Adolfo Sánchez Rebolledo

Fox en campaña

Al presidente Fox, ya se sabe, le gusta aparecer en la foto. Siendo candidato obligó al máximo tribunal electoral a emitir una resolución para que se quitara de las boletas el emblema con su efigie, asumiendo que se trataba de un acto de propaganda indebida el mismo día de las elecciones. Ahora se resiste a suspender una serie de anuncios -espots- en los que paladinamente llama al voto, aunque ya había aceptado retirar la difusión de sus promocionales publicitarios.

El asunto ha suscitado un enorme debate, acaso el único es esta famélica campaña electoral, como si no hubiera en el país otros problemas de mayor jerarquía y significación. El Instituto Federal Electoral ha tomado cartas en el asunto, así como la Secretaría de Gobernación y la misma Presidencia. Obviamente, decidir a quién le asiste la razón jurídica no es trivial, pero la solución debería ser política.

Si algo molesta de la actitud de los políticos es la demagogia. ƑCómo explicarle a la ciudadanía que el mismo Fox, que hoy es un celoso patrocinador del voto, ayer criticaba a Zedillo por exactamente lo mismo? No he escuchado que el señor Creel, siempre tan cuidadoso de las formas, explique cuál es la diferencia legal entre ambas situaciones o, por lo menos, decir un mea culpa por los abusos retóricos del pasado si es que estaban equivocados. Nada. A lo sumo, una pedestre justificación por cuenta del vocero del PAN, quien compara la inequidad de ayer con la tersa igualdad de hoy. Total: dos varas para medir la misma cosa.

Desde cualquier punto de vista es desproporcionada la actitud desafiante del gobierno. Si el Presidente quisiera de verdad promover el voto, lo habría hecho institucionalmente, concediendo parte de los tiempos fiscales del Estado al IFE, en lugar de aparecer él mismo en una serie de mensajes que más bien parecen una extensión de los que ya habían sacado.

ƑCuál es la necesidad, me pregunto, de que el Presidente le recuerde a los mexicanos que deben votar si existen para ello 11 partidos en campaña y un IFE al que por ley le corresponde esa tarea?

Si al gobierno le preocuparan, como dice, la cultura cívica y la difusión de los valores democráticos, sería bueno que revisara algunas conductas de su pasado reciente sin tropezar con el IFE y, sobre todo, sin introducir elementos disruptores en un ambiente que ya de por sí está enrarecido. No es comprensible la actitud de Gobernación desafiando -en nombre de la ley, claro- a toda la oposición y de paso al IFE, como si la primera tarea de esa dependencia no fuera moderar el debate público mediante el diálogo, evitando las confrontaciones innecesarias entre los distintos actores políticos.

Podría pensarse malintencionadamente que eso es lo que quieren los cerebros de la promoción del voto presidencial. Poner a Vicente Fox como defensor a ultranza de la ley y por tanto como víctima de la "conjura" de los partidos. En otras palabras, devolverle al deslavado presidente Fox los atributos perdidos del refulgente candidato. Puede ser que la polarización sacuda el desencanto y devuelva a las urnas unos cuantos votos al blanquiazul. Si ese no es cálculo, de qué otro modo se explica la desidia para cortar por lo sano este tedioso asunto aun a costa de sacrificar los espots del Presidente.

Por vía de mientras al Presidente le vino muy bien la experiencia de sus antecesores para justificar legalmente el derecho que le asiste para volver a las pantallas de sus amores haciendo lo que mejor sabe: pedir el voto.

Más adelante habrá que discutir en serio el problema de fondo que surge en forma recurrente a cada elección: Ƒes válido o no que en una democracia los políticos en el poder hagan campañas por sus partidos? ƑCuáles son los límites para evitar, como se acostumbra, el uso patrimonialista de los recursos, los medios, la simbología del Estado?

No obstante que urgen respuestas a estas preguntas, me parece que no las tendremos mientras las sombras del pasado sigan proyectándose sobre el presente.