México D.F. Lunes 16 de junio de 2003
REPORTAJE /ELECCIONES EN
JALISCO
A 21 días del proceso, encuestas marcan hasta
5 puntos de diferencia
Focos rojos del PAN jalisciense ante un posible
repunte priísta
Las pugnas internas en el blanquiazul, escándalos
de corrupción y el actual gobierno de Francisco Ramírez Acuña,
cuestionado por su perfil autoritario y la falta de resultados en materia
de seguridad y obra pública, han terminado por desgastar la imagen
de los albiazules después de 8 años en el poder
CLAUDIA HERRERA BELTRAN ENVIADA
Guadalajara, Jal., 15 de junio. El Partido Acción
Nacional (PAN), encendió los focos rojos en Jalisco, ante
la posibilidad de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) le
arrebate Guadalajara y otras ciudades importantes de las 124 alcaldías
que están en disputa, y que esto se convierta en la antesala del
regreso de los priístas a la gubernatura en 2006. En la capital
tapatía los resultados de las encuestas auguran un final de fotografía.
Las pugnas internas en el blanquiazul escándalos
de corrupción y el actual gobierno de Francisco Ramírez Acuña,
cuestionado por su perfil autoritario y la falta de resultados en materia
de seguridad y obra pública, han terminado por desgastar a los albiazules
después de ocho años en el poder.
El candidato panista a la presidencia municipal de Guadalajara
es Emilio González, ex dirigente del desaparecido Partido Demócrata
Mexicano, cuya principal oferta es la honestidad y que ha fincado su imagen
en slogans como el de "que no haya gente que se acueste sin comer",
para atraer la simpatía de las clases populares que tradicionalmente
han sido canasta de votos del PRI.
González
se enfrenta al abanderado priísta Jorge Arana Arana, muy conocido
en Jalisco porque lleva cuatro años en campaña. En 2000 contendió
por la gubernatura con Ramírez Acuña, en unas elecciones
sobre las que todavía pesa la duda de quién fue el ganador.
Esta ventaja y el carisma de Arana de inmediato pusieron
al priísta en la delantera con más de 20 puntos sobre González,
lo que asustó al panismo nacional y jalisciense.
Frente a este panorama, los grupos panistas, muy enfrentados
entre sí, tuvieron que hacer una tregua y cerrar filas, mientras
que el mandatario estatal, en coordinación con el gobierno federal,
inundó la televisión y tapizó de anuncios las calles
para destacar sus resultados. Los priístas ya los acusan de haber
orquestado una elección de estado, tal como lo hacía el tricolor
en el pasado.
La mercadotecnia política, la carta de honestidad
de González, y las acusaciones de corrupción que los panistas
revivieron en contra de Arana, finalmente contribuyeron a disminuir la
brecha. A 21 días del proceso electoral, las encuestas de los periódicos
locales marcan hasta cinco puntos de diferencia, y no se descarta la posibilidad
de un empate técnico.
Sin embargo, el PRI mantiene una ventaja de más
de 20 puntos porcentuales en Puerto Vallarta, de cinco puntos en Zapopan,
y está muy parejo en Ciudad Guzmán y en San Juan de los Lagos,
cuatro plazas clave para el panismo. También va adelante en 17 de
los 20 distritos electorales donde se juegan 40 espacios en el Congreso
local, de acuerdo a las mismas encuestas.
Con más de 50 por ciento del electorado de la entidad,
Guadalajara y su zona metropolitana -integrada por los municipios de Zapopan,
Tonalá y Tlaquepaque- son la clave de este proceso, pero no sólo
por el volumen de votos. La alcaldía de Guadalajara se ha convertido
en el último escalón hacia la gubernatura y Arana a eso le
apuesta públicamente.
Pero el resurgimiento del PRI y un eventual voto de castigo
de los electores no podría entenderse sin analizar lo que ha ocurrido
con el panismo local: el desmembramiento del poderoso grupo Zapopan, que
en 1995 le arrebató el poder al PRI y que hizo gobernador a Alberto
Cárdenas Jiménez, así como las luchas internas por
las candidaturas.
Pugnas en AN, signo de deterioro
En 1988, en la vieja casona de Montenegro, sede del blanquiazul,
comenzó a gestarse el grupo Zapopan, aquél que al cabo de
los años enfrentaría al panismo tradicional que encarnaron
figuras como la de Gabriel Jiménez Remus, actual embajador en España,
y Héctor Pérez Plazola, secretario de Gobierno de Ramírez
Acuña.
La confraternidad de Zapopan estaba integrada, entre otros,
por Raúl Octavio Espinoza, José María Hernández
Quintero, Fernando Garza y Martín Gómez Plascencia.
En su búsqueda por quitarle la estafeta a los panistas
tradicionales, los zapopanos apadrinaron nuevos cuadros. Uno de ellos fue
Alberto Cárdenas Jiménez, un joven profesor del Tecnológico
de Monterrey que luego de afiliarse al partido, contendió y ganó
la presidencia municipal de Ciudad Guzmán, un enclave priísta.
Luego de esa primera prueba, Bebeto -como le llaman
a Cárdenas Jiménez- quedó suficientemente perfilado
para lo que fue el primer proyecto del grupo Zapopan: darle a Jiménez
Remus una lección en las internas para la gubernatura de Jalisco.
