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México D.F. Lunes 16 de junio de 2003

RUMBO AL 6 DE JULIO

Alentar el abstencionismo, riesgo del enfrentamiento de las tres principales fuerzas

PAN, PRD y PRI, una vieja historia de agravios que alimentan el desprestigio

Las divisiones internas y el decrédito ante la sociedad permean el quehacer partidista

Con este reportaje, La Jornada inicia la publicación de una serie de trabajos relativos al ambiente político previo a los comicios del próximo 6 de julio y la coyuntura que atraviesan los partidos

ENRIQUE MENDEZ, RENATO DAVALOS, JUAN MANUEL VENEGAS Y GEORGINA SALDIERNA

La "historia de agravios" mutuos entre las principales fuerzas políticas anticipa que en la próxima Legislatura en San Lázaro no habrá grandes acuerdos y explica también la naturalización de las campañas de "desprestigio y fango", en un entorno político hundido en el descrédito social. A ese escenario se suma la operación política del reaparecido ex presidente Carlos Salinas, en cuyo partido -el PRI- se prevé que la bancada tricolor será una "fracción de fracciones"

En ese partido, el líder nacional, Roberto Madrazo, forjó una alianza con un viejo amigo, Jorge Emilio González, ahora dirigente del PVEM, el mismo legislador que con su voto contribuyó a frenar el juicio político contra el tabasqueño en la 57 Legislatura por el oneroso gasto de campaña cuando era candidato a la gubernatura.

En una coincidencia más, tanto panistas como perredistas y priístas llegan a las urnas precedidos de fisuras internas aún no resueltas. Se configura así un panorama en el que la proyección es que gane el partido de la abstención con un nivel de más de 50 por ciento.

La fractura panista se antepone a su proverbial disciplina histórica. Los protagonistas: el presidente Vicente Fox, su esposa y ex vocera, Marta Sahagún, Diego Fernández de Cevallos y su socio de bufete, Antonio Lozano Gracia; el ex contralor Francisco Barrio, el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda, y la influencia de elementos externos como el ex canciller Jorge Castañeda y sus vínculos con Elba Esther Gordillo, la secretaria general del PRI.

PAN: el pleito Fox-Fernández de Cevallos

El antiguo pleito Fox-Fernández de Cevallos amenaza, incluso, con provocar la salida anticipada de Luis Felipe Bravo Mena de la dirección nacional del PAN, en tanto el desgaste que implica el ejercicio de gobierno ha ocasionado que un partido con tradicionales liderazgos consolidados llegue a San Lázaro con figuras mermadas.

El diferendo panista se inició el 3 de julio de 2000, cuando Fox anunció quiénes integrarían su equipo de transición, del cual desplazó al PAN. Otro elemento fueron las declaraciones iniciales del presidente electo en el sentido de que no gobernaría con Acción Nacional. La integración del gabinetazo terminó por reflejar esa disputa.

La primera confrontación abierta ocurrió cuando el mandatario soslayó al panismo y retomó los acuerdos de San Andrés Larráinzar, que envió como iniciativa para la discusión de la Ley de Derechos y Cultura Indígenas. A un lado quedó el proyecto que el PAN había presentado desde 1998 en el Senado. El trabajo, en el que se empeñó el entonces senador Bravo Mena, fue desdeñado por el Presidente, que juró llevar la plataforma panista a su gobierno.

Después, en la asamblea nacional de 2001, la airada militancia blanquiazul reclamó a Fox el ninguneo al partido. Le reprochó no haber acabado con la estructura territorial del priísmo sustentada en las delegaciones de las secretarías de Estado en las entidades y complicó la selección como consejeros nacionales de la entonces vocera Marta Sahagún y de Ramón Muñoz, su brazo derecho en Los Pinos.

Ocho meses después, las consecuencias de ese desencuentro se ampliaron hasta limitar la asignación de candidaturas a las diputaciones exclusivamente a panistas con amplia trayectoria partidista.

Fracasada la reforma fiscal en 2001, por ausencia de coordinación entre Los Pinos y los grupos parlamentarios, al año siguiente foxistas y panistas configuraron un pacto y crearon una comisión de enlace para solucionar las diferencias.

Cuando apenas se iniciaban los contactos, se interpuso la elección interna del dirigente nacional. Carlos Medina Plascencia se presentó como candidato oficial del foxismo y Bravo Mena como el representante del establishment, de la burocracia, apoyado por Fernández de Cevallos.

La cargada foxista apoyó a Medina y ofreció a Bravo la Secretaría del Trabajo, que aceptó en principio. Fernández de Cevallos y Santiago Creel, entonces aliados, le aconsejaron que rechazara el puesto en el gabinetazo. Pero estas gestiones fueron insuficientes y Fernández de Cevallos terminó imponiéndose nuevamente en la disputa por el control partidista.

