"De puro milagro no se nos han muerto los bebés"
Abandono, hedor, hacinamiento... la realidad del Hospital
Juárez del Centro
ANGELES CRUZ
En total abandono económico y administrativo, el
Hospital Juárez del Centro, ubicado en La Merced, sobrevive después
de más de siglo y medio de historia "por la urgente necesidad de
los enfermos". Las mujeres embarazadas llegan a dar a luz y por "indicaciones
precisas" del director son recibidas aun cuando por la falta de equipo
y personal, la certeza sobre la seguridad para la salud de la madre y el
bebé sea nula.
Tragedias como las del hospital de Comitán, Chiapas,
pueden repetirse en este nosocomio capitalino. En realidad, dicen algunos
médicos, "de puro milagro nos hemos salvado" de una situación
similar, pero las condiciones están dadas porque si bien está
abierto durante las 24 horas, en las noches y fines de semana no es seguro
que haya un solo doctor para atender las urgencias, además de que
las condiciones físicas del inmueble no son las mejores.
En contraste con el área clínica, en la
oficina de la dirección general del Hospital Juárez del Centro,
dependiente de la Secretaría de Salud (Ssa), el panorama es diferente.
Es amplia y limpia, de techos altos y con un jardín pleno de flores
y arbustos, en la que no hay lugar para la depresión. Su ocupante,
Elías Rescala Baca, así lo afirma y se ufana de su preciosa
vista, pero calla cuando se le menciona que por desgracia los pacientes
no pueden decir lo mismo.
A varios metros se encuentra el área del nosocomio,
dos bloques para la consulta externa, urgencias, gineco-obstetricia y cirugía,
cuyo aspecto es desolador: oscuro, maloliente, sin ventilación y
con riesgo "muy alto", según doctores, de infecciones por virus
o bacterias.
Cientos de personas que todos los días llegan al
nosocomio en busca de ayuda para curar sus padecimientos desconocen el
riesgo que corren al ingresar, porque pese a que en la entrada se ofrece
a lo usuarios atención para diversas especialidades, los doctores
carecen del equipo y la infraestructura adecuadas para el desempeño
de sus labores.
De acuerdo con la normatividad oficial, el Juárez
de la Merced ni siquiera debiera llamarse hospital, ya que no tiene camas
censables (para internamientos). Cuenta con 66 espacios (camas y camillas)
para albergar a los enfermos y la irregularidad estriba en que en el área
de gineco-obstetricia, por ejemplo, conviven las mujeres en labor de parto,
las que ya dieron a luz, el cunero patológico (recién nacidos
con deficiencias funcionales) e incluso pacientes de cirugía ginecológica,
sin que exista entre ellos separación alguna que elimine los riesgos
de infecciones por virus o bacterias.
La unidad tampoco cuenta con el equipo suficiente para
la atención neonatal. A decir del director general, Elías
Rescala Baca, existen cinco incubadoras, pero en los dos recorridos que
La Jornada hizo por el hospital se pudo observar que en el área
respectiva sólo había dos, de las cuales una funcionaba correctamente.
Según el funcionario, una más estaba en urgencias, otra en
la oficina de la jefa del servicio y la quinta en reparación.
La postal del abandono
El
abandono económico y administrativo se observa en todas partes:
salas de "internamiento" sin ventilación ni separaciones mínimas
entre pacientes; techos que se caen a pedazos y paredes dañadas
por las fugas en las tuberías intramuros. Lo anterior y la proximidad
con áreas desocupadas hace varios años, en las cuales la
tierra y el mal olor son característicos, hacen temer a los trabajadores
por su seguridad y la de los enfermos. También ahí existe,
dicen, un riesgo muy alto de contaminación.
El sismo del 19 de septiembre de 1985 derrumbó
la torre de hospitalización de 12 pisos y más de 400 camas.
Cientos de personas perdieron la vida ahí, en el Hospital Juárez,
al que se considera cuna de la cirugía mexicana. Ahí se realizó
la primera radiografía y en 1942 se fundó el primer banco
de sangre.
El sanatorio se inauguró el 23 de agosto de 1847
en el edificio del Colegio de los Agustinos de San Pablo, para la atención
de los mexicanos que combatieron a las tropas estadunidenses que invadieron
el país en aquel año. Adoptó su nombre en honor al
Benemérito de las Américas, un día después
de su muerte, el 19 de julio de 1872.
