Una faceta poco conocida de Posada
MERRY MAC MASTERS
Con 150 años a cuestas, "José Guadalupe
Posada no ha envejecido ni tantito. Sigue siendo el genial artista
mexicano", afirma la crítica de arte Raquel Tibol, prologuista del
libro José Guadalupe Posada. Ilustrador de cuadernos populares
(Editorial RM), de Mercurio López Casillas, presentado en el Museo
Nacional de la Estampa, en el contexto de la exposición El cielo
por un beso. Cuadernos populares de José Guadalupe Posada. El
volumen recoge esa faceta poco conocida del grabador aguascalentense.
Nadie pidió a Posada que hiciera imagen con un
estilo propiamente mexicano, señaló Tibol. Nadie le pidió
que fuera un artista para la masa del pueblo. Porque "no era ni un analfabeta
ni una gente de poca cultura". Pero al irse con "los de abajo", que a su
vez ''lo descubrieron y lo consumieron'', Posada se desprende de la tradición
europea y aprende a ''traducir a la visibilidad mexicana''.
Al respecto, la periodista "aventuró" una "tesis
posible", que primero recordó el trabajo de Posada en Aguascalientes
y después en León, Guanajuato, al servicio del sector industrial
y comercial, cuando se comienza a desarrollar el capitalismo mexicano.
Una brutal inundación, no obstante, lo dejó sin nada. Fue
cuando Posada decidió emigrar a la capital, como bien consigna un
recuadro en la revista Patria ilustrada, editada por el abuelo de
Octavio Paz: "Vendrá a México uno de los grandes talentos
del país".
Si el grabador pudo haber seguido sirviendo a un sector
de la burguesía, "pues, nones", indicó Tibol, "dijo que hay
un pueblo que no sabe leer". En el caso de los "cuadernos" -el libro en
cuestión recoge cancioneros, infantiles y manuales, y al final incluye
una relación completa de ese material-, y dado que en la cultura
siempre han existido las "expropiaciones", Posada traducía las imágenes
europeas, de un cuento de los escritores al servicio de Vanegas Arroyo,
a la visibilidad mexicana.
El coleccionista y estudioso Ricardo Pérez Escamilla
discrepó con Tibol en tanto Posada "haya tenido un criterio tan
personal como para seleccionar entre la burguesía y el pueblo".
Más bien, "es el resultado de una tradición de 100 años
de litografía combativa mexicana". (Más adelante, Tibol señalaría
que contrario a los otros litógrafos, Posada se sirvió de
la lucha política para crear un estilo.)
Para Pérez Escamilla "la litografía tiene
más proyección en la formación de nuestro país
que la televisión en el siglo XX", lo cual explica por qué
Posada va a ser "nuestro más amado artista": "Es nuestro Posada
porque nos ayuda a identificarnos. Es el creador de la estética
de la pobreza con dignidad. Por eso lo amamos tanto. La catrina, en
mi concepto, representa a nuestra nación en formación: es
una pobre disfrazada de rica".
El libro, explicó el editor Ramón Reverté,
es el segundo del proyecto Biblioteca de Ilustradores Mexicanos. Pronto
se presentará un volumen sobre Fermín Revueltas. En 2003
se reditará el libro de Raquel Tibol sobre dicha faceta en Diego
Rivera, así como ediciones sobre Leopoldo Méndez y Francisco
Toledo.