Pese a este diferendo, se retomó el diálogo y el panismo aceptó a Ramón Muñoz como interlocutor directo con Fox, no obstante que carecía de carrera partidista y no tenía vínculo alguno con el partido. Aunque el empuje del círculo presidencial permitió imponer a Medina Plascencia como coordinador de la campaña electoral federal que culmina este 6 de julio, desplazó a Bravo Mena del control de la estructura electoral, que se traduce en el manejo presupuestal.

Las diferencias no concluyeron ahí. La revancha foxista contra Fernández de Cevallos y su grupo se produjo en la selección de candidatos a diputados plurinominales. Desde Los Pinos se recordó el viejo litigio del senador con la Secretaría de la Reforma Agraria, en el que está en entredicho su desempeño como legislador y litigante, mediante el cual pretende cobrar más de mil 200 millones de pesos por un proceso de disputa de tierras.

Fernández de Cevallos promovió la posibilidad de que Antonio Lozano Gracia fuera incluido en la lista plurinominal. Entonces se rememoraron las andanzas de éste como procurador de la República, en el inicio del sexenio zedillista, que culminaron entre el escándalo de la vidente La Paca y la calavera encontrada en El En-canto, y la historia del segundo tirador en el caso del magnicidio de Luis Donaldo Colosio.

Las gestiones dieguistas fracasaron. En ello influyó la acción de Ramón Muñoz, quien llamó en varias ocasiones a la cúpula panista que palomeó a los aspirantes para "sugerirles" la conveniencia de que Lozano no fuera incluido. Paralelamente expuso que la preferencia presidencial estaba del lado de Francisco Barrio y del asesor legal de Los Pinos, Juan de Dios Castro, a quienes incluso mencionó como posibles coordinadores de la bancada.

Fernández de Cevallos no aguantó vara y rompió la disciplina partidista. Se lanzó contra el presidente Fox y su séquito partidista, a quienes acusó de enviarle desde la residencia oficial "fuego amigo". Tiene identificados a la esposa del Presidente, al vocero Rodolfo Elizondo y a Ramón Muñoz como sus principales adversarios.

Con todo ello el liderazgo de Bravo Mena se tambalea. Los foxistas le han preparado el terreno para su salida y ya se menciona a Medina Plascencia y Elizondo como probables sustitutos. Luis Felipe sólo permanecería en el cargo en el remoto caso de que el PAN obtuviera un triunfo avasallador, lo que parece improbable.

Por si fuera poco, desde diciembre de 2002 Bravo Mena sabe que el partido perderá la gubernatura de Nuevo León. Los panistas han abandonado a su candidato, Mauricio Fernández, y en ese proceso también perderán la capital, Monterrey. Además están en riesgo de quedarse sin las alcaldías de Guadalajara y León.

PRI: frágil tregua interna

El PRI se presenta a las votaciones del 6 de julio con la carga económica de la multa de mil millones de pesos impuesta por el Instituto Federal Electoral (IFE) tras concluir que el partido recibió 500 millones de pesos del sindicato petrolero, y con una frágil tregua interna vigente sólo hasta el 6 de julio, después de la disputa por las cuotas de las candidaturas plurinominales.

No obstante que la cúpula dirigente y los gobernadores pactaron "amarrar a sus perros", las diferencias se mantienen y abrieron un nuevo flanco por el control del grupo parlamentario en la 59 Legislatura, proceso en el que no sólo se invierte tiempo en amarres, sino también dinero para "la compra de votos de los diputados electos, que deberán elegir a su coordinador", según han denunciado los mismos militantes.

Apenas hace unos días, la secretaria general, Elba Esther Gordillo y el líder del sector popular, Manlio Fabio Beltrones, protagonizaron un escándalo en el contexto de una agria disputa por hacerse de la coordinación de la próxima bancada en San Lázaro.

Se prevé que las dificultades se recrudecerán conforme se acerque la fecha de nominar al candidato presidencial. En tanto, Gordillo opera para hacerse de la principal posición de la bancada. Además contribuye -por conducto de la diputada Lorena Beauregard- a impulsar una corriente "antimadracista" en la que el principal actor es el ex candidato presidencial, Francisco Labastida Ochoa, rival político de Madrazo desde el proceso interno de noviembre de 1999.

A finales del año pasado, el dirigente nacional priísta construyó un acuerdo con los gobernadores para que éstos sólo intervinieran en el proceso interno de marzo pasado para la elección de los candidatos de mayoría relativa, pacto que rompieron los propios mandatarios cuando pretendieron intervenir en la designación de los pluris.

El principal conflicto fue entre el gobernador Arturo Montiel Rojas y Madrazo. El mexiquense reprochó, mediante su secretario de Gobierno, Manuel Cadena, que se excluyera de las listas a militantes propuestos desde Toluca y se privilegiaran las cartas de Elba Esther Gordillo.

Ese lance dio pie a la profesora para deslindarse del palomeo. El 29 de abril ofreció una conferencia de prensa para cuestionar la integración de las listas. Tuvo entonces el primer acercamiento con Montiel Rojas y después inició una serie de contactos con los gobernadores, que le facilitó el propio Madrazo, quien la designó encargada de construir la agenda legislativa del PRI.

