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México D.F. Miércoles 2 de julio de 2003
Veintiocho óleos pueblan su muestra Una
mirada futura a la fe
Bernardo González ensaya nuevo atisbo sobre
las monjas coronadas
La búsqueda de la reconciliación consigo
mismo, leitmotiv de su trabajo pictórico
El asunto es cómo reinterpretar a las vírgenes,
expresa el artista oaxaqueño
JENARO VILLAMIL

Sor Eclipse, Sor Cactófila, La Sandísima Virgen,
la Hermana Entomófila, Sor Magdalena de los Camaleones, entre otras,
conforman el elenco de 28 pinturas de monjas coronadas de la exposición
Una mirada futura a la fe, del pintor de origen oaxaqueño
Bernardo González, que hoy se inaugura a las 19 horas en la Casa
de la Cultura de Oaxaca en la ciudad de México.
Producto de dos años constantes de trabajo e investigación
sobre la línea de las monjas coronadas, a quienes introdujo elementos
de la cultura popular como ajolotes, nopales, cactos, víboras de
cascabel, flores y hasta rábanos, González ensaya una nueva
mirada dirigida a estas figuras de la plástica popular.
''El asunto es cómo reinterpretar a las vírgenes.
Intento recuperar las imágenes de la cultura popular y las fiestas
de los pueblos", explica Bernardo González, joven artista plástico
que ha apostado por el arte naif, ''porque te da la libertad de
pintar y de decir con trazos muy fuertes, para darle un efecto de color
vivo. Es la fuerza con que vas embarrando el óleo lo que determina
la pintura."
Reconoce que la idea de una serie sobre monjas surgió
a partir de una sugerencia del pintor Manuel Contreras, con quien
trabajó durante cuatro años en su estudio.
La primera pieza fue una mujer florida, en 1996 y posteriormente dedicó
los dos últimos años a producir 45 piezas, de las que 28
se exhibirán a partir de este miércoles.
Captura literal de la vida
La exposición es copatrocinada por el Consejo de
Cultura de la embajada de Alemania. El consejero Thomas Schmitt, en el
catálogo de presentación, subraya que las obras de Bernardo
''son muy personales. A la vez en la superficie ingenuas, sin embargo profundas,
a veces provocadoras y siempre el espejo original del alma dividida de
México".
A su vez, Steve Koeing considera que ''la energía
que poseen las monjas reside en la
atracción que ejercen callada, pero insistentemente,
al grado que se hacen notar y sus historias serán contadas. Esto
es quizá lo que distingue a los trabajos de González: la
vida es capturada literalmente, es decir, representada en los lienzos.
Ellas (las monjas) te contemplan. El observador transmite vida a los personajes,
pero aun cuando no lo hubiere, la vida permanecerá.
''Pinto porque estoy buscando la reconciliación
conmigo mismo", subraya Bernardo González durante la entrevista
con La Jornada. Recuerda que comenzó a pintar en jícaras
desde muy joven. Sus padres se trasladaron de Oaxaca a Tláhuac,
lugar donde empezó a realizar sus primeras obras, hasta que su talento
y facilidad para el trazo y el manejo de
colores fueron detectados por Alejandro Bahena y Manuel Contreras.
Reconoce que para un joven pintor siempre serán
difíciles los espacios en su propio país. ''Mi mejor coleccionista,
paradójicamente, es de Nueva York" y a pesar de tener decenas de
exposiciones colectivas siempre le fue difícil conseguir un espacio
para una exposición individual.
Entre sus próximos proyectos, González refiere
que ahora se dedicará durante dos años a pintar árboles
de la vida, posteriormente tiene la idea de pintar una serie de monjes
tatuados y coronados. La investigación para cada obra le lleva varios
meses y es resultado tanto de sus viajes por la República como de
la propia necesidad de encontrar una expresión personal.
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