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México D.F. Jueves 3 de julio de 2003
Orlando Delgado
ƑQuién se ocupa de los trabajadores?
Las campañas electorales han terminado. Los resultados darán cuenta de cambios marginales en la distribución de la representación política en la Cámara de Diputados. Será muy significativa la pérdida de peso político del partido en el gobierno federal. El PRI aumentará ligeramente su porcentaje, pero recuperará Nuevo León, lo cual es ciertamente importante. El PRD incrementará en 4-5 puntos porcentuales su votación, lo que indica una recuperación real, pero notoriamente insuficiente. El partido menor que más porcentaje alcanzará será el Verde, consolidando su posición con todos los vicios típicos del oportunismo. Los nuevos partidos se quedarán en el camino y los pequeños viejos serán enviados al lugar que les corresponde: el basurero.
Lo verdaderamente relevante, sin embargo, es que ha quedado escondido el motivo de la contienda. Tal parece que las campañas se ocupan de difundir caras con la peregrina idea de que los votantes eligen personas, porque están hartas de los partidos. Nada más alejado de la realidad. Quienes acudan el 6 de julio a sufragar lo harán por tal o cual partido, a partir de una valoración muy general de sus propuestas, o bien con un criterio negativo: castigar a los que prometieron un cambio y han consolidado lo viejo y más negativo del régimen anterior. Las profundas divergencias parecen pleitos de comadres. Ello ilustra el triunfo de la banalidad, congruente con un entorno en el que los medios y el gobierno se han encargado de desvalorizar la actividad política.
En este mar de mediocridad, la izquierda electoral parece moverse cómodamente. El planteo perredista, su consigna de que es tiempo de la esperanza, no se corresponde con una propuesta que ponga en el centro los temas torales de la nación. Se dice que legislará para que haya empleo, como si el asunto fuera normativo y no estructural. Pero quizá lo más alarmante es que se carece de una visión de país y, en consecuencia, se incorporan los conceptos típicos del neoliberalismo económico con matices de política social, basados no en un diagnóstico de la situación ni en una propuesta de política económica, sino sólo en una práctica de gobierno. Sin duda el programa de apoyo a los adultos mayores, a los discapacitados y a las madres solteras es fundamental, pero insuficiente como plataforma legislativa.
Las otras izquierdas no han planteado mejor las cosas. México Posible ha hecho una campaña efectista para reivindicar los derechos de las minorías, pertinente por supuesto, pero no atiende los problemas estructurales del país. No está clara su propuesta en materia salarial en relación con el vencimiento de los pagarés Fobaproa, con el gasto público, con las pensiones. El Partido del Trabajo es lamentable, ya que representa el interés de grupos populares localizados en algunas ciudades, sin propuesta ni principios. Es como el Verde, sólo que sin los apoyos de importantes personajes del priísmo, aliados con el grupo gobernante.
Así las cosas, el peso de la izquierda en la vida nacional y, en particular, en el Congreso de la Unión seguirá siendo muy limitado. Sin duda, habrá resultados que muestren la implantación de la izquierda, como la votación en el Distrito Federal y en la zona conurbada, donde se confirmarán tres cosas: el reconocimiento al gobierno de la ciudad, lo que implicará un enorme respaldo; la volatilidad de la votación panista, que se reducirá significativamente, y finalmente, la inexistencia del priísmo. Por tercera ocasión: en 1997, 2000 y ahora en 2003, el PRI no ganará ningún puesto de representación popular: ni un diputado local de los 40 en disputa, ni un diputado federal de los 30 que se elegirán y ni un solo jefe delegacional. De 76 posiciones, nada. Este resultado no se corresponderá, como hemos dicho, con lo que ocurra nacionalmente, pero será ciertamente ilustrativo.
Las elecciones no han sido aprovechadas para debatir, por ejemplo, el tema de la reforma laboral, la permanencia del corporativismo sindical, ahora avalado por la propia Presidencia de la República. Los trabajadores y la defensa de sus derechos no se han colocado en el sitio que les corresponde. No lo ha hecho la izquierda. Su trascendencia es, por ello, incierta. [email protected]
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