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México D.F. Miércoles 4 de junio de 2003
EN SUECIA, Y LEJOS DE LA CONSTITUCION
Ayer,
en una reunión con empresarios suecos, el presidente Vicente Fox
porfió en su determinación de permitir la inversión
privada, tanto nacional como extranjera, en "la cadena de producción,
fabricación, transformación o distribución de petróleo
o energía", y se jactó de que se están construyendo
en el país 26 plantas generadoras de electricidad "y todas bajo
inversión privada, por medio de la fórmula que tenemos".
El mandatario fue secundado en el aserto por Eduardo Sojo, coordinador
de Políticas Públicas de la Presidencia, quien aseveró
que el sector de los energéticos está abierto al capital
foráneo. "Actualmente en México los sectores público
y privado tienen la oportunidad de invertir en generación de electricidad",
dijo el funcionario.
Es entendible, y hasta deseable, que el titular del Ejecutivo
federal procure atraer inversiones extranjeras al país. Pero es
inadmisible que promueva las oportunidades de inversión en México
si para ello violenta, como hizo ayer en Estocolmo, la Constitución
de la República, la cual señala en su artículo 27:
"Tratándose del petróleo y de los carburos
de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales
radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán
los que en su caso se hayan otorgado y la nación llevará
a cabo la explotación de esos productos, en los términos
que señale la ley reglamentaria respectiva. Corresponde exclusivamente
a la nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer
energía eléctrica que tenga por objeto la prestación
de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones
a los particulares y la nación aprovechará los bienes y recursos
naturales que se requieran para dichos fines."
El empecinamiento del actual gobierno en quebrantar este
precepto y en seguir otorgando autorizaciones ilegales a particulares para
que generen, distribuyan y comercialicen energía eléctrica
no sólo erosiona la autoridad y la institución presidenciales
-¿con qué base podría demandar Fox respeto a otras
disposiciones de la Carta Magna?- sino que constituye una falta de respeto
al principio de separación de poderes -porque corresponde al Legislativo
decidir si se reforma o no el artículo constitucional citado- y
representa un flagrante atropello al espíritu republicano y al más
elemental sentido de legalidad y civilidad.
Más aun, al ofrecer a los inversionistas extranjeros
que participen en el sector energético, el Presidente siembra perspectivas
de problemas futuros, posiblemente graves, al país, toda vez que
los contratos y las inversiones que pudiesen resultar de tal ofrecimiento
tendrían que ser revocados por el Poder Judicial o por el Ejecutivo
que suceda al actual.
Por las razones mencionadas, es necesario y urgente que
el grupo gobernante desista de su empeño de transgredir la Carta
Magna.
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