Con motivo del centenario, se inició una remodelación
global del hospital, y en 1970 se restituyó al convento su aspecto
original. Así funcionó hasta 1985, cuando se dividió
el nosocomio en cuatro unidades, y en 1988 se creó por decreto presidencial
el Hospital Juárez de México, que se ubicó en la zona
norte de la capital del país.
A lo que quedó del viejo hospital se le denominó
Juárez del Centro y siguió dando servicio médico,
como lo hace hasta la fecha, pero en una situación jurídica
y administrativa indefinida.
Dentro de la estructura de la Secretaría de Salud
(Ssa), está ubicado en la Dirección General para la Descentralización
Hospitalaria, que a su vez depende de la Subsecretaría de Relaciones
Institucionales. En el primer año del gobierno foxista se tenía
el proyecto de transferirlo al Gobierno del Distrito Federal, pero de acuerdo
con el informe de labores de septiembre de 2002 de la Ssa, ahora se analizan
dos "escenarios alternativos": el primero es descentralizarlo como una
Jefatura de División de Cirugía de Corta Estancia y el segundo
convertirlo en un servicio de consulta externa especializada. En ambos
casos dependería del Hospital Juárez de México.
Sin embargo, admite Rescala Baca, todo el proceso está
estancado. El gobierno capitalino rechazó aceptar bajo su jurisdicción
al hospital y hasta ahora no existe ningún documento oficial que
defina la situación jurídico-administrativa del nosocomio.
Resulta entonces que funciona como hospital de segundo
nivel sin que tenga el equipo y la infraestructura necesarios para ello.
Se atiende a diabéticos con complicaciones, cirugías varias,
partos naturales y por cesárea, entre otros. También es unidad
de cirugía de corta estancia, porque según el director, 80
por ciento de los procedimientos son de este tipo, es decir, los pacientes
permanecen internados por un tiempo que no rebasa las 24 horas.
Debido a que sus camas no son censables (para internamiento),
la unidad hospitalaria no está considerada dentro de las asignaciones
presupuestales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP). Sus recursos de operación en este año ascienden a
22 millones de pesos. Para Rescala Baca estos son "tecnicismos, membretes
que determinan el aporte de lana", nada más.
-¿Y la calidad?
-Bueno, sí, pero no es posible no ser un hospital.
Los partos se atienden y se da soporte al bebé. Tenemos área
de urgencias pediátricas... y si llega un diabético descompensado,
no lo corremos a las seis de la tarde. Lo tenemos aquí el tiempo
que sea necesario.
Efectivamente así es. En el Hospital Juárez
del Centro se otorgan alrededor de 63 mil consultas y se realizan unas
3 mil cirugías al año, pero con muchas carencias. El pan
de todos los días, admite el funcionario, es la búsqueda
de "apoyos" en otros hospitales, para que reciban a los pacientes que en
el Juárez del Centro no se pueden atender.
"Aquí le pedimos a Dios que nos ayude, porque no
hay de otra forma. Si no nos auxilian, no lo logramos", dice, y enfatiza
en que él es el primero que quiere tener el doble de médicos,
equipo moderno, que la clínica sea más efectiva y con capacidad
para atender a todos quienes lo soliciten.
Algunos doctores entrevistados por La Jornada resaltaron
que los primeros afectados por la indefinición administrativa del
hospital son ellos y los pacientes. "A veces tenemos que hacer milagros,
porque hay enfermos, pero no las herramientas para trabajar". Y es que
en el área de cirugía ni siquiera existen las condiciones
mínimas de asepsia para el personal que va a realizar alguna operación
quirúrgica, además de que esa zona está en un edificio
cuyo primero y segundo niveles son laboratorios que desde hace varios años
no se utilizan. Ambos pisos están llenos de tierra, y con un penetrante
olor a viejo y suciedad.
Otra irregularidad mencionada por los médicos es
la falta de personal, principalmente en fines de semana y en horario nocturno.
Las historias de muertes innecesarias se repiten, sólo que por tratarse
de gente de escasos recursos, indígenas y a veces indigentes, ni
quien se entere o se preocupe.