REPORTAJE /TRES
FIGURAS ALADAS ERIGIDAS A LA LIBERTAD
El Angel de la Independencia no es el más antiguo;
hay dos anteriores
En París está el primero que se construyó;
en Berlín, el segundo
El monumento a la Independencia de México cuenta
con dos hermanos construidos muchos años antes, ubicados en dos
ciudades eruopeas. Están unidos por su sentido simbólico
y se han convertido en centros de protesta política y de diferentes
festejos
JORGE LEGORRETA ESPECIAL
Cada 15 y 16 de septiembre los mexicanos, investidos de
un nacionalismo poco visto en otras partes del mundo, celebramos en esta
ciudad una de las fiestas populares más vistosas y efusivas. Dos
son los sitios simbólicos que acogen nuestra memoria histórica:
el Zócalo, donde gracias a Maximiliano festejamos la noche del 15
"el Grito de independencia", y el Angel, monumento que tardó 57
años en construirse gracias a la terquedad de Porfirio Díaz.
Demos un repaso a la historia de un Angel que ha volado del Zócalo
hasta el Paseo de la Reforma envuelto en los aconteceres del siglo XX.
Los antecedentes
En
1823, en tiempos del efímero emperador Agustín de Iturbide,
se erigió en Celaya, Guanajuato, el primer monumento a la Independencia
de México, diseñado por el arquitecto Francisco Eduardo Tres
Guerras; se trata de una columna con capitel corintio coronado con el símbolo
de nuestra bandera: un águila devorando una serpiente. Posteriormente,
en plena inestabilidad política de aquellos tiempos, se convocó,
en 1843, a un concurso para edificar un gran monumento en el centro de
la Plaza de Armas de la ciudad de México, el cual fue ganado por
un arquitecto francés de nombre Enrique Griffón; pero Santa
Anna, como era obvio y quizá por el acoso de los imperios europeos,
lo rechazó y mandó hacer otro concurso que ganó el
arquitecto Lorenzo de La Hidalga. Este proyecto aparece en una pintura
de Pedro Gualdi de 1843, en la que se destaca, en la plaza, la gigantesca
columna coronada no por un águila, sino por una figura alada con
las manos abiertas. Los avatares militares impidieron concluirlo, y se
construyó sólo el zócalo, que dio origen al nombre
popular con que se conoce desde entonces nuestra Plaza de la Constitución.
En 1864, Maximiliano desempolvó el proyecto y le
encargó a Ramón Rodríguez Arangoity la remodelación
integral del Zócalo, obra en la que participó el proyecto
original del arquitecto De La Hidalga; esto es, una columna rodeada con
esculturas de los héroes de la Independencia y coronada con una
figura alada. Aunque producto de las críticas sobre la similitud
que existía en los proyectos con la Columna de Julio en París,
Maximiliano propuso como remate un águila imperial, rompiendo una
cadena y remontando el vuelo; Carlota, en ausencia de su consorte, colocó
la primera piedra (Testimonio artístico de un episodio fugaz,
Esther Acevedo (art) INBA, 1995). La llegada de Juárez y la restauración
de la República impidieron nuevamente su edificación. Los
planos originales de tal remodelación con todo y monumento se conservan
en la Mapoteca Orozco y Berra, ubicada en Tacubaya.
Los intentos prosiguieron. El 23 de agosto de 1877, durante
los primeros años del porfiriato, se convocó a un concurso,
aprobado en mayo de 1878, pero no se llevó a cabo. Otro intento
de construirlo fue la convocatoria publicada el 29 de enero de l886. El
proyecto ganador, paradójicamente 40 años después
de la invasión por Estados Unidos, fue el de los arquitectos Cluss
y Schultze, de ese país, pero tampoco se realizó.
