Construir puentes entre son y música de concierto, fin
Estrena Jesús Echevarría sus Cantes huastecos, ciclo de 10 composiciones
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Tamazunchale, SLP, 18 de agosto. De nueva cuenta, puntuales, cientos de tamazunchalenses ocuparon los lugares bajo la enorme carpa frente al Jardín Juárez o se instalaron en los alrededores para asistir a un espectáculo sin precedente: un concierto de cámara para el estreno mundial de los Cantes huastecos, de Jesús Echevarría.
Ejecutado por el mismo Echevarría en la jarana y el Cuarteto de Cuerdas Carlos Chávez, este ciclo de diez canciones fue interpretado por el tenor Flavio Becerra y la soprano Lourdes Ambriz, quien mostró sus cualidades vocales e histriónicas para conquistar al público atento de este séptimo Festival de la Huasteca.
De manera paulatina pero aún inadvertida por muchos, Echevarría construye puentes entre dos culturas y tradiciones artísticas distintas, el son huasteco y la música de concierto para este caso.
Los Cantes huastecos se suman ahora a otras obras suyas en esa vertiente de fusiones que abrevan en la música popular, como la Canasta de frutas mexicanas, la Suite Huasteca y la Suite tarasca, todas estas ya grabadas.
Pero, Ƒqué significa para estos creadores interpretar su música en una plaza pública, cerca de puestos de ropa, aguas frescas y golosinas?
"Desde el festival de Jalpan de Serra, donde nos presentamos en una iglesia, pedimos que nos pusieran en el foro popular, porque queremos tocar para la gente y no para un grupito selecto que asiste a la música de cámara", dice Echevarría en entrevista.
Los Cantes huastecos, explica, siguen la idea de los ciclos de Schubert, quien hilaba varias piezas bajo una temática, pero siempre con una calidad poética.
"Estos cantos son parte de un lenguaje de composición que he estado empleando, a la usanza de los maestros barrocos que tomaban las danzas populares de la época como estructura base para hacer sus obras.
"La idea es diferenciar cada pieza, movimiento o huapango como si fuera una danza, con un ritmo. Hay unos huapangos más rápidos que otros, atravesados, en tono menor, y en sí nos presentan una variedad. Primero compuse las letras y luego la música."
Echevarría da un ejemplo. "A la primera canción, que es El pregón, le puse entre paréntesis leva, un huapango que se usa mucho para presentar y tiene elementos que yo recreé, como el alarde del cantador con su voz, su falsete o su capacidad de improvisar".
Resume: "Se trata de una fusión entre elementos de música formal, principalmente el barroco y sus técnicas, como el contrapunto, y algunas concertantes, con las danzas del huapango".
Recuerda además que durante el festival la violinista Beata Kukawska impartió un taller a músicos populares, experiencia enriquecedora para ambos y que podría intentarse quizá en otras áreas, como el canto.
Para Lourdes Ambriz, por su parte, esta experiencia es de algún modo como pasar de un universo a otro, además de provocarle un gusto enorme.
"Como técnica vocal, lo que esta música me puede aportar es salud a la garganta. Si uno es capaz de cantar estos sones tan agudos sin lastimarse, es porque debe estar muy sano. Como persona me aporta frescura, un gozo por la vida y una convivencia increíble con la gente".