Costó 5 millones de dólares y
hasta la fecha lleva recaudados más de 200
Casarse... está en griego, entre las
cien películas más taquilleras de la historia
ARTURO CRUZ BARCENAS
La película Casarse... está en griego
(My big fat greek wedding) es el fenómeno cinematográfico
del 2002. Estrenada en abril pasado en 149 salas de Estados Unidos, después
de casi ocho meses sigue en cartelera con más de 2 mil copias en
ese país. Dirigida por Joel Zwick, fue producida por Rita Wilson,
Tom Hanks y Gary Goetzman, con un costo de 5 millones de dólares,
y a la fecha lleva recaudados más de 200 millones de taquilla.
Definida como una miniproducción independiente,
este éxito ha desafiado todos los postulados comerciales, pues su
reparto no incluye un nombre medianamente conocido en Hollywood. Está
colocada, ya, en el selecto grupo de las 100 películas más
taquilleras de la historia.
Lejos de decrecer en su comercialización, sus copias
han aumentado semana a semana. Películas millonarias en su producción
como Pearl Harbor, Godzilla, The perfect storm, Ocean's
eleven y Gladiator no han roto la barrera de las 2 mil copias
y los 200 millones de taquilla. Se prevé que Casarse... tendrá
una corrida de varios meses más, en Estados Unidos.
Con esos antecedentes, en primera instancia se pensó
que el fenómeno obedecía al tipo especial del público
estadunidense, pero el hecho se ha repetido en otros países, aunque
no necesariamente con el mismo patrón. En Brasil y Argentina los
resultados han sido excelentes, y en estos días se realiza una temporada
de prestrenos en México y Colombia.
Se trata de una comedia que se centra en la familia Portakolos,
preocupada por Toula (Nia Vardalos), quien con 30 años aún
no se ha casado y trabaja en Zorba el Danzarín, restaurante de comida
griega de sus padres: Gus (Michael Constantine) y María (Lainie
Kazan). Ella huele a pan de ajo.
Sus días son monótonos y aburridos, al igual
que su apariencia; se ve fea, sin atractivo. Lo que molesta es sobre todo
su actitud de timidez, sin carácter. Su vida es oscura. Los personajes
griegos de la cinta manejan valores a ultranza, en cuyo límite se
halla el padre, para quien todas las palabras derivan del griego e inventa
etimologías absurdas.
Toula despierta de su marasmo, estudia cómputo
y su vida cambia. Al reunirse con jóvenes muta su gris apariencia
y conoce a Miller (John Corbett), un galante profesor de preparatoria,
quien no encaja en la familia griega. Para casarse, Miller aceptará
pasar por todos los protocolos de la tradición griega, incluyendo
el bautizo.
En la función para la prensa las risas del público
denotaron que la gracia radica en lo cotidiano, en lo que todos estamos
relacionados. Quienes se han casado, comentaron, saben lo que implica pararse
ante un juez, un sacerdote o, desde antes, ir a pedir la mano, o, de plano,
irse a vivir sin mayor trámite con alguien.
La película toca el sentimiento común de
la institución que es el matrimonio, en este caso en forma de comedia
romántica. Ahora hay chavos que no quieren matrimoniarse porque
es difícil aguantar toda la vida a una pareja y porque la cosa económica
está difícil. Y tienen razón. Casarse... está
en griego, sí, y en chino, en mexicano y hasta en marciano.