La dirigente moral del magisterio cobró sus propias facturas. El día de la conferencia reprochó que del listado plurinominal fueran excluidos militantes con méritos para aspirar a una curul. Dos de sus prioridades, el ex gobernador de Chiapas Eduardo Robledo y el ex coordinador de giras de la campaña labastidista, Esteban Moctezuma, fueron rechazados.

Al jaloneo y la desconfianza entre los grupos de poder dentro del partido se sumó la intervención del ex presidente Carlos Salinas, quien días antes del anuncio de las listas reunió en la boda de su hija Cecilia a Madrazo y Gordillo con el ex presidente Miguel de la Madrid, los gobernadores Montiel y Manuel Angel Núñez Soto, de Hidalgo, y con el ala que controla los hilos del Revolucionario Institucional.

Además, en la 59 Legislatura los priístas se encontrarán con viejos y nuevos rivales. Compartirán curul con Francisco Barrio, quien inició la investigación por el Pemexgate, y con Pablo Gómez, quien presentó la queja ante el IFE que derivó en la multa de los mil millones y en la investigación que sigue la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, que aún no concluye las pesquisas en contra de los dirigentes petroleros Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana Prieto.

El PRD y el tope de 20%

El fantasma de 1999 y su peso electoral en los comicios de 2000, que lo volvieron a situar en el tercer lugar de las preferencias ciudadanas y por debajo de la banda histórica de 20 por ciento, llevó al PRD durante los dos pasados años a una recomposición de sus liderazgos internos.

Con la dirección del partido en manos de Amalia García tras la anulación del proceso interno de 1999, el perredismo emprendió el camino de la reconstrucción, que culminó el 18 de marzo de 2002 con la elección de Rosario Robles como presidenta nacional. A ello se sumó la complejidad de organizar en un solo día la renovación de toda la estructura. Ocho procesos que terminaron por rebasar al Servicio Electoral Nacional.

Los comicios no estuvieron exentos de graves irregularidades, desorden y prácticas que se creían desterradas, según concluyó el informe que para el fin elaboró el ex procurador capitalino Samuel del Villar.

La dirigencia amalista consolidó a su grupo y no pudo avanzar por arriba de 20 por ciento, que se convirtió en una obsesión interna perredista. Las acusaciones internas de concertacesiones, de entreguismo e incluso de haber aceptado, en principio, algunos cargos ofrecidos por Fox en el gabinete, como la Secretaría de Medio Ambiente y la de Desarrollo Social, terminaron de ensombrecer ese periodo.

Para los comicios internos los chuchos y los amalios comprometieron una alianza contra Robles, que conformó un grupo conocido por los mismos perredistas como los roscas (Rosario Robles y Cuauhtémoc Cárdenas).

Sin cifras durante diez días, con acusaciones mutuas y el partido al borde de una nueva anulación del proceso interno, finalmente fue electa Robles, aunque estatutariamente tuvo que ceder la secretaría general a un chucho-amalio, que recayó primero en Raymundo Cárdenas. Este senador zacatecano prefirió retornar a su escaño en la cámara alta. Hoy el cargo es ocupado por Carlos Navarrete. Los roscas se aliaron para la victoria con los misoles (Héctor Sánchez-Saúl Vicente), los cívicos (Mario Saucedo) y los redires (José Antonio Rueda).

Se abrió entonces una tregua entre las corrientes que se prolongó hasta finales del año pasado, cuando empezaron los vientos de la selección de candidatos para la elección federal del 6 de julio. Esta vez los grupos apostaron a su propia fuerza y fueron al proceso en forma separada. Robles ya no pudo validar la alianza y promovió candidaturas externas, de algunos ex priístas, que fueron cuestionadas con el argumento de "pragmatismo extremo" y eligió la encuesta como método electivo, embargando buena parte del proceso democrático, de acuerdo con lo que argumentan sus detractores.

La fórmula escogida derivó en nuevas irregularidades y excesos, especialmente en las precampañas en lugares como el Distrito Federal. Cuestionamientos, recursos ante los órganos internos y, al final, un agitado consejo en el que se validó la elección. Sólo 14 de los 32 candidatos externos que propuso Robles. En el listado plurinominal sólo pudo proponer a un candidato, Inti Muñoz. La militancia demanda una reforma interna, que se dirimirá en un congreso en enero de 2004. En medio, un proceso sucesorio por la candidatura a la Presidencia de la República, en el que las encuestas sitúan con la preferencia ciudadana e interna a Andrés Manuel López Obrador. Cuauhtémoc Cárdenas ha decidido tomar distancia de la dirigencia con recurrentes viajes al extranjero. En los próximos meses, de los resultados de la elección, de la propia reforma interna y del curso ideológico que asuma el proyecto dependerá la definición del aspirante en 2006.
 
 

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