Jorge Carrillo Olea
México ante el efecto Bush
El pasado martes 16 de julio el presidente Bush, rodeado de su gabinete, presentó en el jardín de la Casa Blanca su proyecto de estrategia contra el terrorismo mediante la creación de un nuevo departamento: el de Seguridad Interior; Homeland Security es su nombre en inglés.
El Congreso ya había sido anticipado. Las reacciones iniciales en el Capitolio han sido diversas: la fracción republicana manifestó abierto apoyo, la demócrata demandaba mayor información y hubo quienes se oponían abiertamente al proyecto. A finales de julio Bush logró en la Cámara de Representantes una votación de 295 a favor de un total de 427 votos emitidos, esto es, casi 70 por ciento. Se estima que el nuevo departamento no tendrá vida propia antes de septiembre y que será operativo hasta enero próximo.
Sin embargo, las facultades que en conjunto ejercerá ya se encuentran vigentes en los más de 10 departamentos que entregarán atribuciones y recursos, por lo que ha sido fácil para Bush, desde el 11 de septiembre, endurecer el ejercicio de ellas. Esto ya es absolutamente perceptible para la Secretaría de Gobernación, para la cancillería mexicana, para todo el que intente un trámite en nuestra frontera norte, para quienes viajan por vía aérea y para nuestros exportadores.
Los efectos para todo país que tenga relaciones con Estados Unidos demandan una cuidadosa reflexión para definir y defender sus propios intereses ante la renovada hegemonía estadunidense. Si se equivocan en el diagnóstico, si se acobardan en las respuestas, el costo histórico para tal país será de enormes proporciones. Para México estos efectos, aún no calculados a fondo, se están concretando en uno de los fenómenos de la relación bilateral que Estados Unidos percibe como un jinete del Apocalipsis: los movimientos migratorios.
Los flujos legales se ven sujetos ahora a requisitos tan rígidos como disuasorios. Los arrendamientos de vivienda, solicitudes de crédito, ciertas adquisiciones y la libertad de tránsito para personas con ciertas características étnicas se han endurecido ofensivamente, esto afecta severamente al turista, al aspirante a estudiante o al hombre de negocios. En el país de las facilidades, hoy abrir una cuenta bancaria requiere casi del acuerdo del consejo de administración de la institución.
Es una justa exigencia que se haga pública una insistente demanda estadunidense: que los viajeros en vuelos directos México-Estados Unidos desahoguen sus trámites migratorios de ingreso antes de salir de México. Eso quiere decir que delegaciones del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos operarán en los aeropuertos mexicanos de salida, aceptando o rechazando a los no estadunidenses su legal ingreso a aquel país. Un acto de autoridad extranjera ejecutado en territorio nacional.
Los flujos ilegales, mexicanos y no -y aquí se comprueba el fracaso de la nueva política-, siguen y seguirán sin remedio constantemente al alza. Es históricamente una verdad, y lo estamos viendo en Europa, que las corrientes migratorias son indetenibles. Son la esencia misma de la historia del hombre, esto a pesar de que a lo largo de la frontera y sobre todo en los pasos fronterizos, es evidente la presencia de nuevas autoridades y el aumento del número de las tradicionales.
Consecuencia mayor de esto será que el proyecto de Fox, buscar la regularización de millones de mexicanos ilegales en Estados Unidos, manejado con imaginación, empeño y bastante fantasía desde que era presidente electo, es ya solamente un remoto recuerdo de su administración.
El comercio y el transporte, que son hermanos siameses, están empezando a sufrir golpes contundentes. Los avances, que eran muy discretos, para que se acataran los supuestos del TLCAN en materia de libre tránsito de vehículos de carga están suspendidos. Los vehículos a rueda mexicanos no podrán cruzar la frontera y nuestros ferrocarriles no existen. Vehículos de transporte de carga y pasajeros estadunidenses son ya parte del paisaje en nuestro territorio, y los ferrocarriles pronto aparecerán al habérseles vendido los nacionales a capitales mixtos mexicano-estadunidenses.
Inventivos como son los estadunidenses están evadiendo cualquier demanda compensatoria mexicana constituyendo y comprando empresas de autotransporte en México, o sea, que no son formalmente estadunidenses. Ello con la indiferencia de las autoridades responsables.
Para vigilar con medios electrónicos la faja fronteriza y filtrar el masivo movimiento de personas y bienes de sur a norte, están creando puntos de cruce fronterizos altamente tecnificados. Todo esto sólo como una primera parte de su proyecto ya hecho público de crear la llamada frontera inteligente, el cual no podrá ser compartido con México, ya que carecemos de los recursos costosísimos para asumir lo que sería la parte correspondiente. Así, este proyecto fronterizo, que por ello debiera ser participativo, será estrictamente estadunidense.
Como efecto general podría decirse que la relación bilateral se endurecerá a extremos hoy no estimados, no sólo ante lo descrito, sino ante las crecientes exigencias de Estados Unidos de apoyo y solidaridad ante todo lo que perciba como amenaza interior o exterior para el nuevo imperio. La gran disyuntiva para nuestro país será contrarrestarlos en la medida de lo posible o, lo que sería fatal, aceptar con resignación la hegemonía del Destino Manifiesto, ya proclamada por el presidente Fox y su canciller.
ƑNo es un signo ominoso de ello los nuevos requisitos impuestos para obtener una simple visa de turista? (consultar www.usembassy-mexico.gov) ƑNo es un signo ominoso la instrucción de la cancillería al delegado ante Naciones Unidas de revocar su voto, emitido en apego a los principios de nuestra política exterior y cambiarlo aceptando que los militares estadunidenses en territorio extranjero nunca serán penalmente responsables por cualquier violación a los derechos humanos universalmente aceptados?