La muestra de la Fundación Automatia
Musica llega por vez primera al continente
Músicos invisibles inundará de
sonoridad mecánica el Franz Mayer
Se podrán admirar orquestriones y órganos
de barbarie, entre más de 80 instrumentos
El fonógrafo, al reproducir la voz humana, marcó
la extinción de esos aparatos
MERRY MAC MASTERS
Un parque de diversiones del pasado sonoro, completo con
orquestriones, orgános de barbarie, sillas musicales, autómatas
que tocan, organillos, fonógrafos, matorrales de aves cantoras,
es en lo que se ha convertido el Museo Franz Mayer con la llegada de la
exposición Músicos invisibles, proveniente de la Fundación
Automatia Musica (FAM), con sede en Bruselas, Bélgica, que será
inaugurada mañana a las 19:30 horas.
La muestra de más de 80 instrumentos de música
mecánica del siglo XIX hasta el presente, fabricados en diferentes
países, se exhibe por vez primera en el continente americano. Cada
pieza encierra una historia. Entre las espectaculares hay un órgano
de baile en forma de un muy kitsch Mini Taj Mahal, de 3.08 metros
de largo y 3.09 metros de alto, construido en 1920, que trabaja con 84
notas. El orquestrión Decap -también ocupa toda la pared-,
decorado a la manera de los años 50, se utilizaba en cafés
y salones de baile y todavía emplea los antiguos cartones perforados.
En materia de autómatas, aparte de los de época,
una réplica de Adolphe Sax (1814-1894), inventor del saxofón,
fue fabricada especialmente para la Fundación Automatia Musica.
Esta pieza única toca a dúo con un piano que funciona mediante
un sistema electrónico de disquetes.
Otra pieza asombrosa es un violín-piano automático
de monedero (cabe mencionar que sólo hay tres piezas conocidas de
violines automáticos y la FAM posee dos). Inventado por un estadunidense,
este modelo de música mecánica esperaba en Nueva York ser
embarcado en 1912 en el viaje de regreso del Titanic.
También se incluye una reconstrucción a
escala del teatro veneciano La Fenice, con un espectáculo de autómatas
y música mecánica, que fue hecha en 2000.
Visitas guiadas
De todas las muestras organizadas por el Museo Franz Mayer,
ésta es una de las más ''aparatosas", afirma Isabelle Gelinas,
directora de comunicación del recinto. En el aspecto de embalaje,
aparte de los cuidados acostumbrados, las piezas también necesitan
de una protección especial contra la humedad. Cubiertas con bolsas
gruesas de papel aluminio, las piezas son colocadas en cajas que, a su
vez, van dentro de contenedores. ''Es la primera vez que vemos llegar cuatro
containers, de 40 pies cúbicos cada uno, en las callecitas
del Centro Histórico", anota Gelinas.
La FAM nació a finales de 1994 para ofrecer a los
jóvenes el gusto y el amor por los oficios del arte de la música
que decaían en Europa. Scarlett de Fays, directora de exhibiciones
internacionales de esa fundación, explica que ésta más
bien funciona como asociación de coleccionistas que se agruparon
para difundir la música mecánica.
Cada coleccionista presta sus piezas en comodato a cambio
de que la fundación las restaure, haga las reparaciones necesarias,
para poderlas exhibir. De modo que el grueso de las casi 250 piezas pertenecen
a particulares. Concluido el comodato de dos o tres años, los coleccionistas
recogen sus piezas y se retiran. Por lo general, hay 10 coleccionistas
a la vez relacionados con la fundación.
La institución, entonces, cuenta con talleres en
los que también se fabrican los llamados órganos de barbarie.
Para el montaje de Músicos invisibles viajaron a México
los jóvenes técnicos Serge Cange y Benoit Paulis, quienes
también son fabricantes de órganos. Cabe mencionar que se
mostraron muy interesados en los cilindros mexicanos, al grado de ofrecerse
para repararlos y afinarlos.
En el primer siglo de nuestra era, Herón de Alejandría
describe en su tratado Neumático, fuentes musicales y autómatas
movidas por la circulación de agua o presión. Pero fue en
la Edad Media, con el invento de los relojes de pesas, que vieron la luz
los primeros instrumentos de música mecánica. En el siglo
XVII se sustituyeron las pesas por muelles. El maestro relojero genovés,
Antoine Favre, al parecer fue quien primero tuvo la idea, en 1796, de hacer
música colocando varias láminas unas al lado de otras afinadas
de forma diferente y accionándolas mediante un cilindro con púas.
El fonógrafo marcó la muerte de la música
mecánica, pues podía reproducir la voz humana.
Dadas las caracerísticas de Músicos invisibles,
la exposición se visitará en grupos de 30 personas, que saldrán
cada 10 o 15 minutos. Los guías, aparte de mostrar los instrumentos,
harán tocar algunos.
Uno de los objetivos de la muestra es que el visitante
sea partícipe de todo un universo sonoro que le permita emprender
un viaje fuera del tiempo.
Arriba, piano de 24 notas que funciona con manivela; máquina
perforadora para escribir textos, y caja de Polyphon que utiliza discos
de 28 centímetros de diámetro. En la imagen inferior, una
caricatura de músicos que buscan a los músicos que habitan
esa caja FOTOS CATALOGO DE LA MUESTRA MUSICOS INVISIBLES