Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 19 de agosto de 2002
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Mundo

Robert Fisk

Producciones Bush se prepara para entrar en acción

Siempre he enloquecido con las producciones épicas proyectadas a toda pantalla. Desde que mi papá me llevó a ver Quo Vadis -que concluye con la imagen del centurión Robert Taylor caminando hacia donde será ejecutado llevando del brazo a su novia- no me he bajado de la montaña rusa cinematográfica.

Mi papá no hacía gran distinción entre estas grandes películas y las producciones de serie B, y para él, Hércules sin Cadenas estaba en la misma categoría que Ben Hur y Espartaco.

Fue esa extraordinaria suspensión de la incredulidad que proporciona el cine la que me llevó a ver Titanic, Pearl Harabor y Gladiador. Puede que sean pésimas, pero indiscutiblemente son espectaculares.

Pero lo más importante, me decía mi papá, era recordar que el cine no imita a la realidad. Los centuriones recién convertidos al cristianismo no caminaban alegremente hacia la muerte, ni el amor se erigió como el poder supremo en el Titanic. Los pilotos en Pearl Harbor no actuaron con tanto heroísmo, ni murieron tan jóvenes los perversos emperadores romanos.

Desde Boinas verdes, de John Wayne, las películas de guerra nos han mentido sobre la vida y la muerte.

Y después de los crímenes contra la humanidad en Nueva York y Washington, en septiembre pasado, supongo que era inevitable que el Pentágono y la CIA recurrieran a Hollywood para conseguir ideas. Sí, los muchachos de las películas fueron a Washington para hacer una poca de empatía con los príncipes de las tinieblas locales.

Pero cuando el vicepresidente Cheney y el secretario de Defensa, Rumsfeld, aparecieron juntos en la premier de La caída del halcón negro, realmente comencé a preocuparme.

Después de todo, y en vista de que la administración Bush es tan entusiasta respecto de la guerra, lo mejor es eliminar la diferencia entre Hollywood y la realidad. Aun así, lo que nos han estado dando es una versión cinematográfica de la realidad, un ensayo de ficción para justificar el prospecto de una "guerra sin fin".

Comenzó, por supuesto, con toda la perorata estúpida de las "cruzadas" de la "guerra contra el terror", y la "guerra contra el mal", así como la legendaria afirmación de que "ellos nos odian porque somos una democracia". Después nos tocó escuchar lo del "eje del mal", y más recientemente algo que hubiera sido increíblemente chistoso si esa basura no hubiera surgido de la Rand Corporation: "la semilla del mal".

Esto último, por cierto, se refiere supuestamente a Arabia Saudita, pero igualmente pudo haber sido Irán, Irak, Siria o cualquier lugar al oeste del Pecos.

Y mientras se nos somete a estas boberías, la historia está siendo falsificada. Hasta las películas policiacas sienten la obligación de proporcionar un móvil para el crimen, pero después del 11 de septiembre Producciones Bush no ha permitido que se discutan motivos. La identidad y vocación religiosa de los atacantes fue información permitida: eran árabes y musulmanes. Pero en el momento en que alguno de nosotros sugirió analizar de qué lugar provenían estos árabes -de una zona rica en injusticias, opresión, ocupaciones y muertes infantiles toleradas por la ONU- fuimos sometidos, como ya he denunciado en estas páginas, a una campaña de calumnias.

El número de enemigos de Bush en dicha región se incrementó hasta incluir no únicamente a Al Qaeda, sino también a Irak, Irán y sus aliados, y así se empezó a crear una fábrica de cuentos. En una conferencia de prensa en Qatar, estas mentiras empezaron a tejerse. Pero por favor tómese nota de que esto ocurrió tanto en el mundo árabe como en Occidente. En junio pasado, por ejemplo, teníamos a Donald Rumsfeld diciendo mentiras sobre Irán, cuando afirmó que los iraníes "se están involucrando en actividades terroristas y trasladando gente a través de Damasco con destino al valle de Bekaa. Han albergado a Al Qaeda y ayudado a este movimiento a salir de Afganistán y a cruzar Irán".

La implicación era que los hombres de Al Qaeda estaban siendo enviados a través de una especie de embudo hacia Líbano, con ayuda de Irán y Siria. Sin embargo, sabemos que Irán, lejos de estar "trasladando" a hombres de Al Qaeda a Siria, los ha estado empacando para enviarlos a Arabia Saudita, donde serán encarcelados y, seguramente, ejecutados.

