México D.F. Lunes 16 de junio de 2003
La Jornada entrevistó a los dos
ex militares que capturaron al argentino en Bolivia
Ahora que conozco al Che siento respeto por
él, afirma Mario Vargas
Su muerte fue una ejecución sumaria, y una ejecución
no es legítima, acepta Gary Prado
ARTURO GARCIA HERNANDEZ/III ENVIADO
Santa Cruz de La Sierra, Bolivia. Los dos militares
que encabezaron los combates contra la guerrilla del Che Guevara
en Bolivia viven para contarlo. Dudoso y paradójico privilegio:
su triunfo en el campo de batalla los ha colocado en el lado ominoso de
la historia. Son los villanos de la película: Mario Vargas Salinas
y Gary Prado. Ambos conforman el fondo gris sobre el que resalta el perfil
heroico del Che.
Vargas Salinas era capitán cuando comandaba la
tropa que emboscó el 31 de agosto de 1967 a uno de los dos grupos
en que se había dividido la guerrilla. En la emboscada murieron
ocho guerrilleros, entre ellos la célebre Tania (Haydée
Tamara Bunke Bider). Vargas también se encargó de levantar
el acta de inhumación de los restos del Che Guevara en las
inmediaciones del antiguo aeródromo de la ciudad de Vallegrande.
En 1995 reveló las coordenadas que permitieron localizar los restos
que en 1997, en el marco de los 30 años de la muerte del Che,
fueron llevados a Cuba.
Gary
Prado enfrentó al grupo que comandaba Ernesto Guevara y capturó
al guerrillero en el paraje denominado la Quebrada del Churo, cercano al
poblado de La Higuera, el 8 de octubre de 1967. Al día siguiente
Guevara sería asesinado a sangre fría. En 2001, su nombramiento
como embajador de Bolivia en México provocó el repudio de
artistas y luchadores sociales, entre ellos el del crítico de arte
Alberto Híjar. Ese año, Híjar tuvo oportunidad de
manifestar personalmente su repudio a Prado cuando ambos coincidieron en
la presentación de un libro en Casa Lamm, en la ciudad de México.
A la hora del coctel, Híjar reconoció al militar boliviano,
se le aproximó con una copa de vino en la mano y le arrojó
el líquido al rostro, al tiempo que le espetaba: "¡A la salud
del Che, asesino!"
Quién lo diría: actualmente Prado es militante
del partido Movimiento Izquierda Revolucionaria, donde es compañero
del ex guerrillero Humberto Vázquez Viaña.
Los detalles de la participación de Vargas y Prado
en los hechos de 1967 se encuentran registrados en distintas biografías
de Guevara, incluida la más reciente, de próxima circulación
en México, Che. La vida por un mundo mejor (Plaza y Janés),
del escritor y periodista argentino Pacho O'Donell. La mediación
de O'Donell hizo posible que ambos accedieran a actualizar, en entrevistas
por separado, su evaluación de los hechos.
Aunque pertenecen al bando vencedor, sus percepciones
son diferentes. Se habla inclusive de que son acérrimos rivales.
Vargas Salinas comparte la idea de que fue un error del
Che la elección de Bolivia como escenario de la guerrilla:
"Ya en Bolivia se había producido la reforma agraria, el campesino
era dueño de la tierra; no tenían nada que ofrecerle. Si
consideramos el aspecto táctico, una de sus fallas garrafales fue
no tener comunicaciones. Cada grupo estaba aislado. Lo peor es que vinieron
con una idea equivocada: una cosa era hacer guerrilla en Cuba y otra en
el sureste de Bolivia. Tan sólo la zona en que actuaron es por lo
menos dos veces más grande que toda la isla de Cuba".
-Más allá de eso, ¿qué simboliza
hoy el Che Guevara para usted?
-Cuando yo era capitán tenía 27 años,
fui movilizado contra la invasión de un grupo extranjero, aunque
venía con la idea real o equivocada de liberarlo. El sentimiento
en aquel momento era de perseguir y exterminar a la guerrilla. La operación
que me tocó conducir fue eminentemente profesional. Ya después
de 36 años he tenido oportunidad de leer muchas biografías
del Che, conozco su ideología, sus sentimientos, su capacidad,
su actitud quimérica, soñadora y obviamente que tengo respeto
por él, porque después de él no conozco a nadie más
que haya seguido sus pasos. Pudo haber sido engañado, se pudo haber
equivocado, pero murió como hombre.
Postrado en silla de ruedas a causa de la hemiplejia que
le produjo una bala que accidentalmente lo lesionó en la columna
vertebral, Gary Prado lo ve de otro modo.
-¿Qué pensaba de enfrentar a alguien como
el Che?
-No se qué idea tiene usted del Che, la
idea del mito de ahora, como si fuera un superhombre.
-¿Para usted quién es?
-Era un combatiente. Si ve las fotos de cuando fue capturado
le da pena: no inspira ni respeto, ni temor, ni admiración. Pena
es lo que inspiraba ese ser humano en condiciones de hambre, de harapos.
-No les inspiró mucha pena que digamos a la hora
de tomar la decisión de matarlo.
-¿A quién, a mí? Yo no tomé
ninguna decisión. Es problema de los generales que toman la decisión
y la ejecutan. Yo era un capitán que entregó un prisionero;
me fui con mi tropa a buscar más guerrilleros y cuando regreso encuentro
un cadáver, ¿qué voy a hacer?
-¿Usted estuvo de acuerdo?
-Cuando me enteré ya no podía opinar si
estaba de acuerdo o no. Mi impresión posterior es que se cometió
un error. Fue una decisión del gobierno boliviano. Por radio le
dan la orden al coronel Centeno, que organiza la ejecución simple;
no hay ceremonia de despedida, no hay discursos. Cuando se hace una ejecución
se acabó, ¿no?
-¿Se puede hablar de ejecución o de asesinato?
-De ejecución, una ejecución sumaria.
-¿Legítima?
-No. Una ejecución no es legítima. Es una
ejecución. Es una decisión que toman los estamentos políticos.
Tendrían sus razones.
-Si en sus manos hubiera estado ¿lo habría
impedido?
-¿Qué podía impedir un capitán
una decisión del presidente de la República? Personalmente
no me gustó la decisión. Ya estaba el hecho consumado.
-Hubo reacciones negativas en su contra.
-¿De quiénes? De los que no tenían
información, seguramente. Usted es mexicano, conoce cómo
se hace la política en México. Hubo gente que aprovechó
la situación, que empezó a hacer declaraciones. El señor
este que me arrojó la copa a la cara decía: "asesino del
Che". Yo no soy el asesino del Che. No sé por qué
se hace alboroto, no entiendo, tantos años después.
-¿Qué rol se asigna usted en la historia
del Che?
-El hombre que lo capturó en una operación
militar. Nada más y nada menos.
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