Evaluador, título de su reciente
obra publicada por el Fondo de Cultura Económica
Las letras guardan vínculos con los conflictos
de su tiempo, dice Jitrik
Nunca escribo con un objetivo claro, salvo cuando hago
periodismo, explica el prosista
''La labor de análisis tiene que ver con la paranoia
y la narración con la manía obsesiva''
CESAR GÜEMES
Los textos narrativos del prosista e investigador argentino
Noé Jitrik se caracterizan por sus nexos con el mundo social, y
su nueva novela, Evaluador (FCE), no es la excepción. Así
se lo explica el también autor de libros como Fin del ritual,
Los lentos tranvías y El callejón:
''Nunca escribo con un objetivo claro, salvo cuando hago
periodismo. Al trabajar en novela, poesía y ensayo es como si siguiera
una especie de programa interno que poco a poco va revelando sus pasos
sucesivos.
''Que una vez producido alguno de mis libros tenga relación
con alguna problemática de orden superior es porque casi todo lo
que uno hace está vinculado con los conflictos de su tiempo. En
este caso el tipo de problemas tiene que ver con la situación del
intelectual en esta sociedad occidental contemporánea, se relaciona
con los intelectuales de Brasil, Argentina, México, Francia, Inglaterra
o Estados Unidos."
Ser de palabras y papel
-Aun
así, escribir ficción en su caso ha de responder a cierta
necesidad.
-Diría que eso tiene que ver con los modos de la
literatura. En ocasiones me veo con la necesidad de hacer poesía,
no en el sentido romántico, sino como un modo de ver determinada
organización verbal. En otros momentos esa necesidad es la de organizar
palabras para que relaten algo. Por cierto, me tardo en encontrar ese modo,
no me resulta fácil. Ya cuando lo encuentro y tiene cierto carácter
concreto empiezo a organizarlo interior y exteriormente. Ha sido el caso
de este libro y de mis trabajos anteriores.
''No vivo la literatura de forma profesional, por decirlo
así. Hay escritores que hacen una novela sobre el sida, luego una
en torno de la tuberculosis y después una sobre los hospitales.
Hay escritores con programa, que sacan una novela cada año conforme
a lo que creen que el público espera. No procedo así. Para
mí cada libro es la resultante de un largo proceso en el cual la
necesidad va tomando forma y género.''
-El personaje principal de su novela, que bien podría
ser el protagonista, despierta lo mismo simpatía que distancia.
¿Cómo se las arregló para convivir con él?
-Bueno, es un ser de palabras y papel. Toma forma como
personaje, pero entendido como un lugar en el que se van depositando los
conflictos inherentes al ámbito de que se trata. En efecto, no es
estrictamente hablando un protagonista porque nunca realiza alguna acción
típica de los protagonistas. En la novela tradicional este tipo
de personajes, merced a lo que hacen, reciben recompensas o castigos, son
engañados y engañan, tienen pasiones.
''Aquí la noción de protagonista es diferente,
sólo es un espacio. Las situaciones que emanan del conflicto principal
se depositan en él. Ciertamente mi personaje hace un recorrido a
lo largo de varias situaciones, pero él no hace absolutamente nada
al respecto, es un ser pasivo. Creo que eso le da un carácter distintivo
porque ese tratamiento no es tradicional. Y me llevo bien con el personaje.
Me permitió trazar el dibujo de la novela, empezar y terminar.''
Variantes, no oposiciones
-Su trayectoria incluye la de analista serio en temas
literarios o de orden social. ¿Cómo ejerce la dualidad de
crear y llevar una vida de investigador?
-Es un cambio de actitud. La labor de análisis
tiene que ver con la paranoia, mientras que la narración se relaciona
con la manía obsesiva. El paranoico está siempre sobre lo
mismo, insistiendo en el detalle. Mi lado que corresponde a esa veta es
el que toma un tema y trata de llegar hasta el final, hasta aquello que
no se ve. Pero de pronto me domina una manía obsesiva y eso tiene
que ver con lo pasional; es entonces cuando me inclino hacia el relato.
Y trato de controlar la manía pasional.
''En Evaluador no hay ningún desborde, todo
está perfectamente tranquilo en la expresión. Ahora, no me
cuesta pasar de un estado al otro porque en realidad creo que siempre estoy
contando, aun cuando haga teoría. Cuando trabajo en un análisis
le estoy diciendo al escucha o lector lo que he encontrado, de forma que
en realidad cuento algo. Esa postura de narrador de pronto entra en una
estructura más clásica. Para mí el asunto es de variantes,
no de oposiciones entre una manera y otra de escribir o de presentarme
por medio de mis libros.''