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México D.F. Lunes 18 de agosto de 2003
Además de caro, no ha mostrado eficiencia
frente al convencional, expresan agricultores
En entredicho, el cultivo de algodón transgénico
en el valle de Mexicali
Aunque sólo combate dos de cinco plagas, de este
origen es 37% de la producción nacional
ANGELICA ENCISO L. ENVIADA
Mexicali, BC. 17 de agosto. A ocho años
de que agricultores comenzaron a sembrar algodón transgénico
en este valle, pocos se han convencido del uso de esta tecnología
porque resulta costosa, no abate la totalidad de las plagas y tienen que
continuar usando insecticidas, por lo que apenas la quinta parte de las
15 mil hectáreas algodoneras se cultivan con el producto modificado
genéticamente.
Esta zona ha sido sede de experimentos para propagar el
uso de los transgénicos -productos a los que se les inserta en laboratorio
un gen ajeno a su especie para obtener un fin. Además del algodón
se han hecho pruebas con tomate y calabaza, pero el que ha mostrado un
relativo desarrollo ha sido el primero. Se estima que en el mundo existen
casi 20 variedades convencionales de algodón, de las cuales 13 se
localizan en México.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), mediante el Instituto
Nacional de Investigación Agrícola y Pecuaria, promueve con
el Departamento de Agricultura de Estados Unidos un programa para impulsar
el uso de algodón transgénico ya que así se controlarían
las plagas en la región, puntualiza su director en Baja California,
Raúl León López.
Dos ciclos
El propósito es utilizar durante dos ciclos productivos
el transgénico y luego probar con el convencional, verificar si
las plagas se eliminaron y en cuánto se reduciría el uso
de plaguicidas.
Se ofreció a los agricultores el uso de variedades
para el control de algunas de las plagas que afectan la zona. Por ejemplo,
la Bollgard, semilla que contiene el insecticida que acaba con lepidópteros,
gusano bellotero, rozado y perforador de hoja, y la Round up ready o faena,
con resistencia a herbicidas. El transgénico se cultiva en total
en 15 mil hectáreas en el sur de Tamaulipas, Veracruz, San Luis
Potosí, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Chihuahua y la comarca
lagunera, con lo que es transgénica 37 por ciento de la producción
nacional.
Tras la moratoria o suspensión de autorizaciones
para el cultivo de transgénicos en el país en 1998, la siembra
de este tipo de algodón en Mexicali pasó de 152 (1998) a
3 mil 360 hectáreas (2001), pero se redujo a 2 mil 575 (2003).
Tanto empresas como autoridades están pendientes
de que haya una regulación -ley de bioseguridad- que permita la
expansión comercial de este producto para entrar masivamente al
mercado nacional y los campesinos empleen estos productos que ellos sostienen
que les resultan demasiado costosos.
Beneficios limitados
Monsanto,
la principal productora mundial de transgénicos, comenzó
evaluaciones en campo en 1997 con algodón y, junto con la empresa
estadunidense Delta Pine Land, colocó en el mercado, casi al mismo
tiempo que se dio la moratoria del cultivo de transgénicos, las
tecnologías Bollgard y Round up ready, explica Maximiliano Cervantes,
jefe de Sanidad Vegetal de la Sagarpa en Mexicali.
En entrevista, dice que aquí no se pone en riesgo
ninguna variedad nativa de algodón, porque las originarias se desarrollan
en el sur del país. Recordó que en 1992 la mosca blanca abatió
zonas algodoneras y casi acabó con la cosecha de 40 mil hectáreas.
El cultivo se redujo drásticamente a 700 hectáreas y después
tuvo un repunte a 15 mil.
Sin embargo, en general la superficie algodonera cayó
poco a poco en los últimos 50 años, ya que hace medio siglo
se sembraban unas 200 mil hectáreas y ahora son tan sólo
15 mil. También cambió la forma de trabajo, "desaparecieron
los pequeños agricultores, por la dificultad para competir, unos
rentan y otros establecieron asociaciones para desarrollar la actividad".
Ahora los campos algodoneros están rodeados de cultivos de hortalizas,
que predominan en la zona.
Luego llegaron las empresas que deslumbraron a los agricultores
con las variedades de algodón que controlarían las plagas,
pero la semilla modificada cuesta 65 dólares, mientras que la convencional
vale 55. Pero lo realmente caro es la licencia por usar la tecnología,
ya que la semilla Bollgard cuesta 94 dólares y la faena 185, explica
León Dagieu, gerente de Monsanto en Sonora.
Aunque con ninguna de estas variedades deja de utilizarse
insecticida, porque no combaten a las cinco plagas -chinche lygus, mosca
blanca, gusano rozado, gusano bellotero y gusano perforador de la hoja-
y el químico debe regarse dos o tres veces.
"El cultivo de este producto se ha mantenido porque los
rendimientos son mayores a lo convencional, se reduce el riego de plaguicidas
que se hace con aviones fumigadores, lo cual puede afectar a los habitantes
del lugar, y con eso se protege la salud de la gente", indica por su parte
Nicolás Díaz, coordinador de registros de Biotecnología
y Agroquímicos de Monsanto.
La opinión de agricultores difiere. "La superficie
no crece porque el productor no ve las bondades, las plagas para las que
está diseñado el aldogón Bollgard -que se cultiva
en 2 mil hectáreas en el valle- son de baja prevalencia, y es lo
mismo sembrar transgénico que convencional, lo único que
hace el transgénico es reducir el riego de insecticidas", sostiene
Javier Gasca, de Algodonera Cachanilla, que utiliza variedades transgénicas
desde 1998.
Otro obstáculo en la producción son las
malezas, difíciles de controlar para el productor, "si hubiera una
variedad con el doble fin -abatir plagas y malezas-, quizás tendría
más éxito el transgénico", pero con los actuales no
hay gran beneficio. En esta algodonera hay cinco grupos de productores
asociados, que exportan a Suiza y Japón, pues es más difícil
vender al mercado local por el costo de transporte.
Como los agricultores de otros productos, estos algodoneros
reciben con retraso los apoyos, ya que el precio soporte que da la Sagarpa
-pago de la diferencia entre el precio a que venden, 54 dólares
en promedio el quintal, según la bolsa de Nueva York, y 64 dólares,
precio soporte- tarda en serles entregado. El año pasado la cosecha
terminó en octubre y los apoyos llegaron hasta febrero de este año,
precisa.
Tampoco Leonardo Gaspar Blanco, de Ciudad Morelos, que
en algún momento sembró algodón transgénico
en 300 hectáreas y ahora usa convencional, observa grandes ventajas
en el uso del primero. "Es demasiado costoso y veo los mismos resultados
entre el transgénico y el que no lo es; si hubiera una variedad
que me convenza quizá lo use. Ahora sólo sirve para dos plagas,
no es cierto que hay un ahorro, porque aún es necesario utilizar
herbicida."
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