Acabar con el sistema de patentes de medicamentos, propone investigadora
Prevén rebatiña en el mercado farmacéutico
MARIA RIVERA
La guerra de los medicamentos que se vive en México es sólo un episodio de una campaña de mayor alcance, afirma la investigadora Silvia Ribeiro, pues la industria farmacéutica trasnacional se encuentra en un acelerado proceso de concentración -las 10 principales empresas controlan 47 por ciento del mercado mundial, cuando hace una década tenían 29 por ciento- y no está dispuesta a ceder espacio alguno; su objetivo principal son las firmas nacionales del sector, pero de manera indirecta también van tras la medicina tradicional.
El nivel de ganancias de esas compañías es impresionantemente mayor al del resto de las industrias, señala Ribeiro, y relata que cuando las autoridades de Sudáfrica decidieron comprar grandes cantidades de genéricos a la India para atender a 20 por ciento de su población afectada por el virus del sida, un bloque de 42 empresas farmacéuticas levantó su protesta para impedir la transacción.
Estados Unidos y la Unión Europea se sumaron al descontento. Alegaron que ningún país debe pasar por encima de tratados comerciales. Sin embargo, un amplio movimiento de solidaridad con los sudafricanos, encabezado por Médicos sin Fronteras, inclinó la balanza a su favor.
Al ver que su imagen quedaba deteriorada ante la opinión pública, cinco farmacéuticas ofrecieron rebajas que iban de 60 a 80 por ciento. El gobierno estadunidense se sumó a esta acción, concediendo un préstamo extraordinario, con tal de que los sudafricanos no sentaran precedente. Se realizó la transacción comercial. Todos hablaron de humanitarismo.
Al tiempo un estudio de la ONU dio a conocer que aunque el descuento hubiera sido de 90 por ciento, todavía eran 10 veces más caros que los genéricos de India. "Aquí queda claramente demostrado el margen de ganancia que tienen estas empresas", resume la investigadora.
Privatización de conocimientos colectivos
Otro punto que destaca es que el proceso de concentración de las farmacéuticas no se circunscribe a su mismo sector. Algunas son también las mayores productoras de agroquímicos y semillas, y están fusionándose con las más importantes cadenas de supermercados. "De tal modo que dos de los aspectos más importantes de la vida, alimentación y salud, están quedando en sus manos."
Pero la también activista de ETC Group -organismo no gubernamental internacional dedicado a monitorear erosión, tecnología y concentración- pone particular énfasis en el sistema de patentes, la parte más cuestionable de la industria farmacéutica trasnacional desde su perspectiva. Explica que por este medio se privatizan conocimientos colectivos y se desalientan las investigaciones; además se viola la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que garantiza el disfrute colectivo del progreso científico.
Recuerda que la industria farmacéutica depende de manera fundamental de los conocimientos indígenas directos o indirectos. Cuando los investigadores de esas empresas viajan a las selvas para realizar su trabajo no lo hacen a ciegas, analizando cada planta, sino que parten de una determinada orientación, que puede provenir de curanderos, chamanes o gente común.
"Cuando patentan sus hallazgos dicen que fue porque descubrieron determinado tipo de sustancia que los indios desconocían, pero frente a 10 mil años de saber colectivo, 10 años de investigación en un laboratorio no tienen punto de comparación. Privatizar un conocimiento que era público se llama biopiratería."
También sostiene que esos mecanismos, lejos de incentivar la investigación, la desestimulan. Muchos de los trabajos sobre cáncer o sida, entre otros casos, no pueden avanzar porque al llegar a una determinada secuencia genética resulta que está patentada por alguna empresa, lo cual bloquea a laboratorios y universidades públicas.
Todos estos datos, concluye, demuestran que el verdadero interés de las transnacionales no es la salud, sino su beneficio económico. "La mayoría está abocada a estudiar padecimientos de los países desarrollados, que resultan redituables, mientras que las enfermedades que atacan a la mayoría apenas son tomados en cuenta." Cita el informe sobre desarrollo humano de la ONU donde se señala que de las mil 223 nuevas drogas comerciales que se lanzaron al mercado entre 1975 y 1996, sólo 13 fueron desarrolladas para atacar enfermedades tropicales, y de estas, únicamente cuatro fueron producto de la investigación de la industria farmacéutica privada.
Ribeiro asegura que la única salida es acabar con el sistema de patentes. "Hay quienes hablan de competir de igual a igual, pero eso es imposible. Si alguien registra ciertas propiedades de una planta, las grandes farmacéuticas pueden tomar otros de los componentes y hacer lo mismo (...) En su terreno no hay forma de ganarles; hay que salirse de esa lógica."