Martí Batres Guadarrama

Afortunadamentehay memoria

Tal vez la diferencia más grande entre una contienda electoral apasionada y otra aburrida se encuentre en la presencia de la memoria histórica.

Cuando en una campaña aparecen tres, seis o 10 candidatos, planillas, partidos, y todos dicen lo mismo, todos ofrecen la respuesta que la gente espera, todos prometen plausibles hazañas, entonces estamos ante una inexorable situación de tedio.

La diferencia, la realidad, la verdad histórica, la naturaleza auténtica de cada quien la encontramos en su trayectoria. "Por sus hechos los conoceréis", se dice en un libro sabio.

La memoria nos permite saber quién es quién. Por eso no podíamos, en este caso, coincidir con las valoraciones de algunos amigos intelectuales que olvidan las historias de algunos y nos hablan de nuevas y frescas opciones de la izquierda.

Todavía recordamos muy bien a aquel gobernante delegacional que en la Benito Juárez se daba gusto abriendo gasolineras mientras al mismo tiempo enviaba granaderos a reprimir a los vecinos que se oponían; que luego representó a un gobierno de derecha en Cuba, guardando silencio sobre las aberraciones de la política exterior mexicana hasta que lo corrieron, y que finalmente intentó ser candidato a algo por el PRI, por el PAN o por el que fuera. šCaray! ƑEsa es la frescura? šQué bueno que existe la memoria!

Más allá de un caso particular como éste, sobre el cual urge prestar mayor atención a la memoria histórica es en otro lado. Alguien se está moviendo fuerte. Como si no hubiera pasado recientemente, un personaje peligroso, motivo de crisis económica y escándalos; de violencia y saqueo; de usurpación y entreguismo, camina tranquilamente por el país.

Entra y sale, organiza fiestas y reuniones, pero sobre todo hace política. Reconstruye relaciones, repasa y avala listas, junta a unos e intriga contra otros. Es el gozne que unifica a la vieja clase gobernante. Es el puente de los gobernadores que amenazan con balcanizar a su partido. Es el que puede hablar con el cacique del sureste, con el mexiquense, con la maestra y con otros. Es el jefe de jefes. Es Carlos Salinas.

Hace apenas unos años en la filas del otrora poderoso partido de Estado hablaban de expulsarlo, quemaban su imagen, se deslindaban de él, querían construir otra historia y afirmaban que se renova-rían. Quién lo iba a decir: hoy es de nuevo su principal operador político.

La gente más valiosa del PRI ha sido desplazada y excluida. La disputa por la coordinación del grupo parlamentario del Revolucionario Institucional en San Lázaro ocurre ya entre los salinistas de la maestra y los salinistas del cacique del sureste. Incluso su operación política ya rebasa las fronteras del PRI. Así, tejió la alianza con el Partido Verde y colocó ahí a sus candidatos, como Jorge Kahwagi y Fernando Espino.

Carlos Salinas espera ser el poder real en los próximos años. El que articule los anhelos del capital extranjero: privatización de la energía e impuestos al consumo, como en la vieja época. E incluso ya tiene a sus candidatos para 2006: por el PRI, Roberto Madrazo, y para Acción Nacional, Diego Fernández de Cevallos.

Estos signos ominosos nos obligan a refrescar la memoria, a exhibir la naturaleza de cada quien, a demandar otro tipo de acuerdos políticos entre otros actores, pero sobre todo a pensar muy bien cada acto y sus consecuencias. Sí, definitivamente la época del gobierno actual está llena de errores y desilusiones, pero no nos equivoquemos. Debemos estar alertas. No se trata de regresar al pasado y olvidar la peor época política que México ha sufrido. Salinas está al acecho. šCuidado!