Argentina: lucha por las fábricas
Policías y grupos de choque asaltan firma textil ocupada por obreras; éstas la recuperan
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 24 de noviembre. Policías y grupos de choque asaltaron violentamente esta madrugada la fábrica textil Brukman, tomada y puesta a producir por sus trabajadoras desde diciembre pasado, para defender sus puestos de trabajo ante la peor crisis que atraviesa Argentina. Las trabajadoras, apoyadas luego por las asambleas de barrio, partidos políticos y grupos de otras fábricas recuperadas, retomaron las instalaciones y esta noche aún se encontraban adentro, rodeadas por vecinos solidarios.
Los policías se llevaron a cinco trabajadores que custodiaban el lugar por turnos, entre ellos una mujer y su hija de nueve años, para finalmente liberarlos al mediodía. Sin custodia, fueron robados de la fábrica documentos que estaban en una habitación cerrada, perteneciente a la empresa, que no había sido tocada por las trabajadoras; así como la computadora donde estaban los diseños de trabajo, y además fueron destrozadas varias máquinas.
Una red de comunicaciones hizo posible la enorme movilidad de las organizaciones sociales y de derechos humanos que llegaron al lugar para permitir que la fábrica fuera retomada por las trabajadoras. "Los policías llegaron sorpresivamente en la madrugada, con el rostro cubierto con pasamontañas, y a golpes y gritos nos llevaron a Lugano (localidad bonaerense), muy lejos de aquí, y ahí nos preguntaron sobre nuestro trabajo. Nos interrogaron todo el tiempo. Yo estuve detenida con mi hija", relató Bety a La Jornada, al llegar al lugar después de ser liberada gracias a la acción de abogados. A su lado, el rostro de Micaela, de 9 años y que sufrió la detención junto a su madre, aún reflejaba el miedo por lo ocurrido.
Durante todo el día cientos de personas llegaron para rodear la fábrica en el barrio porteño de Balvanera, y los jóvenes pusieron las mismas vallas que habían dejado los asaltantes en ambos lados de la calle Jujuy, la cual pasa frente a Brukman, para impedir el regreso de la policía, que en un momento volvió a acercarse con carros de asalto. Los jóvenes juntaron piedras para resistir otro asalto.
En tanto, un apagón -considerado uno de los mayores en la historia del país- dejó sin luz la mayoría de los barrios de esta capital, el gran Buenos Aires (zonas de la provincia de Buenos Aires que rodean esta ciudad) y varias provincias. Durante horas no hubo Metro, trenes, ni semáforos. Miles de personas salieron a las calles para soportar los más de 30 grados de este típico día de verano porteño. Los fanáticos del futbol incluso sacaron mesas de los bares a las calles y se reunieron alrededor de radios de pilas, o de automóviles con radios a todo volumen, en los cuales pudieron seguir el clásico Independiente-Boca.
Las sospechas de que hubiera ocurrido un atentado están en el aire, pero los funcionarios de la empresa nacional de energía abastecedora de las privatizadas, como Edesur y Edenor, sostuvieron que un transformador de alta potencia que estalló causó el apagón generalizado.
El enorme apagón ocurre justamente cuando se difundió que las empresas privatizadas proveedoras de servicios habían advertido que si no se les autorizaba aumentos de tarifas iban a surgir problemas en el servicio.
El gobierno de Eduardo Duhalde propone un aumento de 10 por ciento para estas empresas, en momentos en que la pobreza y la desnutrición golpean al país, pero el Fondo Monetario Internacional exige que el aumento sea de 30 por ciento. Si esto sucediera el país podría entrar en una espiral inflacionaria, cuando el salario está en el más bajo nivel adquisitivo de la historia.
La semana pasada hubo fuertes manifestaciones contra el aumento de tarifas y el FMI, a cuyos funcionarios se acusa de "querer incendiar a Argentina" disparando el conflicto social a un punto sin retorno. El asalto policial a Burkman, en monentos en que más cien empresas cerradas por sus dueños han sido recuperadas por los trabajadores, también es visto dentro de este esquema de "echar leña al fuego".
Esto es especialmente peligroso en momentos en que se preparan los actos por el aniversario de las jornadas del 19- 20 de diciembre pasado, el estallido popular que llevó a la renuncia del gobierno de Fernando de la Rúa. El operativo en Brukman también provocó alerta general. "Los funcionarios policiacos de civil ingresaron por la fuerza y acompañando a dos de los hermanos Brukman, sin orden de ningún juez, destruyeron moldes y una computadora donde estaban los programas para hacer los moldes, y se robaron documentación, retirándose amparados y custodiados por la fuerza policial", denunciaron las trabajadores, en su mayoría mujeres. Hace días, en un reportaje con este periódico, Gladys Guerrero, operaria de Brukman, recordó que esta fue "una empresa familiar que llegó a tener 300 empleados. Desde 1995 en la empresa nadie cobraba un sueldo entero y se fue reduciendo personal, hasta quedar unos 115 trabajadores. El 30 de octubre de 2001 anunciaron más despidos. Los dueños se peleaban entre sí y los trabajadores cobraban apenas dinero para viajes, pero habían decidido resistir". El 18 de diciembre de ese año, ante la actitud de los dueños, que pensaban cerrar sin pagar nada, varios trabajadores decidieron quedarse en la empresa para impedir su cierre.
"Nosotros pedimos que no se tomara ninguna represalia por parte de la patronal: la reincorporación de los despedidos; que se pagaran 200 pesos para poder terminar ese año, discutir con la empresa por las deudas con los trabajadores y mantener la fuente de trabajo", recuerda. Nada de esto fue posible y en febrero de este año los dueños se presentaron con aval del Ministerio de Trabajo para cerrar la empresa "por 60 días". Nadie lo creyó. Dos veces intentaron desalojar a los trabajadores en fines de semana, lo que fue impedido por las asambleas de barrio crecidas al calor del la rebelión de las cacerolas de diciembre, partidos políticos y organizaciones sociales. Ahora trabajan más de 50 personas, en su mayoría mujeres, que con lo que han logrado producir han reincorporado a algunos despedidos.
La intervención de Eduardo Murúa, de otra fábrica tomada (IMPA), que habló con los pocos policías de consigna, y la llegada de cientos de personas, hicieron posible el regreso de los trabajadores, mientras esta noche arribaban al lugar algunos diputados, entre ellos el socialista Alexis Latendorf, quien propuso que sus colegas se turnaran para quedarse en las noches a acompañar a los trabajadores.