El impulsor de la verdadera revolución
cultural de Cuba es Abel Prieto, señala
Montero: ''muy próximo'', el fin de la división
de las dos orillas
El diálogo entre autores de ambas corrientes
''es tan natural como las peleas'
Internet ha sido gran cómplice del ministro en
la actual apertura, opina la escritora
BLANCHE PETRICH ENVIADA
Guadalajara, Jal., 5 de diciembre. Manuel Membrillo
Montero era escritor humorista que en los años 60, en La Habana,
hacía guiones para Radio Progresa, Cuba. Un chiste enojó
a los revolucionarios de la época y fue despedido. Entonces se fue
al diario Pa'lante. Ahí también se le escapó
un chiste audaz y un ''puro" del Partido Comunista lo denunció.
El delator hoy vive en Miami denunciando las ''atrocidades" de Cuba. Montero
fue castigado con un empleo mal pagado en una granja. Después emigró
a Puerto Rico, donde murió en 1994. Siempre amó a su país
y volvió muchas veces para abrazar a sus amigos.
Su hija Mayra Montero (noviembre, 1952) nunca fue pionera
ni aspirante a la Juventud Comunista. Tenía 19 años cuando
salió de Cuba. Es una escritora de éxito, fenómeno
de ventas de editorial Tusquets. Conserva la simpatía de su padre.
Se considera anfibia, mitad boricua y mitad cubana. Para ella, el diálogo
entre los escritores de las dos orillas, los ''D" y los ''F", según
la nomenclatura de los iniciados, los de dentro y los de fuera, es lo más
natural, tan natural como las pe-leas, intrínsecas del espíritu
caribeño. Por tanto, ríe, el agarrón con Letras
Libres: ''Es puro folclor y nada más".
Participante en la FIL
Montero
ha participado en mesas y actividades con escritores de la delegación
oficial cubana en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara,
''porque eso es lo más natural del mundo" y apoya de corazón
''la evolución, la verdadera revolución cultural que está
ocurriendo en la isla bajo la conducción del ministro de Cultura,
Abel Prieto". Viene dentro de la delegación oficial a presentar
La novela de Caruso, publicada y agotada en La Habana. Además,
firma libros, pasea y está a la espera de su amiga Rosa Montero,
la española de La hija del caníbal que no termina
de despegar de Madrid, por problemas personales. Ambas Montero, por cierto,
portan tatuajes, Mayra un escorpión en el hombro y Rosa una lagartija
en el antebrazo.
''Este es un momento cultural muy importante en Cuba",
asegura la autora de La última noche que pasé contigo
y Púrpura profundo, ediciones de La Sonrisa Vertical.
''Los cubanos nunca habrían oído hablar de mí si no
hubiera sido por Abel. El ofreció que La novela de Caruso se
publicaría en Cuba y cumplió". Por cierto, considera que
Internet ha sido una gran cómplice de Prieto en la apertura cultural
cubana, porque antes no funcionaba ni el correo ni el fax. ''Pero ahora,
con el correo electrónico estamos en constante contacto escritores
de las dos orillas, sabemos en qué andamos, qué estamos publicando.
Claro, no todo mundo tiene acceso al email en Cuba. Pero muchos
sí".
Muchas cosas por superar
Mayra Montero pronostica como ''muy próximo" el
fin de la división entre los autores de las dos orillas. ''Es la
consecuencia natural de todo lo que se hace en el campo de la cultura.
Seguiremos peleando, ¡cómo no! Dejaríamos de ser cubanos.
Pero somos lo mismo, hacemos cultura cubana".
-¿Sigue existiendo el clima opresivo de los años
60 que Guillermo Cabrera Infante describe en Mea Cuba?
-Mira -dice, harta como todos de la extrema politización
de un encuentro de libros- en Cuba quedan muchas cosas por superar. Me
molesta que entre músicos no mencionen a Celia Cruz, a Paquito D'Rivera.
Sí, se fueron, pero no dejan de ser grandes. Me molesta que no le
den su lugar a Andy García sólo porque es una estrella de
Miami. Me molesta que en beisbol, si un gran pelotero de la isla se va
a las grandes ligas de Estados Unidos es borrado de la memoria. Eso no
pasa en otros lados. En Dominicana cuando un grande se va, se va y sigue
siendo grande. ¿Por qué no en Cuba? Pero entre escritores
esto ocurre cada vez menos.
Durante diez años Mayra fue reportera y cubrió
los conflictos de Centroamérica y el Caribe. ''Por eso sé
cómo son esas cosas entre cubanos. En público discuten y
terminan en pleito. Luego se van y a la vuelta de la esquina te los encuentras
tomando juntos un trago y platicando de cualquier otra cosa".
La primera novela de Montero es 23 y una tortuga,
publicada por el Instituto de Cultura en Puerto Rico. Luego siguieron La
trenza de la hermosa luna -premio Herralde 1987 de editorial Anagrama-
y Del Rojo de su sombra, ambas sobre el vudú haitiano. Sus
andanzas periodísticas la llevaron a la isla la Hispaniola en los
años de la caída de Jean Claude Duvalier. Ahí se adentró
en los temas de la religión vudú. La trenza... trata
sobre la amistad entre un hougan (sacerdote del vudú) con un marinero
que desembarca en Puerto Príncipe. Le siguió La última
noche que pasé contigo, contagiada de las influencias que tuvo
en su formación el cine mexicano que frecuentó de niña.
Inicialmente, explica, no tenía intención de hacer un relato
erótico pero ''la novela se fue erotizando solita". Ha sido un éxito
de ventas en La Sonrisa Vertical y lleva más de seis reimpresiones.
Reporteando en las plantaciones cañeras de Santo
Domingo sobre el trabajo esclavo de los haitianos, supo de una fiesta ritual,
el gagá. De ahí nació Del rojo de tu sombra.
Otra obra, Tú y la oscuridad, surgió de un artículo
de un espetólogo sobre la extinción de la ranita roja.
Finalmente, llegó la obra sobre Cuba. La novela
de Caruso relata el incidente que sufrió el tenor napolitano
en un teatro de La Habana, cuando alguien pone una bomba en el escenario
y él, aterrado, sale a la calle huyendo, vestido de Radamés.