Sergio Rodríguez Lascano
Los acuerdos de San Andrés: Ƒsí o no?
Pablo Gómez, dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), señala en su artículo titulado "Marcos no quiere amigos" que la bancada de su partido en el Senado cometió el error de votar la contrarreforma indígena pero que, igualmente, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se equivocó al firmar los acuerdos de San Andrés, nada más que con el agravante de que mientras el partido político ya se criticó, el grupo rebelde no lo ha hecho.
Al elaborar esta equivalencia Gómez se viste de cuerpo entero.
Según nos aclara, en el programa vigente del PRD y en la plataforma legislativa para 2003-2006, ese partido, a diferencia del EZLN y de una gran mayoría de pueblos indios (esta última parte Gómez la ignora olímpicamente), sí expone con claridad una visión de lo que debemos entender por autonomía regional. Me parece loable que el PRD tenga ese planteamiento, pero entonces todo este tiempo nos han mentido. Están contra los acuerdos de San Andrés, en tanto los consideran un error que limita la aspiración de autonomía, lo cual significa un paso atrás en tanto no se hizo caso a lo que el movimiento indígena había planteado.
Por fin entendemos la razón profunda que guió a los senadores del PRD para votar en contra de los acuerdos de San Andrés. Pero resulta que no, en tanto ellos no votaron lo que dice el programa de su partido ni su plataforma legislativa. Su error, según Gómez, no fue el no apoyar los citados acuerdos, sino no promover una ley con base en lo que dice su partido político.
Claro, luego todo es confuso. ƑA quién le hacemos caso? ƑA lo que declara la dirección del PRD autocriticándose o a Pablo Gómez? ƑAl PRD que promueve, junto con varias personalidades democráticas, la elaboración de un referendo, con cuyo resultado se comprometen y en el cual se plantea que hay que luchar por echar abajo la ley votada en el Congreso de la Unión y retomar los acuerdos de San Andrés, o a Pablo Gómez?
La conclusión es obvia: o el PRD está mintiendo y le mintió a los más de tres millones de mexicanos que, según sus cifras, participaron en dicho referendo, o Pablo Gómez considera que la autocrítica de su partido y lo que resultó de esta consulta ciudadana es un error, equivalente al que cometieron sus compañeros senadores. Claro, Gómez tiene en su favor que si su documento titulado Plataforma legislativa 2003-2006 representa alguna utilidad, entonces la razón está de su lado, y lo que llevarán a debate a la próxima legislatura será una propuesta diferente a los acuerdos de San Andrés y por fin dejarán de vivir en el error. Como ciudadano con derecho a voto es importante saberlo para normar mi decisión.
Pero hay algo más de fondo en todo esto. Gómez sabe cómo se llegó a la decisión de firmar los acuerdos de San Andrés. San Andrés fue y es un ejemplo de cómo se deberían hacer las propuestas para modificar o crear leyes. Fue y es un acto soberano de la mayoría de los pueblos indios de México. Desde la parte más profunda de nuestro país, los pueblos indios ofrecieron una lección que no se limita a nuestras fronteras, sino que ha tenido una repercusión mundial. Nunca en la historia reciente de México un movimiento social autónomo pudo generar un espacio tan amplio de participación, discusión y toma de decisión, y en él la del EZLN era una voz, pero no La Voz.
Cuando se decidió la firma de los acuerdos se llevó a cabo una discusión seria y sustentada entre varios representantes de los pueblos indios y especialistas (tuve la fortuna de estar ahí como observador). Al final, si no me equivoco, unánimemente se decidió firmar dicho documento, pero al mismo tiempo elaborar un texto titulado "Punto y seguido", en el cual se señalaban explícitamente las asignaturas pendientes que dejaban los acuerdos. A nadie se le planteó que olvidara o abandonara sus conceptos y propuestas de autonomía; lo que se propuso y se logró fue que todos se comprome-tieran a impulsar una gran movilización en favor de convertir lo firmado en ley.
Eso tuvo uno de sus momentos cumbres con la Marcha del color de la tierra. No sé si Gómez recuerde alguna acción ciudadana, al margen de la cuestión electoral, en la que un amplio sujeto social promueve una ley y dice al Congreso de la Unión: "Aquí está la oportunidad de legislar de otra manera". No es exagerado comentar que si nuestros legisladores hubieran votado en favor de los pueblos indios, es decir, por esa ley (pese a lo que opina Gómez), la tan cacareada reforma del Estado hubiera comenzado. Claro, si entendemos por reforma del Estado no un simple acuerdo entre políticos profesionales, sino un verdadero proceso que redefine el pacto social y el papel de los sujetos sociales en el desarrollo del proyecto nacional. Si se quiere buscar un ejemplo de lo que significa la elaboración de un nuevo proyecto de ciudadanía soberana y constituyente, hay que volver la vista y estudiar esa experiencia, y no querer contraponerle el texto de un partido, por respetable que sea.
Finalmente, Gómez comete el error que le achaca al vocero de los pueblos zapatistas. El reclama porque el subcomandante insurgente Marcos considera a la base del PRD honesta pero tonta; sin embargo, el primero, al considerar que la base zapatista no es sectaria como su vocero y su comandancia (digo, hay que leer los discursos del primero de enero, para aquellos que querían que hablaran otros diferentes al subcomandante), pero sí tonta, utiliza el mismo método.
El problema, realmente, es más complejo que querer reducir y caricaturizar las cosas de esa manera, y tiene que ver con visiones políticas. Hace algunos años, un gran poeta, director de cine y militante comunista, Pier Paolo Pasolini, dijo que el Partido Comunista Italiano (que independientemente de lo que cada quien piense de su política, era un gran partido) era "un país dentro de un país". Pues bien, si aplicáramos esto mismo al PRD, sería bueno que escucháramos y prestáramos atención a lo que los ciudadanos de ese país están diciendo de lo que está pasando al interior de sus fronteras. Lo dicho por el subcomandante es un pálido reflejo de lo que tus conciudadanos (Pablo Gómez) dicen de su (tu) país. Solamente te recomiendo que leas La Jornada de los días recientes y Proceso de la semana en curso.
Un país de izquierda, que vive en un país donde hay más gente, debe luchar y trabajar con un objetivo fundamental: que la gente que vive en el país que los envuelve avance política y culturalmente hacia un pensamiento de izquierda. Con Rudolph Giuliani, los segundos pisos, la prohibición de los conciertos tecno, la entrada de José Guadarrama al PRD, las negociaciones con Carlos Jonguitud Barrios para definir candidatos en San Luis Potosí, el reciente espectáculo de la selección de candidatos a delegados (con un derroche de recursos insultante), etcétera (todo lo cual no es un señalamiento de los que habitamos el país que los envuelve sino, otra vez, de tus conciudadanos), no se está cumpliendo con ese objetivo. No es al EZLN a quien tienen que demostrar que siguen siendo un partido de izquierda, es a tus conciudadanos y a los ciudadanos de todo México.
Y para no dejar, creo que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional sí quiere tener amigos. Pero está educado a la antigua, le gusta que sus amigos hagan honor a su palabra.