Despertando pasiones, Televisa y TV Azteca le
han destinado más de mil horas
En puerta, nueva escalada mediática sobre el
caso Trevi
Los programas realizados para "esclarecer" el asunto
superaron incluso el rating de la toma de posesión de Fox
El costo de publicidad en esas emisiones, por encima del normal
JENARO VILLAMIL
Tras casi cuatro años de acoso, desde que comenzó
a circular el libro La Gloria por el Infierno, escrito por Rubén
Aviña, en abril de 1998, y a un trienio de la persecución
judicial, desde que salió del país, el caso de la cantante
Gloria Trevi y su mánager Sergio Andrade alcanzará estos
días renovado interés, convirtiéndose en el escándalo
mediático de más largo aliento en la televisión privada
mexicana, que ha incluido programas "especiales" para acusar a la cantante
de ser cómplice de abuso sexual, de narcosatanismo y del homicidio
de su hija, pasando por perfiles y entrevistas de quienes defienden, denuestan
o explican el fenómeno Trevi.
No hay medias tintas. El caso ha despertado pasiones y
una guerra feroz por el rating, quizá sólo similar
al provocado por el asesinato del conductor Francisco Stanley. Impuso agenda
en las secciones de espectáculos de los medios que le entraron a
la criminalización. Generó un negocio paralelo: los betsellers
en torno al caso (La Gloria por el Infierno, Mi despertar, Revelaciones
y Tras las rejas con Gloria Trevi, por mencionar los de mayor
venta). Sobre todo, se ha convertido en la peor muestra de linchamiento
encabezado por una televisora, TV Azteca, contra la rebelde de pelo suelto,
y una radiografía de cómo los consorcios de la pantalla pueden
hacer y deshacer a su antojo sus productos.
Televisa
y TV Azteca han destinado más de mil horas en tiempo-aire a desentrañar
y especular sobre el caso. El programa especial El recuento de los daños,
producido por Televisa y transmitido en Canal 2, tuvo un rating de
16.7 a 17.1 puntos, de acuerdo con Ibope, mientras que la serie dedicada
a Trevi en el programa El ojo del huracán, de TV Azteca,
adquirió un rating de 14.1 a 9.1 puntos en julio de 2001.
En el primer caso se trató de una serie de 12 capítulos más
imparcial, con un guión más repetuoso, mientras que en El
ojo del huracán, de cuatro emisiones repetidas, se especulaba
sobre el supuesto homicidio del hijo de la Trevi; también incluía
una entrevista fuera de tiempo con Sergio Andrade y un tono sensacionalista
digno de la canción Doctor siquiatra.
En ambos casos, los puntajes de rating fueron mayores
al que tienen las barras matutinas de ambas televisoras e incluso más
altos que la audiencia promedio del noticiero estelar de Joaquín
López Dóriga o que el que registrara en su momento la transmisión
de la toma del poder de Vicente Fox el 1º de diciembre de 2000. Por
ejemplo, Televisa comercializó el bloque de 20 segundos de su especial
en 75 mil pesos, mientras que TV Azteca lo vendió en 93 mil 100
pesos, rangos superiores al de un espacio normal.
La internacionalización televisiva y radiofónica
del caso también ha sido impresionante. La cadena estadunidense
E-Entertaiment transmitió un especial sobre el caso en su serie
Historias verdaderas, el 28 de julio de 2001, y anunció que
la entrevista con la cantante era una auténtica "bomba". En realidad
el programa siguió el mismo hilo conductor que los especiales de
TV Azteca: presentar la historia de ascenso y caída de Trevi a partir
de los escándalos sucesivos de las jóvenes que pertenecieron
al grupo, y de sugerir el asesinato de la hija de la intérprete
regiomontana. Quizá lo más importante de este programa fueron
las declaraciones de Trevi sobre el nacimiento de su hija y su advertencia:
"si yo no accedo a pasar por víctima o por loca, van a decir que
me suicidé".
En Brasil, donde han permanecido Andrade, Trevi y Mary
Boquitas enfrentando el juicio de extradición, el programa de
la cadena Telemundo Ocurrió así batió récords
de audiencia. El motivo: la imagen de la otrora rebelde latinomericana
en la prisión de Bahía.
