MEXICO SA
Carlos Fernández-Vega
La hora del campo se acerca
En el salinato la negociación del capítulo agrario dentro del TLC fue alegre e imprudente; en el zedillato nadie se acordó del sector
LAS HOJAS DEL calendario caen con rapidez y el primero de enero de 2003 está cada vez más cerca. A partir de esa fecha, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte jugará una nueva broma pesada a la debilitada estructura productiva nacional. En esta ocasión, la directamente involucrada será la agropecuaria.
LA NEGOCIACION DE este capítulo -como muchos otros- durante el salinato fue alegre e imprudente, aunque también una cortesía heredada a futuras generaciones. En el zedillato nadie se acordó de la devastación en el agro nacional, porque el gobierno estaba muy ocupado y preocupado por rescatar bancos y banqueros.
CON LA LLEGADA del cambio, el autodenominado blindaje para el sector agropecuario no sólo resulta irrisorio ante el poderío financiero de los subsidios del gobierno de Estados Unidos a sus de por sí sólidos y mecanizados agricultores, sino que llegó muy tarde, aunque no tanto como la espontánea preocupación del inquilino de Los Pinos y algunos de los integrantes de su inefable gabinete por la inminencia de la apertura de fronteras.
DE TODAS MANERAS la preocupación presidencial no viene al caso, si se considera que el inquilino de Los Pinos ha confiado, y lo sigue haciendo, en el "análisis" que su "experto" en cuestiones del campo le viene ofreciendo desde los nostálgicos tiempos de la exitosa campaña electoral.
A PRINCIPIOS DE 2002 dicho "experto", que no puede ser otro que Javier Usabiaga, secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, aseguraba que el campo mexicano "es el sector que más ha avanzado... No veo dónde esté lo dramático de la situación del sector... Hay problemas de igualdad (sic) en el agro, pero nunca comulgaré con esa opinión fatalista de que el campo está en ruinas. Tiene un problema coyuntural, y hay que darle a los labriegos un campo con futuro".
EL "CAMPO CON futuro" que ofreció el reconocido Rey del Ajo está a poco más de tres semanas de concretarse, ya que el propio funcionario ha sostenido que aunque el Tratado de Libre Comercio no estableció políticas adecuadas para elevar la competitividad de los productores rurales, "no se vale tampoco echarle la culpa al TLC de las desgracias del agro mexicano".
HOY, CUANDO SOLO falta un cuarto para las 12, todos los sectores políticos y económicos dicen estar profundamente preocupados por el futuro inmediato del devastado campo mexicano y sus famélicos habitantes, así como por los negativos efectos telecianos que se avecinan, obviando que desde muchos años atrás, en pleno sueño del "México moderno", la situación en dicho sector ha sido y es vergonzosa y explosiva, sin que alguien se dignara a echarle un lazo.
UNOS CUANTOS DIAS antes del banderazo de salida del nuevo capítulo teleciano, justo en el acto inaugural de la reciente Binacional México-Estados Unidos, el presidente Vicente Fox reconoció que en su gobierno "hay preocupación por la inminente liberalización del mercado agrícola en los países del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sobre todo por los subsidios estadunidenses a ese sector... En las condiciones actuales, la apertura de este mercado podría traer consecuencias adversas para un importante sector de la economía mexicana" (La Jornada), comentario que el satelital George W. Bush simplemente dejó pasar.
LAS ADVERTENCIAS, SIN embargo, han provenido de muchos sectores y se han escuchado diversas voces, mismas que el gobierno mexicano -como el mandatario Marlboro en su oportunidad- simple y sencillamente dejó pasar.
TAL ES EL caso del sacrosanto Banco Mundial, que advierte que en la pasada década "el sector agrícola mexicano fue objeto de las reformas estructurales más drásticas, pero los resultados de esos cambios han sido decepcionantes... Esta actividad, de la que depende una quinta parte de los habitantes del país, no se ajusta ni está preparada para la competencia que se avecina con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte" (La Jornada, Roberto González Amador).
PARA EL ORGANISMO bancario internacional, la debilidad del sector agrícola mexicano constituye una de las principales restricciones para elevar la competitividad económica del país. La reducida productividad de la agricultura en México y las limitaciones para que el sector rural se integre al resto de la economía representan dos de las tres principales restricciones para la competitividad del país, junto con la falta de una adecuada infraestructura física y la ausencia de un sistema financiero más eficaz.
TRAS UNA DÉCADA de permanentes cambios, los resultados "han sido decepcionantes: estancamiento del crecimiento, falta de competitividad externa y aumento de la pobreza en el medio rural, a pesar de contar con gran apoyo del Estado por medio de programas como Procampo, Procede, Alianza para el Campo y Aserca, entre otros".
CON MUCHA LENTITUD, el Senado de la República reaccionó ante la cercanía del primero de enero de 2003. El pasado martes esta instancia hizo modificaciones a la Ley de Comercio Exterior, "para dar a los productores agropecuarios mecanismos jurídicos sólidos a fin de que puedan defenderse de las prácticas desleales de libre comercio que aplican los países desarrollados, fundamentalmente Estados Unidos" (La Jornada, Andrea Becerril y Víctor Ballinas). La anterior "es la respuesta de los legisladores a la preocupación nacional por la suerte del campo mexicano ante la apertura total que se dará el próximo año, expresó en tribuna el priísta Humberto Roque Villanueva", quien no hizo mayor aportación sobre el tema en su paso, hace siete años, por San Lázaro, cuando todavía el tiempo y el margen de maniobra resultaban holgados.
ALGO ES ALGO, dirían los optimistas, sobre todo cuando se conoce que el gobierno mexicano otorga un promedio anual de 720 dólares como subsidio a cada productor rural, mientras que la Unión Europea entrega a los suyos 16 mil dólares y Estados Unidos 21 mil dólares, "lo que constituye una práctica desleal" llevada a cabo desde hace muchos, muchos años, de la que los jóvenes del Senado apenas ahora se dan cuenta.
EN FIN. EL primero de enero de 2003, a la vuelta de la esquina.
Las rebanadas del pastel:
NO HAY DE qué preocuparse, porque ayer se informó que los gobiernos de México y Estados Unidos renovaron un acuerdo de precios para el comercio de tomate entre ambos países, "lo que suspende la amenaza de una disputa antidumping".
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