ECONOMIA MORAL
Julio Boltvinik
Percepciones y necesidades de la población
Postura antilúdica y antiestética
La economía moral es convocada a existir como resistencia
a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede
equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de
la gente
UN ELEMENTO DE juicio importante en la determinación
de los umbrales de pobreza está constituido por las percepciones
de la población. Por ello, hace poco más de dos años
he iniciado una línea de trabajo que ayudará a conocer las
normas que actúan de manera efectiva en la vida de la población,
definiendo sus necesidades. Esto significa acercarse a la población
para conocer lo que piensa al respecto o, para decirlo en palabras de Amartya
Sen, para conocer cómo describe las prescripciones existentes. El
primer paso en ese acercamiento ha sido la realización de la Encuesta
Percepciones de la Población Urbana sobre las Normas Mínimas
de Satisfacción de las Necesidades Básicas, levantada por
la Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor), bajo la coordinación
de Hugo Beltrán, en convenio con la Universidad Iberoamericana,
con base en un cuestionario diseñado por Julio Boltvinik con la
colaboración de Raymundo Martínez. En el segundo semestre
de 2000 se le pidió a 2 mil 470 personas, de otros tantos hogares,
en 18 ciudades, que clasificara un poco más de 200 rubros de bienes
y servicios en tres categorías: necesario, deseable pero no necesario
y no necesario ni deseable. También se incluyeron algunos rubros
en los que se preguntó a la población la frecuencia deseable,
o la duración de ciertos actos. Los rubros incluidos pertenecían
a cuatro categorías: 1. rubros incluidos en la Canasta Normativa
de Satisfactores Esenciales (CNSE) de Coplamar, pero disputables (como
el refrigerador o el maquillaje); 2. rubros no incluidos en la CNSE, como
calentador de agua, teléfono familiar, pijama para hombres, automóvil,
aspiradora; 3. rubros de nuevo desarrollo o cuyo uso se ha generalizado
recientemente (computadoras personales, discos compactos, hilo dental);
4. dimensiones de necesidades básicas que se utilizan en las metodologías
de marginación y de pobreza por necesidades básicas insatisfechas
(NBI), donde se quería conocer dónde ubican los hogares las
normas (vbgr. el máximo de personas por dormitorio).
COMO SE APRECIA en el cuadro, 22 rubros incluidos en la
CNSE fueron clasificados de no necesarios por 50 por ciento o más
de la población. El costo total de estos rubros en la CNSE original
representaba sólo 6 por ciento de su costo. Estos rubros se refieren
principalmente a actividades recreativas y a bebidas, tanto alcohólicas
como no alcohólicas. En cambio, 30 rubros que no están en
la CNSE fueron considerados necesarios por más de 50 por ciento
de la población. Estos rubros están principalmente en transporte
y comunicaciones, equipamiento de la vivienda, en vestido y calzado, y
en presentación personal. Calcular el costo de estos rubros es una
tarea pendiente. Sin embargo, es evidente, al revisar la lista, que éste
rebasa con mucho el costo de los no incluidos. Tomados literalmente significaría
aumentar sustancialmente el costo de la CNSE, sobre todo por el automóvil
(y los gastos asociados a su posesión y uso).
LAS DIFERENCIAS ENTRE las percepciones (o las respuestas,
que no necesariamente coinciden con lo que resultaría de una indagación
más profunda, por ejemplo mediante grupos focales) y la CNSE se
pueden sintetizar de la siguiente manera: la población no considera
las diversiones ni las bebidas como necesarias (excepto la televisión),
mientras considera un paquete de bienes más amplio que la CNSE como
necesarios. La música está excluida, excepto por radio y
televisión, del mundo de lo necesario. Es una postura en gran medida
antilúdica y antiestética. Hay, desde luego, elementos ideológicos
muy claros en algunos casos. Por ejemplo, 56.7 por ciento consideró
necesario un periódico diario por hogar, pero sólo una pequeña
minoría compra o se suscribe a un periódico. En cambio, los
refrescos, que casi todos compran, sólo fueron considerados necesarios
por 23 por ciento de la población. Es verdad que la población
no fue interrogada sobre lo que es necesario en su hogar, sino sobre lo
que es necesario para cualquier hogar.
