Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 27 de octubre de 2002
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Mundo
Se convertiría en el primer obrero que consigue llegar al gobierno de Brasil

Lula, una vida de perseverancia que lo tiene con un pie en la presidencia

La satanización en los medios informativos, su enemigo en las tres contiendas anteriores

STELLA CALLONI ENVIADA

Sao Paulo, 26 de octubre. Si algo ha demostrado Luiz Inacio Lula da Silva es una perseverancia que lo acompaña desde su infancia, que le permitiría convertirse en el primer trabajador -obrero metalúrgico- que llega al gobierno de Brasil, un continente dentro del continente americano.

Para muchos analistas, este será un acontecimiento tan importante como la proclamación de la república en 1889, cuando el territorio brasileño estaba bajo el dominio de Portugal.

Luliña, el niño que vendía naranjas en las calles para ayudar a su madre; el mecánico tornero que en 1975 fue elegido presidente del Sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo Do Campo y Diadema, que estuvo al frente de las huelgas que se sucedieron a finales de los años 70 y en 1980, moviendo el piso a la dictadura militar que ordenó su detención, fue fundador del Partido de los Trabajadores (PT).

En 1980 a este partido se integraron intelectuales de izquierda, abogados, periodistas, sindicalistas, cristianos de base y representantes de la Iglesia católica, que desde Brasil ha dado al mundo a prominentes obispos progresistas. Y también atrajo a los ex guerrilleros que lucharon contra la dictadura, que se convirtió en un movimiento fundamental para lograr el retorno a la democracia en 1985.

Curiosamente, también desde su fundación el PT tuvo en sus filas a pequeños y medianos empresarios progresistas. La decisión de intervenir en las elecciones desde 1989 permitió al partido crecer y multiplicarse "como los panes", dijo alguna vez Lula a La Jornada.

Pero en meses recientes el partido conoció de cerca un tipo de terrorismo, el económico, montado para torpedear su camino a la presidencia. Antes, en las tres ocasiones en que se presentó como candidato, el enemigo de Lula había sido la satanización en los medios informativos.

En relación con lo anterior, Lula dijo recientemente a este diario que los "poderosos especuladores no tenían límite en su insensatez y su desesperada carrera por ganar dinero fácilmente y sin importar lo que suceda con la gente", después de que provocaron que el dólar se disparara, llevando a la incertidumbre a Brasil.

Un camino difícil

La campaña del miedo no fue el mejor plan de José Serra, su contendiente en esta carrera presidencial y ex ministro de Fernando Henrique Cardoso, quien si bien no creó problemas a Lula, alimentó las campañas de algunos especuladores.

"No es fácil el camino, nunca dije que fuera fácil. Ninguno de nosotros lo cree fácil y los militantes lo saben. Yo no vendo optimismo falso, hablo de esperanza y de lo que podemos hacer, que no es todo lo que quisiéramos hacer.

"Estamos en una coyuntura económica que no depende sólo del país, sino del mundo, y vemos los problemas que afligen a las grandes naciones, problemas que muestran los fracasos de modelos tan duros; vemos grandes y publicitadas corporaciones sospechosas de corrupción; vemos los problemas en la economía de Estados Unidos y también nos preocupa la amenaza de comenzar esa guerra que crece en estos días. Pero nosotros estamos dispuestos a una relación de respeto mutuo. Tenemos muchos problemas y entendemos que Brasil tiene una dependencia, lamentablemente, de ese capital volátil, pero eso no puede inmovilizarnos", ha dicho Lula, al que acompaña ahora un partido con experiencia en gobernar estados y en el Congreso.

Del lado de los empresarios, muchos de los más poderosos de este país no están dispuesto a perderlo todo a manos del neoliberalismo, como tampoco otros sectores, lo que quedó demostrado en 70 por ciento de los votos hacia la izquierda y la centroizquierda en la primera vuelta del 6 de octubre pasado.

Inclaudicables

Para llegar a este momento, Lula y su gente han trabajado sin descanso, "nunca dejamos de hacerlo, de aprender, de crecer, y nuestras experiencias fueron buenas". Ahora "queremos que nuestro país siga siendo lo que es, una potencia, pero también un país para su gente. Hemos salido de crisis peores".