Para sorpresa de esos jóvenes panistas, el novel candidato se convirtió
en el abanderado blanquiazul.
Y
mayor fue el asombro cuando en 1995 le ganó la gubernatura al priísta
Eugenio Ruiz Orozco, que pagó la factura de las explosiones del
22 de abril de 1992, del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas
Ocampo en 1993 y la crisis económica del 94.
Bebeto tuvo tres años de fábula,
con un gabinete de lujo y el bono de la alternancia, que contrarrestaron
sus novatadas. Pero al cabo de los años comenzaron los recelos en
las filas panistas. Raúl Octavio Espinoza, quien fue el principal
impulsor de su candidatura, se vio obligado a renunciar como secretario
de Gobierno, acosado por denuncias de corrupción y de presuntos
vínculos con el narcotráfico.
En un nuevo intento por regresar a los escenarios políticos,
Espinoza recibió el golpe de gracia cuando José Ramírez
Acuña, hermano del actual gobernador, y quien tuviera una polémica
gestión como presidente municipal de Zapopan, también por
denuncias de corrupción, pidió su expulsión del PAN,
y la de otros panistas.
En 2000 los zapopanos quedaron marginados de la contienda
interna por la gubernatura del estado. Ramírez Acuña, considerado
el más priísta de los panistas y con profundas ligas con
el ala tradicional, fue elegido abanderado del blanquiazul.
Si la candidatura de Ramírez Acuña provocó
resentimientos, las pugnas arreciaron cuando éste quedó muy
cerca de perder la gubernatura frente al priísta Jorge Arana. En
los años posteriores las luchas continuaron tras bambalinas hasta
que en 2002 se dieron abiertas batallas a causa de las candidaturas.
Dedazos en Guadalajara y en Zapopan
A principios de este año, Emilio González,
Tarcisio Rodríguez y Fernando Guzmán Pérez Peláez
-abogado del caso Posadas Ocampo y muy cercano al cardenal Juan Sandoval
Iñiguez- se inscribieron en la convocatoria del PAN a la presidencia
municipal de Guadalajara.
En la disputa interna los tres se recriminaron mutuamente
de estar recibiendo apoyos de los distintos grupos. Tarcisio Rodríguez
acusó al gobernador de estar apadrinando a Emilio González,
y afirmó que había irregularidades en el padrón electoral
de militantes, por lo que decidió renunciar, pero luego regresó
a la contienda.
Finalmente, González obtuvo la candidatura, pero
en el ánimo de los panistas quedó la impresión de
que hubo dedazo de Ramírez Acuña en alianza con el
actual presidente municipal de Guadalajara, Fernando Garza, que surgió
del grupo Zapopan.
Al mismo tiempo, en Zapopan se registraron Juan Sánchez
Aldana, José María Hernández Quintero, Manuel de la
Cerda y Raúl Octavio Espinoza como precandidatos a las internas
del PAN.
Pero la convención no se hizo. Fernández
Guzmán -el perdedor en Guadalajara- recibió como premio de
consolación la candidatura en Zapopan, pero sólo le duró
unas horas ante la reprobación de los panistas zapopanos y las críticas
de personajes de peso como Cárdenas Jiménez.
La salida de Guzmán abrió un nuevo compás
de espera, que hizo muy intenso el estira y afloja entre los contendientes
que restaban. Luego sobrevino el dedazo del Comité Ejecutivo
Nacional del PAN en beneficio de Tarsicio Rodríguez y las impugnaciones
de Espinosa en el Tribunal Federal Electoral.
Esto dio paso a la creación de tres grupos visibles:
por un lado, el del gobernador, y de otro, el que encabezan Fernando Garza,
heredero del grupo Zapopan, y el del Comité Ejecutivo Estatal, comandado
por Herbert Taylor, actual coordinador del Plan Puebla Panamá y
ex dirigente del panismo local.
El PAN dio muestras de que no era el partido unido y democrático
por el que los jaliscienses habían votado ocho años atrás.
El desgaste del gobierno
Otro factor que puede ir en contra de las pretensiones
hegemónicas de Acción Nacional en estas elecciones son los
errores cometidos en los últimos meses del gobierno de Cárdenas
Jiménez, entre los que se encuentra el escándalo de un jugoso
bono sexenal para funcionarios del gobierno y diputados y la construcción
de los Arcos del milenio, una suntuosa obra.
A esto se suma el rápido desgaste de la administración
de Ramírez Acuña, que ha sido blanco de críticas por
la falta de resultados en materia de obra pública y de combate a
la inseguridad, además de su estilo autoritario y sus alianzas con
viejos priístas y con sindicatos corporativos como la CROC.
A más de dos años de gobernar, la mayoría
de las grandes obras que prometió siguen pendientes, como la mejora
en el abasto de agua, la construcción de nuevas vialidades en una
ciudad que padece graves problemas de tránsito.
En los círculos políticos también
se cuestionan las alianzas del mandatario estatal con sus opositores priístas.
Es el caso de la incorporación a su gabinete de Enrique Dau Flores,
quien fuera encarcelado por su negligencia en las explosiones del 92, y
que actualmente es director de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento.
Ahora los panistas temen que la población le cobre
la factura por las divisiones internas y los escasos resultados del gobierno.
(CON LA COLABORACION DE JOSE DIAZ, CORRESPONSAL.)
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