México D.F. Sábado 20 de septiembre de 2003
Andrés Pascal recuerda la participación
del MIR en el gobierno de Salvador Allende
''Las instituciones, nuevo campo de batalla''
Una izquierda latinoamericana es indispensable no sólo
para la revolución, sino para negociar su inserción en los
procesos de mundialización, indica el activista chileno
GUSTAVO GORDILLO Y HERNAN GOMEZ
Andrés Pascal Allende, dirigente del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR), explica el ideario político de
su organización; su participación en el ascenso de Salvador
Allende a la Presidencia de Chile, en 1971, y el papel de la izquierda
latinoamericana hoy.
-¿Qué vertientes confluyen en la formación
del Movimiento de Izquierda Revolucionaria?
-En 1965 formamos el MIR. La vertiente más conocida
es la de un grupo de estudiantes, cuyo líder era Miguel Enríquez,
que vivía en Concepción. Eramos todos militantes de la Juventud
Socialista y nos fuimos radicalizando. Desde antes de las elecciones de
1964 salimos del Partido Socialista y nos integramos a un grupo que se
llamó Vanguardia Revolucionaria Marxista, en el que confluían
distintas corrientes y colectivos de izquierda compuestos por gente mucho
mayor que nosotros, como Clotario Blest, un gran dirigente sindical cristiano.
Había también viejos anarquistas, dirigentes, ex militantes
del Partido Comunista, trostskistas...
''No podíamos estar en contra de la UP''
-¿Qué evaluación hizo el MIR respecto
de la Unidad Popular (UP)?
-Cuando se conforma la UP estábamos muy escépticos;
pensamos que iban a perder de nuevo. Pero tampoco nos lanzamos en contra,
más bien criticamos el electoralismo, el parlamentarismo. La verdad
es que cuando empieza la campaña de Allende nos vamos dando cuenta
de que puede ganar y que está acumulando fuerzas populares. Lo veíamos
entre nuestras propias bases: el allendismo crecía. En tanto expresión
del movimiento popular, nosotros no podíamos ir en contra de eso.
''Entonces
Allende nos pide un encuentro en el cual participé. Tuvimos una
discusión muy franca sobre nuestras diferencias e identidades. Allende
nos pide que paremos las acciones armadas. Nosotros accedimos. Paramos
las acciones armadas. También surge en la conversación nuestra
preocupación por su seguridad. Nos propone que le organicemos su
seguridad personal. Mandamos un grupo de compañeros del MIR -algunos
perseguidos-, que después se conoce como el Grupo de Amigos del
Presidente (GAP). Nosotros estuvimos en el GAP durante un año hasta
que entramos en contradicciones mayores con la UP.
''En las elecciones sugerimos a nuestros militantes que
era un problema de conciencia que votaran o no. Teníamos una contradicción
interna fuerte entre quienes decían que había que participar
votando y quienes decían que el MIR no estaba por las elecciones.
''A partir de este momento se establece una relación
muy directa entre el MIR y Allende, que dura todo el periodo de la UP.
De hecho en la primera reunión, a poco tiempo de que asume la presidencia,
Allende le plantea a Miguel (Enríquez) que acepte ser ministro de
Salud. Esta propuesta tenía toda una connotación, porque
Allende a su vez había asumido como ministro de Salud cuando tenía
la misma edad (30 años en ese momento). En cambio propusimos un
pacto con él porque nos planteaba que nos incorporáramos
a la UP. Nosotros le dijimos que teníamos discrepancias, no pensábamos
que el camino que él planteaba era posible. Propusimos brindarle
un apoyo crítico, apoyando sus políticas y en contra del
golpismo, pero el MIR guardaría su independencia para poder criticar
aquellas cosas que consideráramos que estaban mal. Lo que sí
es que nunca saldríamos a criticarlo sin antes conversar con él.
Siempre se cumplió esto. Así que era una relación
de respeto muy bonita hasta el final. Allende y Enríquez se respetaban,
se querían mucho.
