México D.F. Lunes 16 de junio de 2003
Un cortocircuito en la marquesina, el causante;
no se reportaron heridos ni muertos
El incendio en el Colonial acabó con 80 años
de tradición cabaretera
El fuego se originó entre las 21 y 22 horas del
sábado pasado "No supe si decían se están peleando
o se está quemando, pero entré en crisis y me sacaron desmayada",
dijo una bailarina
GABRIEL LEON ZARAGOZA ESPECIAL
El teatro Colonial, uno de los dos escenarios en la ciudad
de México con variedad de burlesque, espectáculo de origen
francés, dejó de funcionar la noche del sábado pasado
cuando un cortocircuito en la marquesina provocó un incendio que
terminó con este legendario recinto popular, alguna vez albergue
de grandes cómicos y vedetes del último cuarto del siglo
pasado. No se reportaron muertes.
Informes de la delegación Cuauhtémoc indican
que un cortocircuito, generado entre las 21 y 22 horas, convirtió
en cenizas el predio de la lateral del Eje Central Lázaro Cárdenas
91 y la calle Ecuador, donde cuerpos de rescate atendieron a Jesús
Caloca, de 21 años, por quemaduras de primer grado y, por crisis
nerviosa, a un adolescente de 16 años, hijo de uno de los meseros,
y a algunas de las desnudistas que trabajaban en esos momentos en el recinto.
Según
una de las bailarinas, quien pidió se omitiera su nombre y solicitó
la creación de más fuentes de empleo, el siniestro se generó
en la parte de atrás del inmueble, donde se ubican los camerinos.
Una potente explosión se escuchó y luego sobrevinieron tres
apagones. Por momentos el caos reinó en el teatro, donde se escuchaban
gritos: "No supe si decían se están peleando o se está
quemando, pero entré en crisis y me sacaron desmayada", refiere
en entrevista telefónica. Precisa que aquella noche sólo
trabajaban nueve chicas y el personal de servicio, y la sala estaba ocupada
por no más de una veintena de personas.
Hace apenas tres meses que el teatro había reanudado
el espectáculo. Durante casi un año estuvo clausurado.
El escenario del Colonial fue el último refugio
artístico de Toña La Negra, Fernando Fernández
El Crooner de México, hermano de Emilio El Indio Fernández;
de los cómicos Armando Vázquez Soto la Marina, Chicote;
el Willie, hijo de Amelia Wilhelmy (la pareja que formó la
Tostada y la Guayaba), y fue el lugar donde Joaquín
García Borolas actuó horas antes de morir.
El teatro Colonial fue durante los años 20 el cabaret
La Niña, posteriormente fue demolido y en los años 70 el
cómico Javier López Chabelo adquirió el lote
para convertirlo en la carpa El Colonial (1977). A principios de los años
80 el cómico carpero Manuel Moreno Pichicato se volvió
empresario y adquirió el predio para convertirlo en un teatro, que
tras los sismos de 1985 apenas si fue remodelado y desde entonces conservaba
su imagen desvencijada.
En peligro de desaparecer
Víctima de la crisis económica y del arribo
de otros divertimentos nocturnos, el burlesque está a un paso de
desaparecer del Distrito Federal. Copia de la variedad francesa para adultos,
que a principios del siglo pasado llegó al país directamente
de Europa, sólo la presentaban los empresarios de los desvencijados
teatros Colonial y Garibaldi, Manuel Moreno Contreras y René Salazar,
respectivamente.
Ubicados a un costado de la Plaza de Santa Cecilia, estos
recintos fueron por lustros plataforma escénica, medianamente exitosa,
de vedetes, cómicos y otros artistas de la vida roja.
En el Garibaldi, como en el Colonial antes del accidente
que terminó con él, todas las noches se presenta esta variedad,
pero adaptada al estilo nacional por los empresarios: consumo de bebidas
nacionales, recatada audiencia, que por momentos se desinhibe, y féminas
que inician sus jornadas en la pasarela y las concluyen ejerciendo todo
tipo de encuentros sexuales, "todo con tal de completar el gasto".
Albergue de artistas caídos en desgracia o de aquellos
que nunca quisieron o tuvieron las condiciones para dar el salto al cine,
teatro o televisión; de mujeres de escasos recursos económicos
sin el glamur de las encueratrices de antaño, que fueron asediadas
por políticos y personalidades, es una adapatación del espectáculo
francés que ofrece todos sus servicios a precios accesibles para
la clientela popular.
Diferente al table dance
Aunque la posición económica del público
del table dance y del burlesque es distante, en el segundo (lo popular)
la gente paga su boleto de primera fila y tiene oportunidad de acariciar
y besar el cuerpo de las desnudistas en la pasarela. En el table dance
(lo elitista) quien paga por el baile de mesa sólo puede mirar y,
ocasionalmente, establecer contacto físico, siempre y cuando haya
un mutuo entendimiento económico de por medio.
El burlesque, que según el investigador de teatro
popular y erotómano Miguel Angel Morales fue "inmortalizado y descontextualizado"
en el filme Tívoli, del cineasta Alberto Isaac, era un teatro
pícaro de origen francés en el que se representaban obras
menores con escenificaciones de desnudistas y acciones de fuerte contenido
sexual.
En México adoptaron elementos del vodevil francés,
consistente en "espectáculo de variedades", que a su vez es réplica
del music-hall, del teatro de variedades británico y de los
cabarets y teatros típicamente franceses.
A principios del siglo XX, la aparición de la radio
y el cine, así como de diversos factores sociales y económicos,
propició el declive y la casi desaparición del vodevil, aunque
todavía en la década de los años 1930 quedaron vestigios
en revistas y comedias musicales.
Impúdica variedad
Durante
el porfiriato proliferaron los teatros por casi todo el país y se
presentaban obras de autores mexicanos y producciones de compañías
extranjeras. Paralelamente aparecieron carpas improvisadas, despectivamente
llamadas jacalones, que para sobrevivir montaban "el teatro cantado o la
zarzuela chica".
El crítico Edgar Cevallos, especialista de teatro
en México, explica que en México probablemente se dio la
denominación de burlesque a la "impúdica" variedad de revista
que presentaban pequeñas compañías. El origen de la
palabra se puede deber, sobre todo, al afrancesamiento que vivió
el país, principalmente en el periodo del primer cuarto del siglo
pasado, cuando la moda y lo común era emplear terminologías
anglosajonas o francesas al hablar o escribir, explica.
De ahí que, agrega Cevallos, la denominación
burlesque la podamos encontrar en cualquier diccionario, pero la aplicación
real en nuestro país no. "El burlesque que se presentaba en México
evidentemente no tenía nada que ver con el que se podía ver
en el Moulin Rouge o el Crazy Horse Saloon de París."
Pese al origen europeo del burlesque, el crítico
de teatro afirma que en el Distrito Federal es y ha sido siempre un espectáculo
decadente, grotesco y sin calidad, alejado de los mínimos elementos
que dieron vida al que, por cierto, se le ha conocido como "teatro sicalíptico",
término en desuso desde hace por lo menos tres décadas.
El teatro Colonial y el Garibaldi tienen su antecedente
en el teatro Apolo (el de la época de Francisco I. Madero), el Principal,
el antro Molino Verde, el Tívoli, el Esperanza Iris (ahora Teatro
de la Ciudad), el Lírico, el Apolo de Tlaxcoaque y La Sala Olímpica.
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