México D.F. Domingo 22 de junio de 2003
En el libro La búsqueda presenta
su visión de la izquierda mexicana en años recientes
Necesario, promover la igualdad sin sacrificar libertades:
Semo
Al final del siglo XX se confirmaron todos los defectos
del capitalismo, afirma el investigador
La dignidad, gran cualidad humana; en este tema siempre
hay que referirse al EZLN, expresa
CESAR GÜEMES
Militante desde 1959, primero en el Frente Obrero, después
en los partidos Comunista Mexicano, Socialista Unificado de México
y Mexicano Socialista -en los primeros días de este último-,
Enrique Semo ha vivido la izquierda mexicana desde dentro, si bien el centro
de sus actividades es la academia. Su más reciente trabajo de investigación
y análisis es La búsqueda, publicado por Océano
en dos tomos, con los subtítulos La izquierda mexicana en los
albores del siglo XXI y La izquierda mexicana en los últimos
años del sistema de partido único.
-Algo que se ha venido señalando en artículos
y ensayos es que la izquierda mexicana está en un impasse.
¿Esto es real?
-La izquierda es parte de un sistema social y político
concreto, y en la medida en que el sistema cambia la izquierda también
necesita cambiar tanto su visión de la realidad como sus formas
de actuar y sus expectativas. Esta sensación de impasse se
debe fundamentalmente a que la izquierda se encuentra en un periodo de
cambio de piel. Las transformaciones son muy grandes porque al final del
siglo pasado no sólo se han confirmado todos los defectos del capitalismo,
además se derrumbaron los ensayos principales que la izquierda realizó
en el mundo.
Acotar el mercado
El investigador considera que hay por lo menos tres concepciones
en la izquierda que se han modificado: "La idea de una sociedad moderna
sin mercado ha sido demostrada como falsa. El mercado sigue siendo necesario
la mejor forma de la asignación de los recursos en una comunidad
compleja. Pero si bien sirve para asignar la riqueza, produce al mismo
tiempo una infinidad de grandes catástrofes, como son el desempleo
masivo, la diferenciación cada vez mayor entre los países
desarrollados y los del Tercer Mundo. Estas iniquidades deben ser corregidas
por medio de una acotación, una reglamentación del mercado
en el campo de la política.
"La
idea de que las revoluciones eran la única vía del cambio
social radical también se ha modificado. El siglo XX nos enseña
que toda revolución tiene grandes límites y que la historia
del cambio es, en realidad, una combinación de periodos de revolución
y periodos de reforma. No debemos desdeñar la importancia de la
reforma por esperar el advenimiento de la revolución.
"También hemos aprendido que la igualdad debe promoverse,
pero sin sacrificar las libertades humanas ni las ciudadanas, ni la democracia,
como se pensaba en el pasado."
En "Réquiem por las viejas izquierdas", uno de
los ensayos del libro, Semo refiere los rasgos de este pensamiento mexicano
del medio siglo, tanto en su forma partidista como en sus formas de movimiento
social:
"La izquierda mexicana nos deja una gran tradición
de tres grandes valores: el idealismo, es decir, el compromiso con una
idea de un mundo mejor y la disposición a sacrificarse por esta
idea. La honestidad personal, en un país de extrema corrupción,
la izquierda se componía por hombres y mujeres honestos. Y la cercanía
a las demandas populares: donde había maestros, obreros, campesinos
o locatarios en lucha, la izquierda se solidarizaba y se integraba a ese
movimiento."
-Si bien, en efecto, la izquierda en México ha
tenido considerables logros y tiene una historia insoslayable, el ejercicio
de la democracia en el país llevó al poder a la derecha.
¿En algún sentido, esto desanima a la izquierda?
-No debe desanimar y por eso el primer ensayo del libro
es sobre el principio de la esperanza. ¿Después de un siglo
de dos grandes guerras mundiales, con 200 millones de muertos y otras 200
guerras locales de gran envergadura, tenemos derecho a tener esperanza
en un mundo mejor? Encuentro la respuesta en tres grandes cualidades del
ser humano, en primer lugar, la vocación de la dignidad humana,
y en esto hay que referirse siempre al Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) y al movimiento zapatista. La segunda gran cualidad humana
es la vocación de la rebeldía. Sujeto a opresión,
a explotación, el ser humano siempre se rebela y, venido el momento,
derrota y derrumba los sistemas de opresión existentes. En tercer
lugar, es la vocación de la libertad. En el ser humano hay la capacidad
del libre albedrío y, confrontado con un sistema aparentemente perfecto
que le da todos los bienes materiales pero le quita la capacidad de decidir
su destino, propiamente dicho, se rebela y lo niega.
"Estas tres razones me convencen de que, pese a las derrotas
que sufrió la izquierda en sus grandes ensayos sociales en el siglo
XX, no hay razón para desesperar."
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