La prensa escrita de espectáculos, en particular
las revistas adscritas a los consorcios televisivos mexicanos, no ha dejado
de publicar la cobertura de los pormenores del caso: desde la "fuga" de
Karina Yapor, las revelaciones sobre "los hijos" de Andrade, las especulaciones
sobre los mensajes satánicos y sadomasoquistas en canciones como
Ya no, grabada en 1991; el proceso de extradición de Mary
Boquitas, Trevi y Andrade; el nacimiento de Angel Gabriel, hijo de
Gloria, y especulaciones sobre la depresión que al parecer sufrió
la cantante que otrora se dio el lujo de romper con Televisa y retornar
después con un jugoso contrato de 8 millones de dólares en
septiembre de 1996.
De la adhesión al linchamiento
En medio de este panorama, no dejan de sorprender la persistencia
e insistencia en el innegable fenómeno de popularidad y mercadotecnia
que sigue generando Gloria Trevi. Primero, por la vía de la adhesión
y la simpatía desbordante entre 1991 y 1994, que la llevaron a obtener
ocho discos de oro y a vender en menos de tres meses más de 300
mil copias de su calendario Trevi 92.
Justamente 1992 constituyó el gran salto de la
cantante regiomontana a la industria discográfica internacional.
Su canción Zapatos viejos fue conocida en todo el continente.
Al año siguiente realizó apoteósicas giras en Colombia,
Perú, Argentina y Puerto Rico. En cada plaza la audiencia, en su
mayoría mujeres jóvenes de clase media y baja, se emocionaba
con los desfiguros de la Trevi en el escenario: desvestía a hombres
que se prestaban como "voluntarios" de una liberación femenina perfectamente
calculada; imitaba los gestos y las consignas de los cantantes rebeldes
mexicanos y de la mítica Janis Joplin; lograba captar la atención
con su hiperactividad y su carisma.
El fenómeno de popularidad llevó a la Trevi
a declarar en junio de 1994, con el lanzamiento de su disco Más
turbada que nunca, que en cinco o seis años se casaría,
porque su ambición sería la Presidencia de la República.
En encuentros con sus clubes de fans, sugería permanentemente
sus aspiraciones políticas. Eran los tiempos de la crisis del salinismo
y del derrumbe de expectativas. Para una audiencia desencantada, los desplantes
de Trevi representaban un guiño del espectáculo hacia la
política. Obviamente, ningún analista político tomó
en serio su desfiguro, pero sí era lo suficientemente rentable para
transmitirlo en los programas de espectáculos. ¡Por primera
vez una cantante pop se atrevía a asumir que la mercadotecnia le
serviría como plataforma de lanzamiento para un cargo político!
En ese momento nadie imaginaba que un político como Vicente Fox
seguiría algunas de las estratagemas mediáticas de la Trevi
para ganar adeptos y popularidad.
En 1995 culminó el contrato de exclusividad que
tenía la Trevi con Televisa. Su mánager, Sergio Andrade,
negoció con TV Azteca, la competencia amenazante para el otrora
monopolio televisivo, un programa especial sobre la realización
del calendario de ese año. Rompiendo los cánones del veto
y la exclusividad, Trevi apareció en diciembre de ese año
en la pantalla de la empresa del Ajusco.
La reacción de Televisa no se hizo esperar. En
marzo de 1996 Televisa congeló a la cantante. Entre las múltiples
especulaciones que surgieron, se comenzó a manejar el rumor de acusaciones
contra Sergio Andrade por abuso sexual. Trevi coquetea con TV Azteca y
pretende sacar el máximo provecho posible con una y otra televisora.
En septiembre de ese mismo año, después de haber despotricado
contra la empresa de Emilio Azcárraga, la cantante retorna a Televisa
con un contrato de 8 millones de dólares para hacer cuatro telenovelas,
seis películas y conducir el programa XETU Remix, el cual
resultó un fiasco en términos de rating.
La televisora de Ricardo Salinas Pliego emprende la venganza
contra Gloria Trevi. La punta de lanza fue el programa Ventaneando,
conducido por Patricia Chapoy. Esta conductora, a raíz de la publicación
del libro La Gloria por el Infierno, preparó "reportajes
especiales" en los que hizo gala de su peculiar estilo para generar escándalo,
aprovechar el amarillismo como un gancho para la audiencia y criticar a
la competencia, a la cual ella misma perteneció.