Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 19 de diciembre de 2002
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Cultura
Una faceta poco conocida de Posada

MERRY MAC MASTERS

Con 150 años a cuestas, "José Guadalupe Posada no ha envejecido ni tantito. Sigue siendo el genial artista mexicano", afirma la crítica de arte Raquel Tibol, prologuista del libro José Guadalupe Posada. Ilustrador de cuadernos populares (Editorial RM), de Mercurio López Casillas, presentado en el Museo Nacional de la Estampa, en el contexto de la exposición El cielo por un beso. Cuadernos populares de José Guadalupe Posada. El volumen recoge esa faceta poco conocida del grabador aguascalentense.

Nadie pidió a Posada que hiciera imagen con un estilo propiamente mexicano, señaló Tibol. Nadie le pidió que fuera un artista para la masa del pueblo. Porque "no era ni un analfabeta ni una gente de poca cultura". Pero al irse con "los de abajo", que a su vez ''lo descubrieron y lo consumieron'', Posada se desprende de la tradición europea y aprende a ''traducir a la visibilidad mexicana''.

Al respecto, la periodista "aventuró" una "tesis posible", que primero recordó el trabajo de Posada en Aguascalientes y después en León, Guanajuato, al servicio del sector industrial y comercial, cuando se comienza a desarrollar el capitalismo mexicano. Una brutal inundación, no obstante, lo dejó sin nada. Fue cuando Posada decidió emigrar a la capital, como bien consigna un recuadro en la revista Patria ilustrada, editada por el abuelo de Octavio Paz: "Vendrá a México uno de los grandes talentos del país".

Si el grabador pudo haber seguido sirviendo a un sector de la burguesía, "pues, nones", indicó Tibol, "dijo que hay un pueblo que no sabe leer". En el caso de los "cuadernos" -el libro en cuestión recoge cancioneros, infantiles y manuales, y al final incluye una relación completa de ese material-, y dado que en la cultura siempre han existido las "expropiaciones", Posada traducía las imágenes europeas, de un cuento de los escritores al servicio de Vanegas Arroyo, a la visibilidad mexicana.

El coleccionista y estudioso Ricardo Pérez Escamilla discrepó con Tibol en tanto Posada "haya tenido un criterio tan personal como para seleccionar entre la burguesía y el pueblo". Más bien, "es el resultado de una tradición de 100 años de litografía combativa mexicana". (Más adelante, Tibol señalaría que contrario a los otros litógrafos, Posada se sirvió de la lucha política para crear un estilo.)

Para Pérez Escamilla "la litografía tiene más proyección en la formación de nuestro país que la televisión en el siglo XX", lo cual explica por qué Posada va a ser "nuestro más amado artista": "Es nuestro Posada porque nos ayuda a identificarnos. Es el creador de la estética de la pobreza con dignidad. Por eso lo amamos tanto. La catrina, en mi concepto, representa a nuestra nación en formación: es una pobre disfrazada de rica".

El libro, explicó el editor Ramón Reverté, es el segundo del proyecto Biblioteca de Ilustradores Mexicanos. Pronto se presentará un volumen sobre Fermín Revueltas. En 2003 se reditará el libro de Raquel Tibol sobre dicha faceta en Diego Rivera, así como ediciones sobre Leopoldo Méndez y Francisco Toledo.

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