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México D.F. Jueves 3 de julio de 2003
STC: CORPORATIVISMO AL ATAQUE
El
veterano líder del Sindicato de Trabajadores del Sistema de Transporte
Colectivo-Metro (STC-Metro) de esta capital, Fernando Espino, amagó
ayer con realizar paros en diversas líneas de ese medio de transporte,
fundamental para la ciudad y para la movilidad de sus habitantes. La dirigencia
sindical charra del Metro pretende escalar, de esa forma, las acciones
que viene realizando desde anteayer para entorpecer el funcionamiento del
transporte subterráneo y provocar la parálisis parcial y
el caos en la urbe.
Espino pretende presentar estas medidas --a las que no
recurrió nunca cuando el que fuera hasta hace poco su partido, el
PRI, gobernaba la capital-- como un movimiento laboral en demanda de un
incremento salarial retroactivo al primero de enero de este año,
pese a que, según los términos del contrato colectivo, sólo
se aplica a partir de marzo pasado. La supuesta reivindicación sindical
es tan peregrina que su discusión ni siquiera ha sido agotada en
la mesa de negociación que se mantiene abierta entre la dirigencia
sindical y la dirección del STC.
El mes antepasado el cacique del Sindicato Unico de Trabajadores
del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF), José Medel Ibarra, aspirante
a una diputación plurinominal por el PRI, pretendió cosechar
votos ofreciendo a la burocracia capitalina conquistas dispa- ratadas e
improcedentes y, de paso, perjudicar la imagen del gobierno urbano a ojos
de la ciudadanía. Logró lo contrario: disponer a la opinión
pública en contra de la dirigencia charra, dividir a los trabajadores
sindicalizados y enfrentarse a la evidencia de un respaldo más bien
menguante entre los trabajadores de la administración capitalina.
A lo que puede verse, ahora Espino Arévalo --también
candidato a diputado plurinominal, sólo que por el Partido Verde
Ecologista, y perteneciente a la misma estirpe corporativa y clientelar
que Medel Ibarra-- pretende realizar una maniobra semejante. En uno y otro
casos, la utilización facciosa de los trabajadores de base y la
manipulación inescrupulosa de sus aspiraciones constituyen, para
la población, la amenaza de molestias mayúsculas. En el caso
del Metro, las maquinaciones de Espino Arévalo introducen, además,
riesgos inaceptables para los usuarios del Sistema de Transporte Colectivo,
toda vez que comprometen la realización de actividades de mantenimiento
y operación de los vagones y las líneas. Por lo visto, este
otro cacique sindical a la antigua está dispuesto a apostar la integridad
física de sus representados y de los usuarios con tal de hacer barullo
electorero.
Con este deplorable episodio como telón de fondo,
no parece fortuita la gresca ocurrida ayer entre taxistas y operadores
de la Red de Transporte Público (RTP) que provocó la suspensión
del servicio de autobuses públicos durante varias horas a lo largo
de cinco estaciones de la Línea A del Metro. Podría ser mera
coincidencia, pero es inevitable preguntarse si ese incidente --que afectó
a decenas de miles de usuarios habituales de ese tramo, en reparación,
del transporte subterráneo, para quienes provisionalmente se presta
servicio gratuito de autobuses-- no fue parte de un proyecto mafioso para
provocar la parálisis del transporte público capitalino.
En cualquier caso, cabe esperar que los trabajadores del
STC logren poner un alto a los chantajes de su líder, que se coloquen
del lado de sus compañeros asalariados para quienes el Metro es
un instrumento insustituible de transporte y que consigan democratizar
su organización sindical y sanearla de los remanentes charros que,
pintados de tricolor o teñidos de verde, pretenden mantener a sus
representados y a la población urbana como rehenes de intereses
facciosos.
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