DE LOS RUBROS QUE enumera Levy1 para intentar
descalificar la CNSE al tildarla de suntuaria (véase Economía
Moral 22/05/01), 93.1 por ciento consideró la TV, 92.8 por ciento
el refrigerador y 70.1 por ciento la lavadora, como necesarios. En los
rubros de entretenimiento, la población parece dar la razón
a Levy: ir al cine, teatro o espectáculos, o hacer fiestas o reuniones
en casa, no fueron considerados necesarios por la mayoría de la
población.
AL OBSERVAR ALGUNOS de los rubros que no están
en la CNSE y que la mayoría de los entrevistados sí consideró
necesarios (por ejemplo, teléfono familiar, calentador de agua,
champú, pañuelos desechables, ropa protectora, y calzado
para diversas circunstancias), resalta el carácter austero de
la CNSE. El no pobre que identifica la CNSE es una persona que se baña
con agua fría, se lava el pelo con jabón, cuya capacidad
comunicacional se reduce al acceso a teléfonos públicos (en
los que no se pueden recibir llamadas), que ve televisión en blanco
y negro, cuya vestimenta no protege contra la lluvia, tiene sólo
suéter y chamarra contra el frío, tiene un único tipo
de zapatos para todo. La población es menos austera que esto (véase
el cuadro).
SE CAPTO LA OPINION de la población sobre algunos
criterios que sirvieron para el cálculo de la CNSE. Por ejemplo,
las frecuencias necesarias del baño y del cambio de ropa, que para
más de 90 por ciento deben ser diarias. Igualmente, la población
se manifestó sobre las instalaciones y características necesarias
de la vivienda. En la mayoría de los casos coincidió con
las normas que he venido usando, siguiendo en gran medida las que definimos
en Coplamar, en el cálculo de la pobreza por necesidades básicas
insatisfechas (NBI). Este es el caso, por ejemplo, del máximo número
de personas por dormitorio, la existencia separada de cuartos de cocina
y sala-comedor, los materiales adecuados para techos y muros.
NO COINCIDIO EN otros casos. La mayor parte de los entrevistados
consideraron que era suficiente con pisos de cemento, y no consideraron
necesario los pisos con recubrimientos, que es la norma que hemos utilizado
desde Coplamar. En contraste, los entrevistados declararon el nivel de
estudios de preparatoria como el mínimo educativo, en contraste
con el de secundaria, que hemos venido utilizando. La población
consideró que al menos debe haber cuatro salidas con agua corriente
en cada vivienda: excusado, lavabo, regadera y fregadero. Las encuestas
y censos no captan estos elementos de las instalaciones hidráulicas,
por lo cual no ha sido necesario definir normas operacionales al respecto.
Sin embargo, las normas conceptuales coinciden plenamente con las respuestas
de la población. Igualmente, el tiempo libre que la mayor parte
de los habitantes de las ciudades considera necesario: unas horas cada
día, dos días a la semana y dos semanas de vacaciones, supera
las normas que he venido aplicando.
UNA PRIMERA MIRADA arroja la impresión que hay
una gran estabilidad en las respuestas, tanto entre grupos de ciudades
como entre hombres y mujeres, e incluso entre personas por grupos de edad.
Aunque esta encuesta constituye sólo un primer paso, que deberá
ser seguido de indagaciones en mayor profundidad, por medio de técnicas
de análisis cualitativo, y complementarse con encuestas similares
en otros tamaños de localidades (urbanas pequeñas y rurales),
ratifica de manera contundente que el orden de magnitud del costo de la
CNSE, además de reflejar las normas internacionales y nacionales,
y las banderas de las luchas populares, con las que se construyó
en 1982, coincide con las percepciones de la población en 2000.
La batalla conceptual para los minimalistas que fijan líneas de
pobreza de mera supervivencia, está perdida. En próximas
entregas continuaré con este análisis.
1 Santiago Levy, "La pobreza en México",
en Félix Vélez (ed.) La pobreza en México. Causas
y políticas para combatirla, Fondo de Cultura Económica,
Colección Lecturas, No. 78, México.