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México D.F. Jueves 26 de junio de 2003

Intelectuales y republicanos protegieron valiosos tesoros de bombardeos y rapiña

Reivindican la gesta que salvó el arte español en la Guerra Civil

El Museo del Prado presenta fotografías, objetos y documentos originales de la época

Fueron resguardados cuadros emblemáticos de Goya, El Bosco, El Greco y Velázquez

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 25 de junio. Los cuadros más emblemáticos de Goya, Velázquez, El Bosco y El Greco, entre otros, también sufrieron los estragos de la Guerra Civil española (1936-1939), en la que una vez convertido el país entero en un cruento campo de batalla obligó a las autoridades y a los intelectuales, en su mayoría del bando republicano, a resguardar de las bombas y el expolio al valioso patrimonio histórico español.

Gracias a esa gesta de ciudadanos en su mayoría anónimos, que hasta la fecha ha sido cubierta por el polvo del olvido y la indiferencia, se conserva intacto el legado de decenas de siglos de expresiones artísticas que han dejado su impronta en la historia de este país y del mundo.

Vandalismo contra las iglesias

El Museo del Prado de Madrid recuerda por primera vez ese periplo de las obras maestras del arte español y lo hace con la exposición Arte protegido. Memoria de la Junta del Tesoro Artístico, en la que 174 fotografías, 35 objetos y documentos originales de la época recrean los prolegómenos de lo que significó la batalla por tener a buen resguardo obras universales como El jardín de las delicias, de El Bosco, o Los fusilamientos del 2 de mayo y La carga de los mamelucos, de Goya, que fueron los más afectados.

La muestra, que se inauguró hoy para concluir el 14 de septiembre, también es un pretexto para que historiadores, curadores de arte y devotos de la pintura y la escultura recuerden por qué y cómo se logró salvar de los bombardeos y de la rapiña ese patrimonio.

El 17 de julio de 1936 el mundo conoció la noticia de que el general Francisco Franco lideraba una sublevación militar contra el gobierno legítimo de la II República y de su mandatario, Manuel Azaña. Centenares de republicanos o simpatizantes del gobierno de Azaña protagonizaron actos vandálicos contra iglesias y conventos, con el argumento de que la Iglesia católica española apoyaba al bando fascista.patrimonio_OK

Los ataques a centros religiosos significó también un atentado al patrimonio histórico español. Seis días después del alzamiento, la Alianza de Intelectuales Antifascistas -a la que pertenecían, entre otros, Rafael Alberti, José Bergamín, Octavio Paz y Luis Cernuda- propuso la creación inmediata de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, que impulsó la concientización de la población de que las iglesias, los museos y los objetos artísticos debían conservarse.

Esa iniciativa caló en la población indignada por el levantamiento fascista, que además de suspender cualquier acción violenta contra las iglesias o museos emblemáticos se volcó en un trabajo inmenso para conservar las joyas pictóricas del arte español. Sin embargo, los bombardeos del bando fascista en Madrid afectaron al Museo del Prado, la Biblioteca Nacional o la Escuela de Bellas Artes, que albergaban lo más valioso del patrimonio artístico e histórico.

Periplo de una herencia cultural

''Los bombardeos aéreos de noviembre de 1936 sobre el centro de Madrid afectaron a parte del valioso legado inmueble, religioso y civil. Cayeron bombas sobre edificios emblemáticos que custodian una inmensa herencia cultural: Biblioteca Nacional, Real Academia de Bellas Artes, los museos Arqueológico y Antropológico y otros, lo que llevó a intensificar las medidas de protección: traslado de los bienes más destacados a depósitos de la Junta del Tesoro Artístico", se explica en la exposición.

La muestra, organizada por el Museo del Prado y el Instituto del Patrimonio Histórico Español, tiene cuatro apartados: Madrid bombardeado, Salvadores de la cultura, Camino de Levante y El largo viaje.

''Algunas bombas de la aviación, arrojadas el 16 de noviembre de 1936 sobre Madrid, cayeron en el Museo del Prado y su entorno. Gracias a las medidas de emergencia, el bombardeo sólo afectó en su interior a un relieve del siglo XVI, pero el edificio acusó, especialmente en sus cerramientos, los efectos causados por las ondas expansivas de las explosiones cercanas", señala uno de los testimonios de la exposición.

Asimismo, el gobierno republicano decidió trasladar la pinacoteca del Museo del Prado a Valencia. Días después una comitiva de camiones, vigilados por milicianos republicanos, viajó a la capital levantina para llevar los cuadros, donde permanecieron en las Torres de Serranos y en el Colegio del Patriarca, protegidos con sacos de arena y una enorme muralla para evitar los efectos de los intermitentes bombardeos.

En marzo de 1938 se decidió trasladar ese patrimonio a una fortaleza medieval de Figueras, en Cataluña, donde permanecieron cerca de cuatro meses antes de llegar a Ginebra, Suiza.

El traslado a Ginebra se efectuó a finales de febrero de 1939, cuando el bando republicano reconoció las dificultades para ganar la contienda, con lo que decidió proteger las obras artísticas y reconocer la labor de decenas de artistas, curadores e historiadores que elaboraron un catálogo minucioso de esas piezas. En marzo de 1939 ocurrió el penúltimo periplo de las obras, al exponerse en esa ciudad suiza una amplia selección de las obras rescatadas por la hasta ahora olvidada Junta del Tesoro Artístico republicana.

Días después, cuando Francia se encontraba sin energía eléctrica a raíz del estallido de la Segunda Guerra Mundial, los valiosos cuadros de Goya, Velázquez, El Greco y El Bosco fueron repatriados a España.

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