México D.F. Jueves 26 de junio de 2003
EL FANTASMA DE LA ABSTENCION
A
10 días de las elecciones del 6 de julio la nota dominante en el
panorama político nacional es el hastío ciudadano. La perceptible
apatía de los votantes ante los inminentes comicios tiene factores
múltiples y complejos que van desde la proliferación de propuestas
electorales desdibujadas y las confrontaciones exacerbadas, pero confusas
y erráticas, entre diversas autoridades e instituciones, hasta las
expectativas defraudadas de cambio y la exasperante persistencia de prácticas
políticas e institucionales supuestamente rebasadas.
En una revisión detallada de esos factores debe
señalarse, en primer lugar, la distorsión del quehacer político
por consideraciones e intereses pecuniarios de diversa especie: por una
parte, la constitución de pequeños partidos como negocio
rentable y, por la otra, la plena irrupción de una industria política
que va desde las agencias de publicidad hasta los asesores del denominado
marketing político, pasando por encuestadoras y productoras de análisis
de opinión. Tales lógicas comerciales y empresariales privilegian
la comunicación de valores de imagen en detrimento de las plataformas
políticas, impiden la confrontación de propuestas en aras
de la imagen de sus "productos" --sean partidos o candidatos-- y sacrifican
las posturas ideológicas a las necesidades del "posicionamiento"
en un "mercado" que no es de compradores, sino de votantes. La propia clase
política se ha lanzado a participar en ese juego que desvirtúa
la vida republicana y ha realizado todas las concesiones imaginables a
la lógica publicitaria.
Por otra parte, la magnificación de asuntos periféricos
--un ejemplo particularmente deplorable es la confrontación entre
el Instituto Federal Electoral y el gobierno federal por el tema de la
promoción del voto que realiza el segundo-- contribuye a ahondar
el descrédito generalizado de las instituciones y el consiguiente
escepticismo de los votantes.
Un tercer elemento a considerar es el conjunto de resistencias,
complicidades y encubrimientos que impiden esclarecer a plenitud las irregularidades
perpetradas en las elecciones de 2000 por el PRI y por Amigos de Fox. Mientras
no se presente a la opinión pública una investigación
creíble y con resultados legales, esos dos cúmulos de sospechas
seguirán desalentando a la ciudadanía y se mantendrán
como indicio de la persistencia de la impunidad en materia de delitos electorales.
Otro factor para la abstención es la falta de cambios
perceptibles con respecto a los gobiernos anteriores en materia de políticas
económicas y sociales, así como los frecuentes empantanamientos
legislativos y la incapacidad de todas las fuerzas políticas para
ponerse de acuerdo en torno a las transformaciones urgentes y básicas
que requiere la nación.
Acaso sea demasiado tarde, pero las autoridades de todos
los niveles y el conjunto de los partidos debieran darse cuenta del riesgo
que representa, para el futuro de la democracia y la solidez institucional,
la posibilidad de que los comicios del próximo 6 de julio se presenten
como el anticlímax de las esperanzas de cambio que movieron al electorado
hace tres años.
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