''Todo esto explica por qué el 11 de septiembre
de 1973 Miguel llama a través de Tati -la secretaria privada
de Allende-, que era nuestro canal oficial con el presidente, para decirle
que estábamos organizando una columna para ir hasta La Moneda. Creíamos
que era mejor que resistiera en los barrios populares. Allende contesta
también a través de Tati que no, que él se
va a morir ahí, que él no sale de ahí. Le manda además
el mensaje a Miguel de que ahora le tocaba a él.''
-Antes de continuar sobre el gobierno de la UP y el golpe
militar, relátenos cómo se va construyendo su concepción
política y qué papel juega en esta concepción la violencia,
la lucha armada.
-La nuestra era una concepción más insurreccional,
antinstitucional de la política. Con todo hay una diferencia entre
el MIR y otros movimientos guerrilleros, porque partíamos de una
reflexión muy afincada en la realidad chilena, aunque distante de
las versiones institucionalizadas, del mito de la democracia en Chile.
''Además conocíamos muy bien el país,
recorriéndolo, yendo a los distintos sectores sociales. Entonces
fuimos concibiendo el tema militar como un aspecto de una revolución
política, aunque lo fundamental era la organización de las
masas. En el contexto del avance de un proceso revolucionario había
que plantearse, además, el problema de las limitaciones de la democracia
burguesa en un país dependiente como el nuestro. De esta reflexión
sale la idea del poder popular, concebido más que como conquista
del aparato estatal como construcción de una organización
autónoma de la sociedad, es decir, la idea leninista de los soviets.
''En cuanto al tema propiamente militar, el movimiento
revolucionario tenía que generar una capacidad de autodefensa y
por tanto tendíamos más a una visión de milicianos.
Sobre todo porque estábamos montados en las tomas de tierra, entre
los pobladores, los indígenas, las corridas de cerco. Estas acciones
eran fuertemente reprimidas por el gobierno de la Democracia Cristiana.
Entonces empezamos a organizar las milicias populares. La acción
armada la entendíamos, no como enfrentamiento militar, sino como
acción directa o propaganda armada. Comenzamos en 1969 a expropiar
bancos, a realizar acciones de apertrechamiento, ya que estuvimos al final
del periodo de Frei en la clandestinidad.
''Las expropiaciones bancarias tuvieron mucho impacto,
porque quienes participábamos proveníamos de las propias
clases medias acomodadas; todos éramos además muy buenos
alumnos. Al mismo tiempo éramos muy cuidadosos para evitar que hubiera
derramamiento de sangre, porque entendíamos que en la idiosincrasia
chilena el tema de la violencia era un tema difícil. Por cierto
hicimos un pacto con el periódico más popular de ese momento,
que era El Clarín, por medio del cual les pasábamos
todas las primicias de las acciones a cambio de que nos dieran una difusión
objetiva. Todo esto fue creando una imagen de simpatía y tuvo una
gran repercusión en la juventud.
''El otro tema que planteamos en el ámbito militar
se relacionaba con la democratización de las fuerzas armadas, es
decir, que era necesario realizar un cambio estructural como parte de un
proceso real de democratización de la sociedad. Comenzamos a levantar
una plataforma reivindicatoria para los soldados. Por los mismos vínculos
familiares empezamos a organizar sectores en las fuerzas armadas, que después
tendrían una influencia en el periodo de la UP.
-En esta concepción, ¿cuál es el
espacio de la negociación con otras fuerzas?