Recientemente se le preguntó a Lula si América Latina ha sido el principal campo de prueba de las políticas neoliberales. Respondió: "debemos ver lo que sucedió en América Latina en los 10 años anteriores. Los más importantes representantes del neoliberalismo, Fernando Collor de Mello, en Brasil; Carlos Menem, en Argentina; Carlos Salinas de Gortari, en México; todos fueron dejando la estela de la corrupción y a sus países en crisis graves. Por eso para nosotros es importante asumir la responsabilidad de demostrar que tanto en Brasil como en otros países las relaciones internacionales y comerciales no dependen del origen del presidente. Igualmente algunos grupos van a intentar imponer sobre nosotros todo aquello que ha sido ya equivocado en el mundo.

"Creemos que con un triunfo del PT tendremos fuerzas para implantar las medidas económico-sociales de nuestro programa. De todos modos hemos estado más preocupados en confeccionar las políticas públicas que puedan realizarse en beneficio del pueblo que en enfrentar las presiones. Estas caen por sí solas ante la decisión y voluntad de la gente". Las cifras electorales muestran que tiene una gran base de apoyo que podrá aprovechar.

Durante su campaña dijo a la revista Istoé que su partido resolvió hacer una "campaña que en lugar de hablar mal de los otros hablábamos bien de lo que pensábamos hacer, del PT, de nuestra gente". Lo otro fue entender que "estamos viviendo una crisis en el mundo, un momento de excepcionalidad. La crisis no es sólo brasileña, es mundial; vemos a los estadunidenses pasando por una situación complicada. Lamentablemente en Estados Unidos el presidente sólo piensa en la guerra".

El dirigente sindical, que ahora logró seducir con esta campaña de "Luliña paz y amor" a sectores empresarios, espera que si gana las elecciones pueda trabajar con el presidente Cardoso, sociólogo con amplios reconocimientos académicos e internacionales que tras gobernar desde 1995 pasará la estafeta a un hombre que apenas pudo ir a la escuela, pero que siempre recuerda que su partido administra ya la vida de 50 millones de personas en varios estados y alcaldías.

Sobre la transición, ha comentado: "Si uno analiza ahora lo sucedido hace tres meses, hubo razón para fugas de capitales, ya que los títulos vencían en agosto, septiembre, octubre o noviembre. Por lo tanto, en el gobierno de Cardoso, de Pedro Malán (Hacienda), de Arminio Fraga (Banco Central)... Si eso sucediera el primero de enero (cuando asuma el próximo presidente) dirían que es por Lula".

Sin etiquetas

Istoé le preguntó si era un hombre de izquierda. Lula respondió que nunca se preocupó por eso. "Lo que me da más placer en la vida es no andar con un rótulo en la cabeza. Recuerdo que la primera cosa que me preguntaban en el inicio de mi vida política era que si yo era comunista. Respondía: soy tornero mecánico. Desde el punto de vista filosófico soy mucho más socialista. Creo que la riqueza en el mundo debe ser distribuida de forma más ecuánime para toda la sociedad. Si venzo tendré cuatro años para ejecutar un programa pensado para hacer justicia social, un mínimo de distribución de renta, por hacer el cambio que se necesita".

Lula y su equipo han trabajado con otros sectores para buscar opciones. Rechazan que "no haya otra alternativa que aceptar masivamente que no podemos hacer nada, cuando millones mueren por la pobreza (...) Ningún niño debería ser víctima del hambre ni estar solo en las calles. Es inmoral aquí y donde eso suceda", ha dicho el candidato a este periódico.

Sabe que para estos cambios "el tiempo que tengo es corto y sé la expectativa que hay en la gente, lo que está en la cabeza de millones de brasileños", cuando unos 40 millones votaron por él en el primer turno, y si se cumplen los sondeos ahora podrían ser 60 o 70 millones.

"Los empresarios y los sindicalistas aún no tienen la dimensión de las tareas que les voy a dar -ha declarado-; lo que hay que hacer es mucho más que un sueño. Es hacer reales lo sueños Y nosotros podemos. Nos hemos preparado para eso y lo estamos demostrando."

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