México D.F. Domingo 22 de junio de 2003
Jesusa Rodríguez estrena Foximiliano
y Martota
Los Habsburgo renacen en la pareja presidencial
Equiparan ridiculez de los primeros con patetismo actual
ARTURO JIMENEZ
Instalados en el Castillo de Chapultepec, desde un siglo
XIX yuxtapuesto sin mayor problema con el siglo XXI, Benito Juárez
y Maximiliano de Habsburgo y Carlota logran ver el futuro, incluidos el
2003 y el 2006 después de las elecciones presidenciales mexicanas,
y quedan aterrorizados ante lo que les revela un espejo mágico-supervideo
colgado en una escalinata.
Se
trata de Foximiliano y Martota, espectáculo de teatro-cabaret
estrenado el viernes en El Hábito y que, bajo el libreto y la dirección
de Jesusa Rodríguez (y de don Benito Juárez), busca sus aciertos
dramáticos en un terreno delimitado por dos fronteras fundamentales:
la ridiculez de aquella pareja imperial y el patetismo de la actual pareja
presidencial mexicana.
Aprovechando la necesidad de afinar detalles, propios
de todo estreno, don Benito (Jesusa), desde la adustez y el sarcasmo, coordina
luces y sonidos, diserta, repara con un desarmador un biombo-billete de
20 pesos con su imagen, dirige a los personajes e interactúa y pastorea
borreguitos-espectadores, como en su infancia oaxaqueña.
Y les advierte: este es un espectáculo para el
rebaño, queda prohibido pensar; los personajes de esta historia
tienen nombres verdaderos pero todavía no existen, las actrices
sí son reales, pero están descerebradas.
Pero el ex presidente liberal de origen indígena
también tiene sueños premonitorios (y cachondos) y confronta
posiciones con Maximiliano, con Carlota, con el plateado personaje Historia,
o interactúa con Liliana Felipe, quien fuera del escenario, desde
una tercera pared, habla, canta y toca el piano.
Maximiliano (Ana Francis Mor) juega golf, propone insensatas
estrategias militares, sucumbe ante los encantos de Carlota, cede a sus
caprichos o, estoico, lidia con los delirios de su mujer. Un Maximiliano
que, como todo buen personaje teatral, deberá ir transformándose
en el devenir de la trama y terminará como edecán de don
Benito.
Carlota (Nora Huerta) obsequia al público-oveja
su mundo delirante, sus capacidades histriónicas y tiene un gran
momento dramático durante un monólogo, que por supuesto dirige
y supervisa don Benito, frente al misterioso espejo mágico-supervideo
para que le revele el futuro.
Los tiempos que se trenzan facilitan el humor continuo
de los diálogos. "El viento le hace a usted lo que el viento a usted",
le dice, por ejemplo, Carlota a don Benito.
Benito transformer
Apoyado
en la variedad del teatro de revista, pues se brinca de un tema, acción
u ocurrencia a otro, Foximiliano y Martota no deja nunca que sus
tres protagonistas cedan terreno y los hace participar, por ejemplo, como
espectadores en una futurista función de teatro guiñol: Chapucerita
y Mocha.
O en una todavía más futurista carrera de
caballos presidenciales en un hipódromo portátil con pista
videoampliada. O en un intercambio de telegramas entre el público-borrego,
que será la única autorización de don Benito
para ejercer la "libertad de pensamiento".
En Chapucerita y Mocha, cuyo guiñol protagonista
viste una caperuza roja, come con ansiedad "onegesitas", habla a la manera
de una figura pública femenina del presente y tiene una abuela que
se llama Vicenta; aparece además un seductor Lobo con acento anglo
que acaba de atacar Irak, quiere apoderarse del mundo, se deshace de la
abuela de Chapucerita y se casa con ella bajo los oficios de Elton John.
Carlota y Maximiliano se ofenden con don Benito al sentirse
aludidos en esa obra guiñol y ante los excesos sexuales de los personajes.
Es un entretenimiento, una "farsa exquisita", les dice Juárez.
El final, en el que ya se ha generado gran expectación
entre los personajes y el público-borrego por saber quién
ganará las elecciones presidenciales de 2006 en México, es
un performance-transformer de don Benito para mostrarles al triunfador:
Desde el siglo XIX el ex presidente se desviste y se transfigura
en un personaje público y famoso del siglo XXI, que de inmediato
es entrevistado por Historia para conocer sus proyectos de gobierno.
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