Rolando Cordera Campos

Los ojos al revés

El gobernador del Banco de México postuló el miércoles pasado que "el gobierno gasta menos de lo que debiera y lo está gastando mal" (David Zúñiga y Miriam Posada, La Jornada, 26 de junio, p. 22). También cruzó espadas con Carlos Slim y sostuvo: "No se pueden tomar las reservas. Son un activo del país y un seguro que tiene como contrapartida a la deuda. No se pueden invertir porque forzosamente tendría que haber un incremento del déficit y de la deuda". También dijo Ortiz que el reto más importante del país es el crecimiento y la generación de empleos, e insistió "en que la política monetaria está contribuyendo a crear condiciones para un mayor crecimiento. Cuando la inflación baja la distribución del ingreso tiende a mejorar".

Por desgracia para el gobernador de las calles de Condesa, más que a una sabrosa y necesaria discusión sobre la política económica sus dichos nos remitieron a una vieja y pueril disputa de economía política: aquella que litiga sobre si el Estado debe o no intervenir en la economía. Sin tomar en cuenta contexto o historia, sin comprometerse con perspectiva alguna sobre las necesidades y urgencias del México de hoy, los sobrevivientes del neoliberalismo vernáculo se lanzaron con entusiasmo a la hermenéutica de los postulados del gober de Banxico y se acercaron peligrosamente a las fronteras infernales del neoliberalismo: de tanto insistir en sus dogmas, convertir sus ideas en una doctrina no liberal.

En sus Ensayos sobre la persuasión, Keynes aconseja "recuperar" en toda su fuerza la proposición de Burke, el gran conservador de la isla, sobre el desafío que implica la delimitación de lo privado y lo público. Esta es una tarea que nunca concluye y, por ende, no puede aceptarse como mandato inmutable de cualquiera de las doctrinas políticas. Keynes también nos refiere a la utilidad de las nociones de Bentham, sobre la agenda y la "no agenda" para el gobierno. En todo caso, nos enseña el gran economista de Cambridge, lo que habría que admitir es que la ampliación de la agenda pública que hemos conocido desde su gran revolución teórica y política recoge los desarrollos y contradicciones de la vida moderna, más que las exigencias de una u otra ideología.

Pero volvamos a las asignaturas sugeridas por Ortiz. Sin comprometerse mucho con el peso relativo de los dos adjetivos usados por él para calificar el gasto estatal, sí dejó en claro que las tareas a realizar por el Estado, por este Estado, no podrán ser llevadas a cabo con un gasto como el registrado en los últimos años. Y es esta precisamente la cuestión sobre la cual tendría que montarse la polémica, más que sobre ocurrencias fiscales estériles como las vertidas al calor de sus asertos, que han hecho de su discurso un discurso tan mocho como el águila foxiana.

Al final del día, lo poco y lo malo se fundieron en lo malo para las voces libertarias de la derecha cerril, para acabar la jornada proponiendo la clausura del Estado... por ineficiente y manirroto, porque se carga por el gasto corriente, sacrifica la inversión y hasta financia de más al IFE y los partidos políticos.

No avanzaremos una micra por esta vía y es por eso que debemos pedir de las autoridades encargadas de la gestión económica pública no sólo más precisión sino más compromiso con sus premisas y criterios de evaluación. Sin éstos, no podrá abundarse en una discusión racional que abra paso a una deliberación pragmática sobre las opciones que tiene el país en materia de política económica. Sólo habrá reiteraciones inútiles mientras se ve pasar los despojos de una economía que una vez fue promisoria.

Lo mismo podría afirmarse de lo dicho por Ortiz sobre las reservas y sus usos. Presentarlas como intocables es tan improductivo como la ya célebre religión del déficit fiscal cero, oficiada con pundonor por el secretario Gil, bien acompañado por las cúpulas de prácticamente todos los partidos. Lo malo es que aquí está también un punto neurálgico de la política actual y de las posibilidades que en verdad hay de darle el giro necesario para empezar a crecer. Como la del Estado y su papel en la economía, la de las divisas y su uso es asignatura crucial que no puede quedar sometida a unas leyes de bronce que nadie respeta en el mundo salvaje de la globalización a la americana.

Pero si de economía política tenemos que hablar, van estas delicias para la mañana del domingo. Al referirse con ironía a los debates sobre si sirve o no su gobierno, el presidente Fox dijo que "los mexicanos trabajan con abnegación, en silencio y construyendo historias maravillosas de éxito"...

"Uno de estos éxitos son los 1.5 millones de empleos que generaron las pequeñas empresas que se forman con menos de cinco trabajadores, (mientras) las grandes firmas desemplearon a 800 mil personas.

"El Presidente festejó este giro 'de pasar de lo grande a lo pequeño, a este maravilloso mundo de las micro, pequeñas y medianas empresas'...

"'Yo no sé qué es primero, Ƒel huevo o la gallina? ƑSi la economía informal es la que está haciendo que las empresas grandes desempleen, o el desempleo de las grandes empresas es el que está fomentando la economía informal? Lo dejo para su reflexión...'" (Juan Manuel Vengas, La Jornada, 26 de junio, p. 7)

A reflexionar, pues.