Don Porfirio, terco, siguió insistiendo. En 1900
la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas encargó
al arquitecto Antonio Rivas Mercado el proyecto previsto a edificarse en
la cuarta glorieta del Paseo de la Reforma. Como en ese entonces casi todo
se obedecía, éste sí se construyó. Llama la
atención sobremanera la similitud de su diseño con el proyecto
de 1843 de Lorenzo de La Hidalga. Rivas Mercado diría que fue realizado
"siguiendo la tendencia de los grandes pueblos que levantaron columnas
a sus héroes y a sus triunfos, como la de Alejandría, en
honor de Alejandro, y las de El Incendio de Londres; de Napoleón
en Bolougne; la Alejandrina en San Petersburgo; la Antonina en Roma, y
la Vendóme en París (....)" El proyecto, que se decidía
por fin por una figura femenina alada, fue publicado en la revista Mundo
Ilustrado del 12 de mayo de 1902. Todas las esculturas en mármol
y bronces fundidos del monumento fueron realizados en París y Florencia,
incluyendo la original del Angel; su autor fue Enrique Alciati, escultor
italiano que llegó a México hacia 1895.
Los hermanos mayores del Angel
Nuestro orgullo, el Angel de la Independencia, no es,
como algunos creen, único en el mundo y ni siquiera el más
antiguo. En Europa existen dos construidos con anterioridad: uno está
en París; el otro, en Berlín. A los tres los hermana no sólo
la forma y altura, no mayor de 50 metros, sino su sentido simbólico
de libertad e independencia; además, cada uno en su ciudad concentra
hoy día los movimientos sociales de resistencia, la protesta política,
los festejos juveniles tecnos y hasta los triunfos futboleros que
fortalecen el nacionalismo.
El hermano mayor de nuestro Angel, o primero en construirse,
fue el de París, exactamente en la plaza de la Bastilla, donde existió
la famosa cárcel destruida durante la revolución francesa
de julio de 1789. El monumento, conocido como la Columna de Julio, se construyó
entre 1830 y 1840 en honor a los revolucionarios muertos durante la insurrección
de julio de l830; algunos yacen allí y sus nombres se encuentran
inscritos en la base de la columna rematada por un capitel. Un ángel
dorado y desnudo -este sí hombre-, afianzado en un solo pie sobre
un globo, intenta elevar el vuelo sosteniendo una cadena rota en la mano
izquierda. El parecido con el de México es digno de anotarse.
El caso de Berlín tampoco es tan distinto. Con
el nombre de Columna de la Victoria, el monumento que hay en esa ciudad
fue construido entre 1870 y 1873 con motivo de la unificación del
estado prusiano, posterior a sus victorias militares. Por ello no es, como
en los casos de París y México, un mausoleo. De su sitio
original frente al famoso parlamento del Reichstag fue trasladado en abril
de 1939, con motivo del 50 aniversario del nacimiento de Adolfo Hitler,
hasta una glorieta del parque Tiergarten. El Angel alemán que remata
la columna es una figura dorada femenina de fuertes rasgos, coronada por
un casco militar; se sostiene también en un solo pie, pero en la
mano izquierda empuña una guirnalda y en la derecha un bastón
de mando. Ambos hermanos, el de París y el de Berlín, fueron
sin duda inspiración del Angel mexicano, pues se construyeron 80
y 35 años antes, respectivamente.
La tardía construcción y sus hundimientos
En
efecto, la primera piedra del monumento mexicano se colocó el 2
de enero de 1902 y tardó casi ocho años en concluirse. Su
edificación tuvo serios problemas debido a hundimientos de la cimentación
cuando la columna de piedra tenía más de 20 metros de altura
de sus 45 totales.
Así, de julio a noviembre de l907 dicha columna
fue desmantelada con todo y su pesada base para modificar la cimentación
original, agregando una "cama" de pilotes cilíndricos de madera
y concreto de 32 metros de profundidad; en esos trabajos participó
una comisión integrada por los ingenieros Gonzalo Garita, constructor
del Palacio de Correos; Manuel Gorozpe, Guillermo Beltrán y Puga
y Manuel Marroquín y Rivera.