Sabemos que los sirios tienen encarcelado a un importante funcionario de Al Qaeda. Los estadunidenses han admitido todo esto de una forma u otra. Y salvo 10 libaneses que se esconden en un campamento palestino -que si bien simpatizan con Al Qaeda, podrían nunca haber tenido contacto con dicha red- no hay un solo seguidor de Osama Bin Laden en Líbano.

Por lo tanto, Hezbollah, la guerrilla chiíta en Líbano, tenía que ser objeto de ataques. El Washington Post lo logró en julio pasado, cuando publicó: " La organización Hezbollah, que opera en Líbano y que es uno de los más formidables grupos terroristas en el mundo, se asocia cada vez más con Al Qaeda en materia de entrenamiento y logística para operaciones terroristas, según funcionarios de la inteligencia estadunidense y europea, así como expertos en terrorismo".

Esta estupidez fue obra de Steven Simon, quien alguna vez trabajó para el Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, y que además tuvo a bien anunciar: "Existe entre ambos grupos una convergencia de objetivos. Existe algo en el zeitgeist en torno a ellos que podemos dar por establecido en estos momentos".

El problema es que se trata simplemente de una mentira, con todo y el zeitgeist.

El Washington Post ya había incluido a los palestinos entre los enemigos de Estados Unidos -citando nuevamente como fuente a "expertos en terrorismo"- cuando el diario informó a sus lectores, en mayo pasado, que "el número de ataques suicidas antisraelíes de la primavera ha incrementado el temor entre expertos en terrorismo de que esta táctica pueda exportarse hacia Estados Unidos".

Un manejo similar se usó originalmente para presentar a Saddam Hussein como aliado de Al Qaeda. En marzo pasado el director de la CIA, George Tenet, sostuvo que Bagdad "también ha tenido contactos con Al Qaeda", si bien matizó este flaco argumento al agregar que "la antipatía que ambas partes demuestran contra Estados Unidos y contra la familia real saudita sugiere que es posible una cooperación táctica entre ellas". Nótese la discrepancia entre "también ha tenido contactos" y "es posible".

Acerca de Cisjordania, Rumsfeld habló sobre los "llamados territorios ocupados", con lo que demostró que está a un paso de la absurda columna que publicó William Safire en el New York Times en marzo pasado, en la cual nos aconsejó no llamar ocupados a los territorios ocupados. "Llamarlos ocupados revela un prejuicio contra el derecho de Israel a gozar de lo que se supone deberían ser 'fronteras seguras y defendibles'", escribió.

Ahora tenemos a Condoleezza Rice, la asesora de Seguridad Nacional de Bush, diciéndonos que "Arafat es alguien que no logró liderar cuando tuvo la oportunidad. Ehud Barak le dio una oportunidad maravillosa para mostrar ese liderazgo ƑQué fue lo que hizo? Comenzó una segunda intifada y rechazó la mano que se le ofrecía como muestra de amistad".

Ahora bien, es cierto que el conocimiento de Rice de Medio Oriente parece difuminarse al paso de las semanas, pero esta palpable falsificación es ahora la línea de Washington. Esto sin mencionar que, como se habrá notado, se supone que Arafat tenía que haber "liderado" aceptando la soberanía israelí sobre toda Jerusalén, absteniéndose de mencionar el "derecho al retorno" de un solo refugiado, y evitando hablar de los asentamientos israelíes construidos ilegalmente al este de Jeursalén. El liderazgo se tenía que haber reflejado en que Arafat permitiera zonas de contención israelíes de 15 kilómetros de ancho en torno a "Palestina", y que de esta última zona los palestinos tuvieran soberanía sobre 46 por ciento del 22 por ciento que los israelíes estaban dispuestos a concederles.

No es difícil ver lo que está sucediendo. Al Qaeda no es el único "enemigo". También lo son Irak, Siria, Líbano, Palestina y Arabia Saudita. Producciones Bush está incluyendo a todo el mundo árabe en su elenco de villanos. Y a nosotros nos están preparando para una película épica a toda pantalla, un espectáculo apoyado en la ficción hollywoodense y en un guión de mentiras.

Desgraciadamente, mi papá ya no está con nosotros y no puede recordarles a todos ellos que el cine no imita a la realidad y que las películas de guerra mienten sobre la vida y la muerte.

©: The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

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