Ensamble de mujeres
El octeto Academia recorre la historia del violonchelo
MONICA MATEOS-VEGA
Ocho mujeres abrazan, cada una, un violonchelo. Afinan, miden la fuerza con la que deben sostener el arco. Buscan sonidos amables, bellos, espirituales. Llevan el ritmo con un pie y, por segundos, imaginan que no habitan este mundo, elevadas por la "charla" que han establecido con su instrumento.
Son las integrantes del Octeto de Chelos Academia durante uno de los ensayos previos al concierto que este sábado ofrecieron en el ex monasterio del Desierto de los Leones.
El recital estuvo conformado "por las más bellas canciones de Villalobos, así como del folclor norteamericano. Además, interpretamos un par de piezas de la época barroca con las cuales llevamos al público a un recorrido musical a través de la evolución del violoncello", señaló Bozena Slawinska, integrante del ensamble.
En sus inicios, el chelo era un instrumento de acompañamiento. Poco a poco fue logrando su independencia, al cambiársele las cuerdas de tripas de gato por las de metal y colocársele una espiga en la parte baja para que el intérprete tuviera más movilidad. Actualmente es un instrumento independiente que ofrece una amplia gama de matices musicales.
Enamoradas de la brillantez y versatilidad del canto del chelo, las concertistas Bárbara Kaminksa, Rebeca Mata, Natalia Pérez, Mónica del Aguila, Pilar Gadea, Ina Velasco, Sara Murcio y Slawinska, se presentaron por primera vez en la Sala Carlos Chávez del Centro Nacional de las Artes en 1999. Desde entonces, cada encuentro con el público significa para ellas un arduo trabajo previo, de búsqueda e investigación, "para no renunciar al sonido bello".
En busca de lo óptimo
Debido al vasto rango sonoro que brinda el violonchelo, el Octeto Academia suena como una orquesta de cámara en la que existe, por parte de sus integrantes, "mucha buena voluntad para proponer siempre una mejor interpretación, esto significa ceder a la resistencia del grupo, pero sobre todo, estar dispuestas al aprendizaje constante, no como si estuviéramos en una escuelita, sino enfocadas a la búsqueda de lo óptimo".
Slawinska agregó que "fue un ángel" el que reunió a las ocho intérpretes que en un principio no se proponían formar un grupo sólo de mujeres. Así, la casualidad fue el pretexto para que se unieran ocho estilos y temperamentos de interpretar el chelo bajo un único objetivo: el respeto a la música, sin pretensiones feministas.
El grupo se ha dado a la tarea de realizar estrenos mundiales, así como presentar obras que han sido escritas expresamente para ellas. En particular, eligieron para el concierto del sábado un aria de Bach y una sonata de Pergolesi, porque éstas se acoplan a la acústica del ex monasterio del Desierto de los Leones.
De igual forma, el Aria de la bachiana número 5 de Villalobos, "imita el barroco y es una pieza que requiere mínimo de ocho chelos para interpretarse, aunque su autor la concibió hasta para 100. Las suites norteamericanas que tocaremos son para alegrar el ánimo al final del recital", puntualizó Slawinska.