Cuenta uno de los entusiastas constructores que en 1908
hubo una segundo acto para colocar "la primera piedra" y que nuevamente
fue enterrado el cofre original en 1902, que contenía el acta de
inicio firmada por don Porfirio, monedas acuñadas en 1901 y diversos
periódicos de la época (Construcción del monumento
a la Independencia, Martha Sastrias, editorial Aconcagua, 1995).
Así, en medio de los primeros vientos de la Revolución,
el 16 de septiembre de 1910, durante los festejos del centenario de la
Independencia, el monumento se inauguró pomposamente por Porfirio
Díaz, en presencia del gabinete en pleno acompañado de don
Salvador Díaz Mirón, el único poeta invitado. Sin
embargo, las ingenierías de principios del siglo solucionaron la
estabilidad del monumento, pero no resolvieron el hundimiento del subsuelo.
El Angel se ha convertido en uno de los ejemplos visuales
sobre el hundimiento de la ciudad; cualquiera lo puede comprobar. Una fotografía
de Hugo Bremhe de 1910, a pocos días de la inauguración del
monumento, lo capta con sólo nueve escalones del piso de la calle
a la base. Hoy tiene 14 más, agregados durante el siglo XX a medida
que el suelo a su alrededor se hundía como resultado de la extracción
del agua.
Personajes históricos plasmados
Empecemos
de arriba para abajo. El Angel es en realidad la representación
femenina de una victoria alada; en la mano derecha ofrece un laurel y en
la izquierda sostiene una cadena rota, representando el fin de la colonización;
mide 6 metros y medio de alto y es de bronce recubierto con láminas
de oro.
Existen diversas versiones, no ajenas a la especulación,
sobre la modelo. Aseguran que fue alguna de las dos hijas del autor del
monumento, Alicia o Antonieta, cuando viajaron con su papá hasta
París para inspeccionar las esculturas. (Antonieta, notable promotora
del arte vinculada con los ambientes intelectuales de la posrevolución,
se suicidó el 11 de febrero de 1931 en la catedral de Notre Dame,
en París). Otras versiones con mayor fundamento histórico
afirman que se trata de Ernesta Robles, una modesta costurera. Sea lo que
fuere, la cabeza original, destruida por el sismo del 28 de julio de 1957,
fue sustituida por los escultores José María Urbina y Sergio
Fernández y el fundidor Moisés del Aguila; el Angel reconstruido
de pies, busto y cabeza fue reinagurado otro 16 de septiembre, pero de
l958, por el presidente Adolfo Ruiz Cortines y el regente de hierro, Ernesto
P. Uruchurtu. Con la idea de diluir un poco la solemnidad de la historia,
el nuevo rostro del Angel -se asegura- fue el de Ana Bertha Lepe, seleccionado
de entre 200 que participaron en el casting (Elba Chávez,
Impacto,
2348), aunque otras versiones dicen que fue la misma Ernesta Robles, con
unos añitos de más. Vaya usted a saber; lo único cierto
es que los vestigios de la cabeza original se encuentran actualmente en
un edificio colonial del Gobierno del Distrito Federal, en República
de Chile 8.
A lo largo del fuste, o sea la columna misma, aparecen
los nombres de ocho personajes: Allende, Rayón, Aldama, Mier y Terán,
Matamoros, Victoria y Galeana, además de Iturbide, el controvertido
caudillo, según la época histórica que lo juzgue,
pues, acusado de traidor, fue pasado por las armas revolucionarias en 1824.
Al pie de la columna y en la parte central aparece Hidalgo
portando un estandarte y más abajo dos figuras femeninas: una, en
posición de reposo, es la Historia, consignando en un libro las
hazañas, el sacrificio y la gloria de los héroes, y la otra
es la Patria, ofreciendo a Hidalgo un laurel. Un poco más abajo,
sobre el primer piso de la base, rodean a la columna cuatro estatuas de
mármol: son Morelos, Guerrero, Mina y Nicolás Bravo, por
ese entonces, los héroes oficiales más importantes del movimiento
independentista.
