Carlos Marichal
Lula, Porto Alegre y Davos
Dentro de una semana comienzan simultáneamente dos grandes actos que representan las dos caras contrastantes de la globalización: el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, y el Foro Social Mundial que se celebra en Porto Alegre, Brasil. En el primero, los ejecutivos de las mayores empresas del planeta se reunirán en hoteles de lujo en medio del invierno alpino para formular acuerdos que contribuyan a facilitar su gobierno global de la economía. En el segundo, en un ambiente festivo y tropical pero militante se reunirán miles de activistas de muchísimos países; conferencias, mesas redondas y debates permitirán profundizar proyectos para impulsar cambios políticos y sociales futuros que sean favorables a las mayorías populares.
Está previsto que el recientemente electo presidente de Brasil, Luiz Inacio da Silva (Lula), asista a ambos eventos. Para Lula, el primer presidente obrero de Latinoamérica, es clara su simpatía con las propuestas de reformas sociales, políticas y financieras que emanarán de Porto Alegre, pero también es indispensable para su administración mantener abiertos canales de comunicación con los dirigentes de la economía mundial, que son los presidentes de las empresas transnacionales.
Ambos foros mundiales constituyen espacios claves para entender el fenómeno contradictorio (y conflictivo) de la globalización de nuestros días, y precisamente por ello merece la pena prestar atención cuidadosa a sus resultados y propuestas. A la reunión de Davos, asistirán mil 300 directivos de las principales empresas globales, así como 250 dirigentes políticos, 260 ejecutivos de empresas de los medios de comunicación, 170 académicos y un centenar de responsables de ONG y fundaciones. Su meta específica consiste en celebrar sesiones para identificar los temas estratégicos que afectarán al desempeño de las compañías transnacionales que financian al Foro económico mundial. Pero debe observarse que además, esta organización se ha diversificado y celebra reuniones de ejecutivos en los distintos continentes a lo largo del año, constituyendo espacios destacados del gobierno corporativo internacionalizado de nuestros días.
Al Tercer Foro Social Mundial que se celebrará en Porto Alegre se espera que asistan cerca de cien mil activistas. Evidentemente, la mayoría será del propio Brasil pero también acudirá muchísima gente de Latinoamérica, Europa, los Estados Unidos y el resto del mundo. Este año hay cinco temas centrales que se discutirán en el Foro Social: el desarrollo democrático y sustentable, los derechos humanos, los medios de comunicación y la contra/cultura, los retos de la democracia a escala nacional y mundial, y la lucha por la paz y contra la guerra.
Entre las iniciativas que se revisarán en Porto Alegre se incluyen propuestas de reformas financieras para permitir un desarrollo económico y social más equitativo. Entre ellas se encuentra la campaña (actualmente en marcha) para que se realicen auditorías de la deuda externa en diversos países con objeto de determinar la legitimidad de muchos préstamos que fueron aprobados por regímenes autoritarios y corruptos. La idea es que no deben pagar el servicio de deudas fraudulentas aquellos pueblos contribuyentes que nunca fueron consultados sobre las mismas. Con este objeto, se propondrá la formación de una Tribunal Internacional de Arbitraje de Deuda Soberana. Esta propuesta se llevará a discusión en los foros internacionales especializados para que el Tribunal se constituya de manera similar a la Corte Internacional de La Haya.
Al parecer, Lula podrá trasmitir algunas de las propuestas del foro de Porto Alegre en la reunión de Davos. Por lo pronto, los encargados de las finanzas brasileñas, en sus discusiones con el Fondo Monetario Internacional, han planteado que es necesario excluir de cualquier cálculo del déficit público el gasto que implicara la campaña para erradicar el hambre, que acaba de lanzarse en Brasil. Ello significa un planteamiento inovador, que contribuye a modificar los discursos habituales en los medios financieros con objeto de que se incluyan en la contabilidad las cuestiones sociales y de la pobreza. Estos antecedentes recientes auguran que las prioridades de Porto Alegre se harán presentes en Davos, aunque sin duda provocarán una fuerte resistencia.