Antonio Gershenson

Cifras dudosas... o falsas

Ahora, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) proporciona información que contradice las recientemente anunciadas cifras mexicanas sobre desempleo y pobreza. Y eso es claro. En vez de estadísticas de desempleo, por ejemplo, realizan encuestas de opinión, ni siquiera entre los desempleados sino entre algunos empresarios. Y en cualquier momento podrían publicarse las cifras oficiales de la OCDE o de organismos ligados a la misma sobre otros aspectos, con resultados similares.

Por ejemplo, la verdad oficial es en el sentido de que el gas natural es la fuente más barata para generar electricidad, y en eso se ha basado una casi exclusiva práctica en cuanto a nuevas plantas, y también las prospectivas de la Secretaría de Energía en materia de gas y electricidad, que presuponen un aumento gigantesco en el consumo de ese combustible, que se basaría en un porcentaje de importaciones que ha estado aumentando de manera progresiva.

Resulta que, según la Agencia Internacional de Energía, ligada a la OCDE aunque a la vez con su propia independencia, desde el primer año incluido en la información, que es 1978, en todos y cada uno de los años ha sido más barato el kilovatio/hora generado mediante combustóleo de alto contenido de azufre, que el generado con gas natural. Y desde 1984, también ha sido más barato el kilovatio/hora generado con carbón, con lo que el gas natural quedaría, en el mejor de los casos, en tercer lugar. Esto, desde antes de los disparos de precios de este último combustible que, en la primera mitad de este año, han estado alrededor de dos veces y media arriba del precio promedio de 1999. Podríamos agregar a favor del gas consideraciones ambientales, pero eso nos llevaría a discutir caso por caso, en cuanto al sitio de instalación y en cuanto a los equipos anticontaminantes disponibles. No nos llevaría a una decisión unilateral y absoluta a favor del gas natural.

Otra área en la que la imaginación de algunos funcionarios sustituye a los complejos procesos necesarios para su comprobación es la de las reservas petroleras. Como parece presentarse nuevamente una especie de moda en este sentido, habrá que analizar el tema en un artículo especial.

A la vista de estos hechos y otros similares que trascienden cada cierto tiempo, como cuando algunos gobiernos estatales se quejaron de que les estaban escatimando parte del dinero que les correspondía de los ingresos extraordinarios por exportaciones petroleras, no es raro que legisladores hayan planteado la necesidad de castigar penalmente a quienes publicaran o propalaran cifras estadísticas que no correspondieran a la realidad. No es que sea muy novedoso esto de las cifras virtuales en el manejo político en nuestro país. Anteriores gobiernos lo hicieron a discreción. Pero el actual gobierno empezó desde las promesas de campaña, antes incluso de manejar estadísticas oficiales. Ahí están algunos casos célebres como el de los 15 minutos para resolver la situación de Chiapas, o el del crecimiento de 7 por ciento anual.

Todos tenemos un derecho elemental, que a lo mejor no se consagra en la Constitución, por considerarse obvio: el derecho a la verdad. Y, dadas las realidades como las que estamos comentando, habría que considerar la forma, o formas, como se puede cortar el manejo, en el mejor de los casos poco responsable, de las cifras y datos que incluyen a los básicos de la realidad nacional y de sus principales ramas de actividad.