La Policía Metropolitana debe volver al mando del alcalde Alfredo Peña: Tribunal Supremo
Tensión, bloqueos y amenazas de violencia y desabasto en Caracas
El verdadero liderazgo de la oposición está en las televisoras, asegura el ministro del Interior
GERARDO ARREOLA ENVIADO
Caracas, 18 de diciembre. La violencia, que está en la calle al alcance de la mano, y la amenaza de un mayor desabasto de combustible y alimentos, forman una mezcla explosiva que se diluye conforme cae la noche, pero se reaviva cada amanecer para inyectar alientos a la crisis política en Venezuela.
El estallido no se produce, pero hay olor a gas y tufo de fósforos encendidos.
Este miércoles se cumple el decimoséptimo día de paro de labores, impulsado por la oposición en demanda de la renuncia del presidente Hugo Chávez y elecciones generales. Por segunda vez en la semana también se realiza otro trancazo (por tranque o bloqueo) de Caracas, un corte de tránsito de siete horas.
Igual que el lunes, el bloqueo afecta más claramente al sector oriental de la zona metropolitana, con puntos de colapso total, pero con resultados irregulares en el centro y ninguna incidencia en occidente.
No es casualidad. La polarización del país se refleja plásticamente en Caracas y su mancha conurbada, convertidas en una Jerusalén latinoamericana. Las calles, las zonas y las grandes avenidas hace tiempo se tiñeron de color político, no sólo en sentido figurado. El rojo es chavista, lo cual excluye a esa opción de las credenciales policromáticas opositoras, hasta en la sencilla elección de una camisa o la bolsa de una dama.
La esquina de las avenidas Principal de Altamira y Francisco de Miranda está en el núcleo duro de la zona opositora. Los numerosos locales comerciales del área amanecen cerrados. Impiden el tránsito dos barricadas, custodiadas por una veintena de activistas.
Se forman bandos
Unos cien metros arriba, por la Miranda, otro bloqueo detiene a una larga columna de vehículos, que circulan lentamente y vuelven en "u". Un repartidor de pizzas en minimoto se indigna y grita "šgolpistas!" a los opositores, que le responden a coro: "šfue-ra, fue-ra, fue-ra!". El chofer de un autobús saca la cara por la ventanilla y lanza un alegato oficialista. El coro opositor arrecia. En segundos se han formado dos bandos de increpaciones incesantes y acaloradas y de puños que martillean en el aire.
En el cercano Centro Plaza, un típico mall de medio pelo, tres señoras en pantalones y celular al cinto golpean con cucharas sus sartenes y hacen cimbrar sus silbatos. Ejecutan un cacerolazo frente a un salón de belleza que está trabajando. Un responsable del lugar sale y dice que no tiene nada que ver con la política, que simplemente atiende el negocio. La brigada femenina hace un mitin relámpago, reparte volantes y sigue. Pasa de largo por un café al aire libre al que, dicen los meseros, ya lo han caceroleado sin éxito.
Los sartenes suenan frente a un pequeño supermercado. Ahí brincan tres fornidos guardias de seguridad privada, que piden a las señoras amablemente que permitan a los clientes hacer sus compras. Desde fuera del local las mujeres arengan. Una cuadra más adelante, ante otra barricada, se detiene una patrulla de la policía de Chacao, uno de los municipios anexos a Caracas, zona opositora. Ni a este potencial aliado quieren dejar pasar. Un activista es el más intransigente, levanta el puño y grita, repite, que nadie pasará. El joven patrullero baja, muestra sangre fría y convence a la mayoría. Libra el trance después de parlamentar media hora. En la esquina siguiente funciona un café-librería, el toque intelectual de la zona. Hoy cerrarán "hasta que nos dejen".
Una calle vecina ilustra la correlación de fuerzas: están abiertos una licorería, una lonchería y un restaurante italiano; una peluquería y un supermercado tienen las cortinas bajadas, pero admiten clientela por sus puertas entreabiertas; cerraron un restaurante catalán, dos agencias de viajes, un salón de belleza y un expendio de lotería. Por toda el área circulan pequeñas brigadas caceroleras. Repiten la consigna más pegajosa del movimiento: "šNi un paso atrás!"
