México D.F. Sábado 20 de septiembre de 2003
Recibió la medalla José Vasconcelos
en el Seminario de Cultura Mexicana
Gabriel Vargas crea una mitología caricatural
de la resistencia
Existe un humor popular antes y después del autor
de La familia Burrón: Carlos Monsiváis
Propone Gutiérrez Vega que se rinda homenaje
al dibujante en el Palacio de Bellas Artes
ANGEL VARGAS
Con seguridad ''habrá quienes frunzan la nariz"
ante la propuesta de un homenaje en el Palacio de Bellas Artes al dibujante
Gabriel Vargas, creador de La familia Burrón, ''uno de los
hitos de la cultura mexicana". Sin embargo, para el poeta Hugo Gutiérrez
Vega se trata de un reconocimiento merecido e impostergable.
''Muchos quisiéramos ver a don Gabriel Vargas en
el Palacio de Bellas Artes. Vamos a ver si Bellas Artes quiere verlo allí
también. Se merece eso y más. Pienso en ese edificio lleno
de enormes banderones con los personajes de don Gabriel, y que el analfabetismo
oficial se ponga a leer a éste que es uno de los más importantes
artistas y escritores del siglo XX y principios del siglo XXI. Vamos ver
si (los funcionarios) no fruncen la nariz porque no tienen sensibilidad
para este tipo de obra."
Creador de un estilo
Al término de la ceremonia en la que el Seminario
de Cultura Mexicana entregó anteanoche la medalla José Vasconcelos
al maestro Vargas, Gutiérrez Vega subrayó en entrevista que
son varias las deudas que la cultura mexicana tiene con el prestigiado
dibujante.
Entre ellas, puntualizó, está la recuperación
del lenguaje popular y la recreación del mismo: ''La importancia
de Gabriel Vargas estriba en que no es un simple amanuense de las formas
de hablar de las clases populares, sino que también es el creador
de un estilo.
''Así
es que estamos celebrando no sólo a un hombre que ha escrito una
obra de gran importancia sociológica, sobre todo en el terreno de
la sociología del lenguaje, sino un artista creador de una serie
de personajes y de un lenguaje propio."
Definitivamente, agregó el poeta, La familia
Burrón ''marca un hito en la cultura mexicana. Creo que desde
el momento en que esa revista nace, empieza la sociedad mexicana, la de
la capital y particularmente la vecindaria, a observarse y a reírse
de sí misma, a burlarse, y de alguna manera a criticar a la corrupción,
que ha sido uno de los grandes males de esta ciudad y de este país,
así como a enfrentarse a la prepotencia de los políticos
y de los caciques".
Como parte de su intervención, Gutiérrez
Vega leyó Oda a Borola Tacuche de Burrón (Escrita en versículos
chipocludos y dedicada a la barda Chachis Pachis Palomeque).
También en entrevista, Carlos Monsiváis
coincidió en que sería deseable un homenaje de esas dimensiones
para don Gabriel, aunque acotó que tal acción no mejorará
la calidad de su obra.
''Creo que el gran homenaje que el Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes podría hacerle, por ejemplo, sería
reditar Don Jilemón Metralla. Si le hacen un homenaje me
parecería justo. Pero la verdad eso es muy formal. Lo que es necesario
es recuperar su trabajo."
El cronista y ensayista indicó que la deuda que
se tiene con el padre de los burrones consiste en que no se le ha leído
y se le ha considerado ya pasado de moda o fuera de lugar.
Explicó que la función social de La familia
Burrón la determina cada uno de los lectores: ''Conozco a muchos,
sé de su entusiasmo y fidelidad que ha traspasado las generaciones.
Estar en el habla, en el espíritu cómico y la inventiva de
los lectores es una extraordinaria función (de esa revista)".
Flexibilizador del idioma
En la mesa redonda que precedió la entrega de la
presea, Carlos Monsiváis realizó un análisis de la
trayectoria del octogenario artista hildaguense, que tuvo como punto de
partida la publicación de Los Superlocos, pasó por
las singulares anécdotas del cábula personaje de Don Jilemón
Metralla y culminó con la ingeniosa y entrañable familia
Burrón.
El espacio en el que se efectuó el acto, la Galería
Francisco Díaz de León del Seminario de Cultura Mexicana,
resultó insuficiente para la cantidad de personas que allí
se congregaron. ¿Cien, 200 o hasta 300 asistentes?
En cambio, sí puede precisarse que todas se desternillaron
de risa con cuanta cita o referencia hizo el cronista de cierto diálogo
o situación de algunos de los episodios de La familia Burrón,
entre ellos uno de los poemas que Avelino Pilongano dedica a su amada:
''Llegó altanero zopilote/ y díjole con sornita/ convídame
de tu elote,/ o te quiebro una patita".
De acuerdo con el autor de Los rituales del caos, no
es exagerado decir que hay un humor popular antes y después de Gabriel
Vargas.
Entre los aspectos que el escritor destacó, se
encuentra la enorme aportación del dibujante al lenguaje coloquial
en México:
''Anticipa, inventa, imagina, borda sobre las palabras.
Es decir, se maneja en la línea creadora del caló, de las
germanías, y se aparta de la tradición de quienes improvisan
sobre temas y palabras de la sexualidad, juego vulgar y ocasionalmente
ingenioso.
''Pero Vargas no se atiene a las mecánicas del
albur, lo suyo es flexibilizar el idioma, y por eso inventa o reproduce
lo más vivo y de mayor colorido en el habla popular. De allí
su influencia imponderable. Populariza términos: 'azules', o 'acólitos
del diablo' -los policías-; usa de las distorsiones del anglicismo
-yu en lugar de tú, feis por rostro, etcétera-, o de la cultura
oral: las 'tambochas' o las 'tepalhuanas' para los glúteos, y así
sucesivamente."
Choteo, sarcasmo y sátira
Monsiváis destacó también que ''Vargas
finca su humor en el choteo de las inercias tradicionalistas -el machismo,
la primera de ellas-, y en el elogio irónico del pintoresquismo,
la trampa de la gran ciudad donde lo entrañable es sinónimo
de lo aplastante, y lo que no quiere es lo que nos impide cambiar".
Con choteos, sarcasmos y sátira el artista enriquece
el sentido del humor urbano, prosiguió. Los personajes de esa historieta
se encuentran en lucha constante contra la pobreza, originando así
''una mitología caricatural de la resistencia"
Subrayó que es pretensión explícita
del creador describir la vida familiar del mexicano pobre de clase media
y aproximarnos al proletariado y al lumpen proletariado, aunque sin tener
como guía pretensiones sociológicas, sino el costumbrismo.
Cada uno de los números de la publicación,
apuntó, es ''el relato de un delirio victorioso y de la frustración
subsiguiente".
La mesa redonda contó también con la participación
del escritor Agustín Sánchez, en cuya intervención
situó a don Gabriel Vargas como un clásico de la literatura
universal.
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