-Pienso que nosotros fuimos superprincipistas en
lo que era la visión antinstitucional o antielectoral, a pesar de
que en la práctica lo hacíamos. Por ejemplo nosotros nunca
llevamos un candidato parlamentario propio, pero pactábamos con
el sector radical del PS, con la izquierda cristiana, y sacábamos
triunfante a su candidato, pero no lanzábamos a candidatos miristas
para no romper el principio. En los otros espacios, en el sindical, en
la universidad, nuestra participación era legal. Parodiamos el título
del libro de Rosa Luxemburgo Reforma o revolución; lo entendíamos
literalmente así. Visto ahora a la distancia yo pienso que el título
debió haber sido Reforma y revolución, porque cuando
se produce un proceso de crisis de la dominación siempre la primera
etapa de respuesta son las reformas. Las reformas burguesas primero, las
reformas populares después. Las reformas son además el contenido
de cualquier programa revolucionario. La reforma en sí no es mala,
es un instrumento necesario. El problema es cómo utilizar esas reformas,
cómo hacer que al tiempo que responden a las demandas populares
sean un factor de acumulación de fuerzas para ocupar espacios tanto
de un pensamiento revolucionario como de poder. Y en este sentido nosotros
subvaloramos que hay en los espacios institucionales un campo de batalla
que hay que dar. Y esto puede implicar alianzas distintas en distintos
momentos del proceso. Pienso que el MIR recién en la etapa de la
UP comenzó a entender el tema de las alianzas, con la política
que denominamos el polo de reagrupación revolucionaria en 1972.
-En esa época, ¿qué no hubiera hecho
que hizo y qué sí debió hacer que no hizo?
-En el plano personal hubiera hecho las mismas cosas que
hice porque era militante y parte de un colectivo. Ahora que reflexionando
sobre las políticas del MIR, yo creo que en el factor unidad de
la izquierda, en la unidad del movimiento popular, que podríamos
haber tenido una política más flexible con Allende y con
la UP. Incluso no descarto que hubiéramos podido participar y convertirnos
en el ala izquierda desde adentro. Quizás eso nos hubiera dado más
posibilidades de influir en favor de las políticas revolucionarias,
cuyo eje eran la movilización popular y la democracia directa.
El carácter continental de la revolución
-¿Qué sería, para usted, hoy, ser
de izquierda?
-Ser antimperialista, plantearse la superación
del neoliberalismo. Creo que la superación es otro tipo de sociedad
más justa y solidaria. No la copia de lo que ha sido el socialismo
en la URSS o en otros países. Nosotros nunca fuimos partidarios
de esa concepción de socialismo, pero sí de construir una
sociedad socialista; que tiene sus problemas y sus contradicciones. Una
sociedad socialista también tiene sus capas burocráticas
e implica un proceso más complejo, que hemos venido entendiendo
en estos años. Pero sí ir a una nueva sociedad que tiene
que ser una democracia directa, una democracia participativa, que se expresa
en todos los ámbitos de la vida social, no sólo en votar
cada equis número de años, sino participar en las decisiones
sobre los recursos del Estado, en qué se usan; participar en la
economía, en la cultura. Extender la democracia a las fuerzas armadas,
constituirlas como fuerzas armadas ciudadanas.
''La otra conclusión que yo saco, que va de la
mano con la resistencia a la dominación imperialista en la región
-contra el ALCA-, está en el carácter continental de la revolución.
En ese sentido la concepción guevarista, o si se quiere bolivariana,
es un tema capital hoy día para cualquier izquierda. Una izquierda
latinoamericana es indispensable ya no sólo para la revolución,
sino para negociar en grupo su inserción en los procesos de mundialización
que vive el capitalismo. Pero esta integración latinoamericana que
empieza a sentirse ahora en Sudamérica no puede ser sólo
una integración a través de los estados o de las empresas.
Tiene que ser una integración desde abajo, y en ese sentido la dinámica
de los movimientos antiglobalización, de los movimientos indígenas,
es muy importante.Va a ser una fuerza fundamental que no se dio en el periodo
de la UP.
-¿Cree que hizo todo lo posible para evitar el
golpe de Estado?
-El golpe de Estado no se decidió el 11 de septiembre,
sino el 29 de julio, cuando fue el tanquetazo. Entonces se logró
detener porque cientos de oficiales no aceptaron salir a las calles. A
raíz de ello, el general Prats le propuso a Allende intervenir en
las Fuerzas Armadas. El presidente dudó, consultó, pero finalmente
no lo hizo, por lo que el sector golpista del Ejército se sintió
en absoluta impunidad, provocando desconcierto y desesperanza en el movimiento
de masas.
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