter presidencialista.
El rector, abundó, tiene atribuciones ejecutivas,
legislativas y judiciales, y además de todo, mediante la figura
del abogado general, ''interpreta la ley''. Indicó que hay tres
elementos que son la clave para la integración de los espacios nodales
del poder político de la universidad: las relaciones familiares,
las políticas y el prestigio académico.
Por lo anterior, dijo que es necesario hacer ''un trastocamiento''
de las relaciones para realizar los cambios, y se manifestó por
trasladar el poder de decisión a la academia. Por otro lado, planteó
una universidad concebida en la lógica de departamentos que fusionen
y no dividan las áreas de la investigación.
Ex rector provocador
En otra mesa, el ex rector Octavio Rivero Serrano afirmó:
''no quisiera ni imaginar la ley orgánica en manos" de los legisladores,
porque para su modificación "nunca ha habido una coyuntura buena,
pero la actual es la peor".
Ante la pregunta de la profesora María Esther Navarro,
quien le dijo que el término de aristocracia académica es
"de la colonia y hoy estamos en 2002", el ex rector respondió que
dicho concepto lo empleó casi ''como una provocación'', y
aunque a algunos les da alergia, a él no.
El gobierno de la universidad "es el de una minoría
ya preparada, experta, con experiencia, gobernando en beneficio de la mayoría,
inexperta, que acude a la institución para prepararse", agregó.
Además, dijo que "la legitimidad de la autoridad
universitaria se da cuando los elegidos son los mejores, los más
sabios, los más expertos en la vida universitaria y cuando en los
procedimientos de su elección participan también los más
sabios, los más expertos, en la vida de la institución".
El populismo y la organización plebiscitaria, dijo,
acabó con muchas universidades en América Latina y muchos
quieren repetir la historia porque "están interesados en llegar
al poder con fines políticos". Una organización de la universidad
de carácter político sería un "desacierto, una regresión
de funestas consecuencias".
Apuntó que "si se plantean cambios", un requisito
fundamental es conservar el carácter académico de la institución,
pues cualquier decisión que menoscabe ese perfil "representaría
un retroceso, una contrarreforma de consecuencias funestas a la institución".
Dijo que la ley orgánica no se ha modificado, pero
ha permitido que el instrumento principal de gobierno se modifique conforme
se ha necesitado, y añadió que las leyes actuales ''son espléndidas''
porque fueron concebidas para una comunidad de 20 o 30 mil individuos y
han funcionado para una comunidad 10 veces mayor: "las leyes no están
rebasadas, lo que está rebasado es su operación".