Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de octubre de 2002
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Cultura
Presentaron en Bellas Artes la función número cien de la obra de Sasha Waltz

Cuerpos, discurso multicultural que disecciona carne, mente y espíritu

La profundidad de sus ideas dibuja la evolución del conocimiento humano

Aleccionadora actualización de los nuevos derroteros de la danza-teatro en Alemania

PABLO ESPINOSA


La coreógrafa alemana Sasha Waltz presentó anoche en el Palacio de Bellas Artes la función número cien de su obra Cuerpos, análisis brutal del ser con un discurso multicultural en el que diseccionan carne humana y órganos y mente y espíritu valiéndose de técnicas complementarias como la danza-teatro, el butoh, las actions, el performance y el storytelling, en un tono escénico que reúne a unos metros del proscenio la poesía de Rilke, la filosofía de Kant y la vulnerabilidad humana.

En escena, el planteamiento de las preguntas básicas de la filosofía (¿quiénes somos, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?) se traslada a cuestionamientos dancístico-teatrales: ¿somos algo más que pedazos de carne? Con despliegues virtuosos coreográficos.

Las respuestas, en cuanto en escena aparecen las técnicas kathakali, butoh y noh, se dirigen hacia las filosofías antiguas: somos una unidad de cuerpo, mente y espíritu.

Vocación ecléctica

La celebridad de Sasha Waltz había sido relegada hasta el momento a esos reduccionismos facilones y esnobistas del tipo ''la sucesora de Pina Bausch". Tal comparación estilística resulta improcedente en cuanto la contundencia de las ideas teatrales de Waltz resulta tan brutalmente explícita en su orientación posmoderna, aglutinadora de lo mejor del pensamiento contemporáneo.

Dada su vocación ecléctica, los referentes icónicos, los ecos, las coincidencias estéticas y los reflejos de Waltz se disparan como un géiser en escena: el anatomismo de Da Vinci, cierto emparentamiento sincrónico con Peter Greenaway, la irreductible referencia a Auschwitz, sobre todo en las primeras escenas en las que la carne humana se amontona de manera semejante como en el video que inspira al actor Harvey Keitel para sus fines de mercadotecnia política gringa contra el director de orquesta Wi

lhelm Furtwaengler en la nueva obra maestra de Isztván Szabó, Réquiem por un imperio (Taking sides).

El humor de Sasha Waltz lastima de tan filoso su bisturí (aunque el público se reía para mostrar que estudió inglés en alguna academia Vázquez, pero en realidad no entendía, por ejemplo cuando en una escena de la obra un actor va al médico y pregunta aterrorizado: ¿tengo cáncer?), la hondura de sus ideas dibuja la evolución del


conocimiento humano. Más ecos aleatorios: la tragedia de Sheffield, una multitud aplastada por sí misma en un estadio de futbol, que ya Michael Nyman había hecho obra de arte también.

Gracias al Instituto Goethe, que trajo a México a la compañía Schaubuhne am Lehniner Platz, que codirige Sasha Waltz, tenemos aquí una actualización contundente, aleccionadora, de los nuevos rumbos de la danza-teatro en Alemania
 


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FOTOS FRANCISCO OLVERA

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