El libro preparado por Claudia Gómez Haro se presenta el miércoles en Casa Lamm
Arreola y su mundo recoge charlas que el escritor dio en televisión
En las conversaciones incluidas en el texto, el autor de Confabulario se manifiesta como ser desarrollado que vive cada momento con asombro, dolor y humor, explica la escritora
CARLOS PAUL
El autor de Confubulario se asumía como ser desollado. Vivía cada momento en carne viva; con asombro, dolor y humor. Como buen juglar, conocía los senderos ocultos del gesto y la palabra. Su preciso y fértil lenguaje muchas veces se compaginó con el aleteo de su capa de terciopelo. Juan José Arreola fue un hombre cuya imagen, voz y pensamientos provocaban simpatía y admiración en quien lo escuchaba.
Su amplia cultura e imaginación, así como su vocación de espléndido maestro, destacó -quizás más que en ningún otro sitio- en Arreola y su mundo, programa de televisión trasmitido en 1990, en el que el escritor conversaba con Claudia Gómez Haro, actual directora de promoción y difusión de la Casa Lamm.
El propósito era que Arreola expusiera su ''mundo interior'': lo que poetas, escritores o pintores significaban para él. No se trataba de hacer un ensayo sobre Remedios Varo, por ejemplo, sino lo que ella le representaba.
Adverso a toda solemnidad, compartió su ''mundo interno'' durante 119 programas en vivo. No eran propiamente entrevistas, comenta Gómez Haro, sino charlas en las que se podía disfrutar de su talento como actor, de su amplísima cultura y fantasía, y de su vocación de generoso maestro.
Cuando la serie dejo de trasmitirse, recuerda la escritora, "decidí conformar un libro con aquellas conversaciones para aquellas personas que no tuvieron la oportunidad de verla. Intenté guardar el mismo tono de aquellos encuentros".
Luis García Leal, entonces director y productor de la serie, rescató el material. Luego la escritora Socorro Hinojosa "emprendió una exhaustiva transcripción de más de 200 horas".
Después ''realizamos un minucioso trabajo de edición con la intención de conservar no sólo la riqueza y precisión de su lenguaje, sino también el tono de la charla. El volumen, destaca Gómez Haro, ''es un intento de llevar al texto lo que la voz llevó a la imagen''.
Así nació el libro Arreola y su mundo, cuya importancia radica en el hecho de poder apreciarlo como conversador.
Su trabajo en la televisión, añade la autora, ''no deja de ser admirable. De entre los medios electrónicos fue en la televisión donde más sobresalió. Además, fue el primer escritor que se atrevió a entrar a ella, en un momento en que era bastante mal vista por algunos intelectuales.
''Arreola fue recibido en los hogares mexicanos con una mezcla de simpatía y admiración. Fue un hombre cuya imagen, voz y pensamiento eran radicalmente distintos a todos los demás que en aquel entonces y todavía ahora continúan utilizando un lenguaje poco eficaz desde un punto de vista literario.
''El llevaba a la pantalla sus vivencias, sus precisas y lógicas construcciones fantásticas; las afinaba y discutía, sin que los interlocutores (el televidente en este caso) se dieran cuenta. Es por eso que el volumen es una especie de biografía que debe ser leída entre líneas''.
Cuando hablaba sobre Ramón López Velarde, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Marcel Proust o Fedor Dostoievski, entre otros creadores y temas, Arreola ''reflejaba su singular manera de pensar y sentir. Incluso los pocos silencios tenían un significado. A veces cuando creíamos que se había dispersado, nos dábamos cuenta que no era así: esa dispersión sólo era aparente; volvía siempre al punto de partida de una manera increíble''.
A Arreola no le interesaba casi nada de las creaciones que surgieron en la segunda mitad del siglo XX, comenta Gómez Haro: "él decía que la literatura y el cine habían muerto con la Segunda Guerra Mundial, que él prefería releer a todos los clásicos que conocer lo nuevo".
También ''cuando intentábamos halagarlo nos decía: 'yo lo único que soy es un ser desollado', con lo que quería dar a entender que vivía en carne viva, con asombro y dolor a cada momento, pero con un sentido del humor impresionante; revelación que desde mi punto de vista define la sensibilidad de Arreola. Sensibilidad que lo llevó en cierta ocasión a comentarnos que uno de sus grandes pecados era no haber amado tanto como lo habían amado a él, y no lo decía de manera pretenciosa, sino porque lo consideraba una cosa terrible.
''Otra cosa que lo atormentaba -abunda Gómez Haro- era que nunca pudo hacer contacto al ciento por ciento con lo que llamamos modernidad o posmodernidad. Siento que fue un hombre que se quedó en la primera mitad del siglo XX, en la bella epoque, como él decía. Arreola no comprendía la banalidad de muchas cosas de la modernidad, pues sus raíces eran muy clásicas. Sin embargo, fue su gran poder de comunicación -mediante la palabra hablada- lo que hoy podemos considerar la continuación de su espléndida obra escrita".
Arreola y su mundo será comentado por Beatriz Espejo, René Avilés Fabila y Felipe Garrido el 16 de octubre a las 19:30 horas en la Casa Lamm (Alvaro Obregón 99, Roma). Se inaugurará también una exposición de fotografías "poco conocidas" de Arreola hechas por Carlos Bracho.