México D.F. Lunes 16 de junio de 2003
Es una oración al ser querido: Rossana
Filomarino
Réquiem por mi amigo, una sublimación
de dolor
El espectáculo requiere del espectador para completarse,
dice
FABIOLA PALAPA QUIJAS
Emociones diferentes y coherentes mediante los movimientos
del cuerpo, pero de forma exacta y precisa es lo que presenta la bailarina
y coreógrafa Rossana Filomarino en su pieza coreográfica
Réquiem por mi amigo, inspirada en la música de Zbigniew
Preisner, compositor polaco que trabajó con el cineasta Krzysztof
Kieslowski.
"El
cuerpo es motor poderoso de expresión en todas mis danzas. Réquiem...
es una danza minimalista: sólo hay una mujer, un banquito, la música
y la luz de Gabriel Pascal. Un ser humano que se brinda en comunión
con los espectadores en este acto de sublimación del dolor, hasta
llegar a una catarsis", expresa la ganadora de la Medalla de Bellas Artes
2002.
La forma siempre escabrosa, rotunda y al filo de tensiones
que potencia su progresiva aparición es una de las características
de la coreografía. Se trata de una apuesta estética contraria
a cualquier noción de medianía: así, en vez de ser
ocasión de entretenimiento para un espectador pasivo, exige completarse
en la atención de testigos participantes de sus dificultades y dolencias.
La bailarina señala que en este réquiem
se pasa del dolor y las ausencias a la rabia y los recuerdos. Hay escenas
de amor, de ternura y después se logra la irrupción de la
muerte en la tradición musical. Aclara que "el ser querido se va,
pero una parte de ese ser queda en nosotros y entonces se juntan la vida
y la muerte dentro de uno mismo".
Mediante Réquiem por mi amigo Filomarino
hace una reflexión sobre sus vivencias y explica que "hay imágenes
aún muy poderosas en mí relacionadas con la muerte de mi
papá hace muchos años y cosas muy recientes también,
pero el espectáculo es una sublimación del dolor. En este
réquiem están todos mis seres queridos que ya han fallecido".
Con esta danza se realiza una entrega total, un acto de sacrificio por
la partida del otro, con el espectador.
La obra de Rossana Filomarino comienza con movimientos
que remiten a un velorio; el estar con el ser que ya no está. "Es
como una oración al ser querido, mezclada con momentos de rabia".
En la parte intermedia hay recuerdos de lo que fue la amistad, el cariño,
la ternura con esa persona; aquí se alternan con la música
escenas más dramáticas, como la lacrimosa, con otras de tono
más épico y unas más de tono más lírico.
Sobre su obra, la autora comenta: "cuando construí
la coreografía me apoyé en textos en latín y uno en
griego; entonces, al momento de buscar las formas y dejar fluir las emociones
pensaba como si yo dijera y cantara esas palabras, aunado a mis vivencias
y experiencia que tengo en el foro".
Con más de 37 años de trayectoria, la Premio
Nacional de Danza José Limón 2001 manifiesta su preocupación
por las artes en México: "cada día es más difícil
trabajar. Todos sabemos cuál es la situación general del
país, pero dentro de este panorama yo seguiré trabajando
como se pueda, y como coreógrafa continuaré creando. Es mi
oficio, es lo que hago y me gusta hacer".
Réquiem por mi amigo se presenta los lunes
a las 20:30 horas en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del
Bosque, hasta el 1º de septiembre, como parte del ciclo Lunes de Teatro-Danza.
Filomarina, con la compañía DramaDanza, participó
con esta coreografía el jueves pasado en el encuentro México:
Puerta de las Américas.
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