Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de octubre de 2002
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Cultura
Evaluador, título de su reciente obra publicada por el Fondo de Cultura Económica

Las letras guardan vínculos con los conflictos de su tiempo, dice Jitrik

Nunca escribo con un objetivo claro, salvo cuando hago periodismo, explica el prosista

''La labor de análisis tiene que ver con la paranoia y la narración con la manía obsesiva''

CESAR GÜEMES

Los textos narrativos del prosista e investigador argentino Noé Jitrik se caracterizan por sus nexos con el mundo social, y su nueva novela, Evaluador (FCE), no es la excepción. Así se lo explica el también autor de libros como Fin del ritual, Los lentos tranvías y El callejón:

''Nunca escribo con un objetivo claro, salvo cuando hago periodismo. Al trabajar en novela, poesía y ensayo es como si siguiera una especie de programa interno que poco a poco va revelando sus pasos sucesivos.

''Que una vez producido alguno de mis libros tenga relación con alguna problemática de orden superior es porque casi todo lo que uno hace está vinculado con los conflictos de su tiempo. En este caso el tipo de problemas tiene que ver con la situación del intelectual en esta sociedad occidental contemporánea, se relaciona con los intelectuales de Brasil, Argentina, México, Francia, Inglaterra o Estados Unidos."

Ser de palabras y papel

-Aun así, escribir ficción en su caso ha de responder a cierta necesidad.

-Diría que eso tiene que ver con los modos de la literatura. En ocasiones me veo con la necesidad de hacer poesía, no en el sentido romántico, sino como un modo de ver determinada organización verbal. En otros momentos esa necesidad es la de organizar palabras para que relaten algo. Por cierto, me tardo en encontrar ese modo, no me resulta fácil. Ya cuando lo encuentro y tiene cierto carácter concreto empiezo a organizarlo interior y exteriormente. Ha sido el caso de este libro y de mis trabajos anteriores.

''No vivo la literatura de forma profesional, por decirlo así. Hay escritores que hacen una novela sobre el sida, luego una en torno de la tuberculosis y después una sobre los hospitales. Hay escritores con programa, que sacan una novela cada año conforme a lo que creen que el público espera. No procedo así. Para mí cada libro es la resultante de un largo proceso en el cual la necesidad va tomando forma y género.''

-El personaje principal de su novela, que bien podría ser el protagonista, despierta lo mismo simpatía que distancia. ¿Cómo se las arregló para convivir con él?

-Bueno, es un ser de palabras y papel. Toma forma como personaje, pero entendido como un lugar en el que se van depositando los conflictos inherentes al ámbito de que se trata. En efecto, no es estrictamente hablando un protagonista porque nunca realiza alguna acción típica de los protagonistas. En la novela tradicional este tipo de personajes, merced a lo que hacen, reciben recompensas o castigos, son engañados y engañan, tienen pasiones.

''Aquí la noción de protagonista es diferente, sólo es un espacio. Las situaciones que emanan del conflicto principal se depositan en él. Ciertamente mi personaje hace un recorrido a lo largo de varias situaciones, pero él no hace absolutamente nada al respecto, es un ser pasivo. Creo que eso le da un carácter distintivo porque ese tratamiento no es tradicional. Y me llevo bien con el personaje. Me permitió trazar el dibujo de la novela, empezar y terminar.''

Variantes, no oposiciones

-Su trayectoria incluye la de analista serio en temas literarios o de orden social. ¿Cómo ejerce la dualidad de crear y llevar una vida de investigador?

-Es un cambio de actitud. La labor de análisis tiene que ver con la paranoia, mientras que la narración se relaciona con la manía obsesiva. El paranoico está siempre sobre lo mismo, insistiendo en el detalle. Mi lado que corresponde a esa veta es el que toma un tema y trata de llegar hasta el final, hasta aquello que no se ve. Pero de pronto me domina una manía obsesiva y eso tiene que ver con lo pasional; es entonces cuando me inclino hacia el relato. Y trato de controlar la manía pasional.

''En Evaluador no hay ningún desborde, todo está perfectamente tranquilo en la expresión. Ahora, no me cuesta pasar de un estado al otro porque en realidad creo que siempre estoy contando, aun cuando haga teoría. Cuando trabajo en un análisis le estoy diciendo al escucha o lector lo que he encontrado, de forma que en realidad cuento algo. Esa postura de narrador de pronto entra en una estructura más clásica. Para mí el asunto es de variantes, no de oposiciones entre una manera y otra de escribir o de presentarme por medio de mis libros.''

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