Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 17 de noviembre de 2002
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Los padres y tres hijos fueron ejecutados, junto con dos personas más

Asesinan a familia dentro de su casa

Sobrevivió un hombre a quien los asesinos creyeron muerto

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Siete personas fueron asesinadas y una sobrevivió tras recibir un disparo en el cuello, en la casa ubicada en la calle Cuitláhuac 186, colonia Toriello Guerra, de la delegación Tlalpan.

Las víctimas son los cinco miembros de una familia: Ricardo Narezo Benavides, de 51 años; Diana Loyola Bautista, de 48, y los tres hijos de ambos: Ricardo, Andrea y Diana Narezo Loyola, de 20, 14 y 8 años, respectivamente; la empleada doméstica Cecilia de los Angeles Machado, de 17 años, y otra joven cuya identidad se desconoce, pero se presume que es amiga de esta última y trabajaba también como empleada doméstica en un domicilio aledaño.

El lesionado fue identificado como Juan Pablo Quintana Calles, amigo de la familia, quien se encuentra internado en el hospital Médica Sur, donde fue sometido a una intervención quirúrgica.

Familiares consideraron que la masacre se originó tras el secuestro frustrado de una de las víctimas, Ricardo, el hijo mayor, y descartaron una posible venganza relacionada con el tráfico de drogas.

Las primeras investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal no arrojaron indicios de que los homicidas hayan robado objetos de la casa. Además, "el domicilio se encuentra en un orden que pudiera ser cotidiano o normal" y no hubo forzamiento de cerraduras, informó el coordinador de Servicios Periciales de la dependencia, Pedro Estrada González, quien consideró prematuro hacer hipótesis sobre el móvil del homicidio múltiple.

El funcionario precisó que las víctimas se encontraban maniatadas; seis fueron degolladas con arma punzocortante y la otra recibió un disparo de arma de fuego.

Trascendió que Narezo Benavides y Loyola Bautista fueron asesinados en su recámara, en el segundo nivel de la casa, en tanto que sus dos hijas menores y la mujer no identificada, tras de ser asesinadas sus cuerpos fueron colocados en una bañera de una de las habitaciones, también de la planta alta.

El cuerpo del hijo mayor se encontraba en el patio trasero, con un disparo en la nuca. Cerca se halló un casquillo calibre 45 y una almohada. En la cochera, los peritos encontraron un bate de beisbol con manchas de sangre.

Juan Pablo Quintana habría sido atacado en el otro patio, en el frente de la casa, según los rastros hemáticos que se encontraban en este lugar. Los homicidas lo dieron por muerto, pero alrededor de la una de la madrugada recobró el conocimiento, logró salir de la casa, cruzó la calle y pidió auxilio al policía de la caseta, en la entrada de una privada. Un médico vecino le brindó los primeros auxilios y después solicitó ayuda.

Ana Marta Migueles y Marina Canaval Narezo, familiares de las víctimas, señalaron que alrededor de las 7 de la mañana fueron informadas de lo que había ocurrido. Comentaron que el hijo mayor de la familia, a quien presuntamente intentaron plagiar, fue visto fuera de la casa, dentro de un vehículo con varias personas, la noche del viernes, por una amiga de Andrea que acudió al domicilio acompañada de su hermano, pues habían acordado ir a una fiesta esa noche.

Dijeron que amigos de Richie, como le decían a Ricardo, quien estudiaba arquitectura en la Universidad Iberoamericana, lo estuvieron llamando por la noche pues lo esperaban en una reunión y a las llamadas respondía alguna de sus hermanas, pero alrededor de las 23 horas dejaron de contestar el teléfono.

Los familiares indicaron que Narezo Benavides, quien fue corredor de autos, tenía un taller mecánico en la colonia Extremadura, en tanto que Loyola Bautista era maestra de primaria.

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