Leonardo García Tsao
Al servicio de los borregos
Si de por sí la idea del remake ha sido
por lo común cuestionable, en años recientes la tendencia
ha sido rehacer obras maestras que, además de no necesitar revisiones
chapuceras, están disponibles en video para quien desee comprobar
sus virtudes. Recordemos esa inútil calca de Psicosis a cargo
de Gus Van Sant o, lo que era aún más sacrílego, el
remake de Alfonso Arau a Soberbia (The magnificent Ambersons).
Que Arau haya intentado enmendarle la plana a Orson Welles mediante un
inepto telefilme sólo puede concebirse en la actual crisis de valores.
Ahora
el turno ha sido del destajista Brett Ratner, encargado de dirigir la segunda
versión cinematográfica de la novela Dragón rojo,
de Thomas Harris, adaptada antes con brillantes resultados por Michael
Mann en El sabueso (Manhunter, 1986). La acción se
sitúa cronológicamente antes de El silencio de los inocentes
(Jonathan Demme, 1990) y Hannibal (Ridley Scott, 2001), pero Ratner
se cuida de establecer un nexo con la primera, sobre todo, centrándose
en la presencia de Anthony Hopkins como razón de ser.
El guión de Ted Tally repite una trama en esencia
igual a la de El sabueso: después de arrestar al temible
Hannibal Lecter casi a riesgo de su vida, el agente del FBI Will Graham
(Edward Norton) es convencido por el teniente Crawford (Harvey Keitel)
de salir de su retiro y colaborar en la búsqueda de otro asesino
en serie (Ralph Fiennes), que ha eliminado a dos familias completas con
lujo de crueldad. Aunque Graham posee una sensibilidad especial para situarse
en la perspectiva del asesino, acepta consultar a Lecter para que le brinde
pistas desde su celda de máxima seguridad. Apodado Dientudo
(las diversas implicaciones del original Tooth Fairy se pierden
en la traducción), la nueva amenaza se declara admirador de Lecter
y se pone en contacto con él a través de mensajes cifrados.
Si bien Lecter es aquí un personaje secundario
-sólo funciona de hecho como asesor por partida doble- el primer
crédito le corresponde a Hopkins, porque ya se ha identificado al
actor con esta franquicia, al grado de convertir su interpretación
en un número comparable al Drácula de Bela Lugosi.
En su tercera encarnación, Hopkins convierte los gestos de Hannibal
-mirada vidriosa, sonrisa sardónica, voz meliflua- en una elaborada
caricatura. (Al parecer Ratner no ha podido controlar a sus actores británicos.
No sólo Hopkins y Fiennes están excedidos; en su papel del
invidente objeto del deseo, Emily Watson supone que interpretar a una ciega
implica pelar los ojos y clavar su mirada al suelo.)
Bajo un aire rutinario de secuela televisiva, Dragón
rojo imita el tono neogótico logrado por Demme e incluso reproduce
algunas escenas -la visita a la celda de Lecter desde la misma toma subjetiva-
pero no trasciende el efectismo, siempre subrayado por la enfática
música de Danny Elfman. Aunque el realizador recurre a la obviedad
para describir la patología del Dientudo -la sobreactuación
de Fiennes, un anticuado flashback sonoro a su trauma de infancia,
vistazos chocantes al estado de sus víctimas-, carece de la imaginación
visual para alcanzar siquiera el exceso granguiñolesco ensayado
por Scott. La truculencia alcanza, claro, para un falso anticlímax
seguido por una previsible sorpresa.
Si para algo sirve Dragón rojo es para refrendar
la vigencia del cine de autor. Con el mismo argumento, Mann hizo una inquietante
reflexión sobre el poder de la mirada y su tema favorito, la identificación
entre héroe y antagonista, mediante un estilo visual frío
y a la vez opresivo que encontraba elementos de enajenación tanto
en el policía como en el asesino. La desproporción entre
Mann y Ratner se ejemplifica con una sola secuencia: lo que el primero
resuelve como un momento de revelación mística, en plena
sintonía con la obra de William Blake que inspira al asesino, en
el segundo es la mera ilustración prosaica de una mujer ciega acariciando
a un tigre. Es muy sencillo. El sabueso es la creación de
uno los autores más relevantes del cine hollywoodense actual, mientras
Dragón rojo es otra chamba en la poco distinguida carrera
del responsable de Hombre de familia y Una pareja explosiva 1
y 2.
DRAGON ROJO
(Red Dragon)
D: Brett Ratner/ G: Ted Tally, basado en la novela
homónima de Thomas Harris/ F. en C: Dante Spinotti/ M: Danny Elfman/
Ed: Mark Helfrich/ I: Anthony Hopkins, Edward Norton, Ralph Fiennes, Harvey
Keitel, Emily Watson/ P: Dino de Laurentis Productions, Mikona Productions.
EU - Alemania, 2002.
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