Abajo de este conjunto escultórico destaca un león
cargado de laureles, que representa la poderosa voluntad del pueblo, la
majestad y la fuerza; lo guía un niño genio que representa
la obediencia, la dulzura o bien, el encadenamiento por la fuerza superior
de la ley. El león y el niño son, en palabras de Rivas Mercado,
"el pueblo fuerte en la guerra y dócil en la paz".
No todos los personajes son hombres
El
incipiente feminismo de la época logró plasmar la memoria
de cuatro portentosas esculturas de bronce sedentes (sentadas) al lado
de voluminosos obeliscos que representan la paz, la guerra, la ley y la
justicia. En el muro poniente del monumento aparecen también esculpidos
nombres de heroínas como Josefa Ortiz de Domínguez, Leona
Vicario y Mariana Rodríguez, aquella legendaria revolucionaria que
se enfrentó al ejército español con toda su familia.
Otra figura femenina es el perfil de la hija del autor
del monumento, Alicia Rivas Mercado, que aparece en la puerta principal
del mausoleo.
Pasemos a este recinto que es la tumba de diversos caudillos
revolucionarios de nuestra independencia. En el interior del mausoleo nos
recibe de frente un curioso personaje considerado por algunos historiadores
el primer padre de la patria. Es una escultura que representa a Guillén
de Lampart, también conocido como Lombardo de Guzmán. Este
interesante personaje irlandés, nacido en Wexford, llegó
a México en l640 con el propósito de independizar la Nueva
España de la metrópoli, y por esa revolucionaria idea fue
quemado vivo en 1659, después de permanecer preso 17 años
en las cárceles de la Perpetua, ubicadas en el edificio de la Santa
Inquisición de la Plaza de Santo Domingo. Acompañan a Lampart
tres nichos. En el central reposan los cráneos de Hidalgo, Aldama,
Allende y Mariano Jiménez, los cuales permanecieron durante 11 años
colgados en el patio de la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato.
En un nicho lateral, las cenizas de Guerrero, Guadalupe Victoria, Leona
Vicario, Quintana Roo y Mina, y en otro las de Morelos, Mariano Matamoros
y Nicolás Bravo. La mayoría de estos restos se encontraban
en la Catedral Metropolitana y fueron trasladados aquí el 16 de
septiembre de 1925 por el presidente Plutarco Elías Calles; con
ello, el monumento se convirtió en mausoleo.
La última obra realizada fue el nicho de la lámpara
votiva del arquitecto Federico Mariscal, inaugurada el 12 de mayo de 1929
por el presidente Emilio Portes Gil. En total se resguardan aquí
cuatro cráneos y ocho urnas con cenizas; es decir, los restos de
12 héroes nacionales de nuestra independencia y un osado revolucionario
procedente de tierras irlandesas.
Tiempos de transición
También el Angel transita por los nuevos tiempos
democráticos, presentes en el país desde finales del siglo
XX. Durante la segunda mitad de esa centuria, el Angel compartió
todo tipo de festejos futboleros, culturales, de protesta, fotos para bodas,
actos de victorias electorales y cientos de manifestaciones, cuyos resultados
eran a menudo el vandalismo y su destrucción física. Todo
ello sucedía, según afirmaron autoridades del Distrito Federal
de ese entonces, por el simple hecho de no saber exactamente qué
se resguardaba dentro del monumento.
Así, en un acto por demás inédito,
el 16 de septiembre de 1998 el mausoleo que resguarda los restos de los
próceres de la Independencia, que había permanecido cerrado
al público desde su inauguración, fue abierto en forma permanente.
El acto de apertura, al cual asistieron el presidente Ernesto Zedillo y
el jefe del gobierno del DF, Cuauhtémoc Cárdenas, simbolizó
la presencia compartida de un gobierno de la ciudad de México con
otras autoridades federales en el cuidado y la custodia de los símbolos
patrios.
Bibliografía utilizada. Altares de la Patria,
DDF, Dirección General de Acción Social, 1956. El ángel
de nuestras nostalgias, Loaeza y Martínez Assad, Plaza y Janés,
1998. Una victoria alada, Ponce Rivas Antonio, INAH, 1995.