En la avenida Victoria, zona oficialista, la policía de Caracas trata de remover el bloqueo. Hay gritos exaltados. De alguna parte llueven botellas y piedras. Los uniformados lanzan gases lacrimógenos. La espiral se interrumpe justo a un paso del estallido.
En la Autopista del Este la realidad rebasa por el carril de alta velocidad a la imaginación. Dos contingentes adversarios agotan la etapa de consignas y braceo y acuerdan una caimanera (una cascarita). Juegan un partido de futbol callejero con el mismo ánimo encendido, al calor de la porra que está caliente. Anotan los chavistas. No llegan ni a la media hora. Casi cerca de la una de la tarde, cuando concluye el trancazo, los dos contingentes se reúnen, se abrazan, lanzan vivas a Venezuela, a la unión de los venezolanos.
Los futbolistas de la Autopista del Este entran por la noche a la celebridad. Los líderes opositores, en su diaria cadena nacional por radio y televisión, elogian el gesto conciliatorio.
Los supermercados medianos y grandes, sumados al paro desde su inicio el 2 de diciembre, abren medio día, pero hoy ya empiezan a vaciarse algunos de sus anaqueles. Escasean la leche, productos refrigerados, algunas frutas y vegetales, harina, azúcar, refrescos y cervezas embotellados. La asociación nacional del ramo pide a los consumidores que moderen sus compras.
Pero antes que comprar, la gente necesita dinero. Los bancos, también en el antichavismo, funcionan tres horas por la mañana. Los cajeros automáticos no alcanzan a surtir el billete que demandan largas colas de ahorristas.
Las colas más ominosas son las de vehículos que esperan cargar combustible en las gasolineras abiertas, algunas custodiadas por la Guardia Nacional o el ejército. Hay empleados que pronostican una fuerte caída del abasto para este jueves.
Hay varios detenidos
El gobierno reacciona temprano. El ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello, sale en la televisión a mediodía a decir que el bloqueo irrita a la población y lesiona el derecho de libre tránsito. Que es una muestra de desesperación del movimiento opositor por no lograr un paro general ni alcanzar sus metas políticas. Por primera vez informa que hay varios detenidos por los trancazos.
Cabello llama a la población a que "no se deje manipular por el expediente de la violencia, ya que hay gente que no tiene nada que hipotecar desde el punto de vista político y están buscando una tabla de salvación". Dice que las policías municipales son responsables del orden público. Que el verdadero liderazgo del movimiento opositor está en las militantes empresas de televisión, por lo que no hay un líder que salga al frente a pedir un repliegue. "Eso los lleva al expediente de la violencia".
Por la tarde la oposición realiza sus dos marchas anunciadas.
A última hora una de ellas cambia de lugar de salida, la plaza La Candelaria, en pleno centro histórico de la ciudad, territorio oficialista. Desde temprano la zona es ocupada por partidarios del gobierno. No se produce la profanación pero se evita la violencia. La segunda marcha que también pasaba por el centro tiene que desviar su ruta para sortear a otro bastión chavista.
Todo en Venezuela tiene pasión política y etiqueta. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia anuncia con solemnidad un fallo, que es aguardado por cientos de personas, dentro y fuera del recinto oficial.
El tribunal dice que la Policía Metropolitana debe volver bajo las órdenes del alcalde mayor de Caracas, el opositor Alfredo Peña. Pero dice también que las unidades militares que mantienen el control de ese cuerpo desde el mes pasado, la Guardia Nacional y el ejército, tienen 15 días para entregar el mando.
Reconoce que esos sectores de la Fuerza Armada Nacional tienen facultades para realizar funciones policiales si fallan las instancias municipales y pide al Ministerio del Interior y Justicia que convoque al Consejo de Seguridad Ciudadana, un organismo que tiene, entre otras, la facultad de coordinar acciones de prevención y orden público.
Todo ese entramado jurídico y administrativo se traduce en la batalla callejera así: la oposición recupera el cuerpo, que fue puesto bajo control militar cuando el gobierno entendió que la alcaldía de Caracas no garantizaba el control efectivo de su policía y la preservación del orden público; pero la intervención puede durar dos semanas más, toda una vida a estas alturas; en fin, el fallo empuja al gobierno y al alcalde a sentarse a una mesa a definir planes de orden público