Amenaza de otro Acteal, provocación foránea
y voces en favor de la militarización
Resurgen violencia y fantasmas en Chiapas
Más testimonios de hombres armados en el este
de Ocosingo y el camino a Comitán
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de las Casas, Chis., 5 de febrero. De
pronto, otra vez la violencia y sus fantasmas. ¿Qué situación
se tiene cuando el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe
Arizmendi, y el procurador chiapaneco, Mariano Herrán, coinciden
en invocar al Ejército Mexicano para que ponga orden en ciertas
regiones indígenas? También cuando el Departamento de Estado
de Washington solicita al gobernador Pablo Salazar Mendiguchía que
movilice a los militares para poner orden en determinada comunidad zapatista
y defender los intereses presuntamente amenazados de ciudadanos estadunidenses.
¿Cuáles vasos comunicantes unen la expedita
declaración de Pedro Chulín (diputado local priísta
y líder de una organización señalada como paramilitar
en el norte de la selva Lacandona), diciendo que las muertes en la comunidad
chamula de Tres Cruces (donde no hay zapatistas) "son por culpa del EZLN",
y la acusación de la Alianza Evangélica Ministerial de los
Altos de que los zapatistas "intimidan" a sus fieles, también chamulas?
Será
que el mundo se ha vuelto loco, que los católicos tradicionales
(y priístas) de San Juan Chamula son capaces de declarar en un comunicado
que, de no resolverse el problema de Tres Cruces, "el pueblo deberá
aplicar la ley del Talión, y sería lamentable el segundo
Acteal". Por aquello de que también el primero lo hicieron miembros
del PRI.
De pronto se crea ante la opinión pública
un paisaje donde se difuminan las líneas divisorias entre los ajustes
de cuentas de las mafias chamulas, las provocaciones de ciudadanos estadunidenses
contra indígenas zapatistas y las presiones del Consejo Coordinador
Empresarial para que "se aplique el estado de derecho en Montes Azules",
desalojando a las comunidades que allí se encuentran.
El comunicado del Departamento de Estado estadunidense,
previniendo a susciudadanos que pretendan ir a Chiapas, señala con
precisión que "deben evitar los viajes adonde se sabe que hay disputas,
incluyendo las áreas rurales al este de Ocosingo y toda la porción
sureste de la selva al este de Comitán". No menciona al municipio
alteño de San Juan Chamula, pero el secretario de Gobierno chiapaneco,
Emilio Zebadúa, quiso intrepretar que los asesinatos en Chamula
son la verdadera razón de la que el gobernador Salazar Mendiguchía
ha llamado "campaña de desprestigio" de autoridades estadunidenses
contra el estado.
En las antesalas de su guerra contra Irak, el gobierno
estadunidense expresa preocupación por la selva Lacandona, y presiona
para que el gobierno mexicano aplique medidas represivas y militares.
Por si todo esto no calienta lo suficiente los aires chiapanecos,
se acumulan testimonios sobre aparición de grupos armados. ¿Dónde?
Entre el este de Ocosingo y la porción sureste de la selva hacia
Comitán. Pero no es de eso que previene Washington a sus ciudadanos,
ni mucho menos.
Grupos
de hombres armados con "cuernos de chivo", uniformados de negro y el rostro
cubierto, han sido vistos por diversos indígenas entre Ocosingo,
Altamirano y Comitán en días recientes. Bases de apoyo del
EZLN son intimidadas por estos grupos en los municipios autónomos
Francisco Gómez, Ernesto Che Guevara y Vicente Guerrero.
En este último, los campesinos han constatado la
reaparición de un vieja banda de asaltantes, conocida como Los
Puñales, que parecía apagada, y que desde 1997 se relacionó
con otros grupos paramilitares. Dentro y fuera de su guarida en La Floresta
(entre Amatenango del Valle y Comitán) sus miembros han sido vistos
armados, con uniforme, y ya balearon a un campesino en enero pasado.
En algún lugar entre Cuxuljá y Ocosingo,
un indígena zapatista fue secuestrado, drogado e interrogado por
hombres armados. Al ingreso de la cañada de Patihuitz, bases del
EZLN del municipio Francisco Gómez han atestiguado también
estas "apariciones" que, todo indica, quieren mostrar su presencia.
Esta región de Ocosingo-Altamirano es, coincidentemente,
la que en septiembre pasado documentaron de manera casi exclusiva los servicios
de inteligencia para los funcionarios que participan en el Grupo Chiapas
(la mitad del gabinete foxista y todo el gobierno del estado), y les pintaron
un panorama en el que las comunidades autónomas son, en todos los
casos, "responsables" de los conflictos.
No se menciona en la documentación que las muertes
de cuatro indígenas bases de apoyo zapatistas en agosto (tres de
ellas en Ocosingo y Altamirano) siguen impunes, y que los asesinos están
identificados en todos lo casos (si bien mencionan como "actores" del asesinato
ocurrido en Altamirano a los tres "presuntos" asesinos, dejando claro que
dos de ellos son del PRD, y como quiera siguen prófugos).
A todo esto, ¿dónde quedó Chamula?
En este escenario, donde indígenas priístas amenazan irresponsablemente
con realizar "el segundo Acteal" mientras diversas personalidades hacen
peticiones frívolas o interesadas para "meter" al Ejército
Mexicano aquí o allá, se puede olvidar que si algo abunda
en las tierras indígenas de Chiapas son tropas, cuarteles y sanquintines
militares. Y que el gobierno sigue aplicando políticas contrainsurgentes
de carácter "social" para "contener" y "debilitar" a los rebeldes
(aunque también los llame "legítimos"), en vez de cumplir
acuerdos y crear condiciones para la paz.
Al borrar las diferencias entre los conflictos presuntamente
religiosos, partidarios o mafiosos de la compleja y muy extendida sociedad
chamula, con la guerra de baja intensidad contra los municipios autónomos
(más los nuevos ingredientes de "salvamento ambiental" y promoción
de intereses privados y trasnacionales), lo mismo da si se acumulan las
mentiras, la distorsión de los hechos y los prejuicios racistas.
Se trata de vender la idea de que los índígenas chiapanecos
son "salvajes" o "ingobernables". ¿Otra vuelta de tuerca en la espiral
de la militarización? Eso significaría más guerra,
no paz.