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México D.F. Sábado 20 de septiembre de 2003

El documental de Everardo González se exhibe hoy en la Cineteca Nacional

La canción del pulque, una mirada a las vidas en torno a la cultura del maguey

Mi idea original era hacer una cinta sobre cómo ama y siente la vida un borracho, dice el realizador La premura para hacer el documental fue porque este ambiente ya se está extinguiendo, señala

GUILLERMO HERRERA ESPECIAL

La canción del pulque, documental del fotógrafo y realizador mexicano Everardo González, puede ser cualquiera, o cada una, de las siguientes posibilidades: una reluctancia a la desmemoria, una alternativa a los desvaríos de la ficción o un ejercicio plástico lleno de imágenes significativas.

Realizada en formato digital y ganadora del premio Mayahuel a la mejor fotografía y edición de la 18 Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara, esta cinta constituye un relato sobre vidas y espacios que convergen en torno a una cultura casi extinta: la del maguey y su espirituoso elíxir. Se trata de 60 minutos en donde, según palabras de su realizador, "todo va pintado y revestido con lo que implica beber pulque: una bebida espiritual que nos llega con las bendiciones de la gente que trabaja en el campo. Al beber pulque -dice el también guionista, quien se animó a emprender este proyecto gracias a sus frecuentes visitas a la pulquería La Pirata- tenemos una carga histórica, cultural y antropológica en un solo vaso".

Respecto a la factura y el contenido de su trabajo, el cual resulta completamente ajeno a un enfoque folclorista de la pulquería o al tratamiento ramplón de las sagas que sobre este lugar hiciera en los años 80 El Güero Castro, González explica: "Como en cualquier investigación sociológica tuve que hacer una búsqueda de referentes. Al principio este documental iba a hablar de una parte histórica que incluiría el rescate de archivos iconográficos, fonográficos, etcétera, pero al momento de estar en la pulquería conviviendo con las personas me di cuenta que lo que quería hacer era una película que hablara fundamentalmente sobre ellas, entonces decidí que la investigación sería sólo para estar empapado del tema. En mi película no hay personajes con conocimientos históricos o antropológicos, ya que quise evitar la visión del especialista o evitar hablar en mi condición de güero que pretende mostrar algo que no le pertenece. Lo que sí me pertenecían eran ciertos momentos de las historias de los personajes, cosas que yo podía compartir con ellos de tú a tú, de igual a igual, y eso hizo que el documental se encaminara a trabajar de esa forma. Quise darle voz a quienes tienen que hablar del tema, para no ser yo un aleccionador, sino que esa realidad se presente por sí misma sin interpretaciones".

El tiempo detenido

-¿Por qué sus personajes tienen un carácter cercano a la ficción y se habla especialmente de las relaciones afectivas?

-En el momento de llevar este trabajo a la práctica me interesó mucho hablar sobre el borracho; de cómo ama y cómo siente la vida. A la vez, quería trabajar el binomio de la música frente a las emociones que tienen que ver con la borrachera. Todo eso hace que la lírica de la música popular en este país, en su mayoría, hable de amores y desamores, y bueno, una de las cosas que son características del borracho es llorarle a los amores. Entonces, era importante hablar sobre este apartado y cómo son las relaciones afectivas en este espacio: de amor-odio, dependientes, o de las relaciones del "no te puedo soltar porque me muero". Todo esto hace que sintamos la música mexicana de esta manera; cualquiera de nosotros tiene un referente con una canción que le remueve entrañas y recuerdos. La parte musical era muy importante; se trataba de ver cómo funcionan las canciones y las letras, por eso la película lleva como nombre La canción del pulque."

De hecho, este documental cuenta con personajes entrañables, como Fortino, el tlachiquero de Tlaxcala; El Cantarrecio, trovador de la pulquería La Pirata, y una prostituta huésped del departamento de damas llamada Gisela.

Con el registro de estas imágenes, Everardo González pretende mostrarse como un cineasta al que no le resulta ajeno el devenir de la modernidad, y en este sentido, prefiere valorar su obra a la luz de la trascendencia más allá del reconocimiento: "A mí me interesan mucho las cosas que permanecen aún, a pesar de la vorágine de cambios que se suceden en ciudades como ésta, sea por la globalización, por cambios económicos, de conciencias, de códigos éticos, morales, etcétera, y la pulquería me interesó porque era un recinto cerrado en donde pareciera que el tiempo se había detenido detrás de esas dos puertas abatibles y que las cosas que se ven podían haber sucedido varias décadas atrás.

''La música, los personajes, los objetos y las formas de convivencia son de tiempo detenido, porque no están incluidos en los cambios de este país, ni dependen de lo que suceda afuera. Entre lo que investigué había documentales que hablaban sobre la historia, el proceso, las leyendas, los orígenes y las guerras comerciales del pulque, pero no se había volteado la mirada hacia las personas que la habitan, tal y como con la historia: siempre la vemos como datos, fechas y grandes acontecimientos, y pocas veces como asuntos de lo cotidiano de las personas que sufren, disfrutan, aman o detestan este lugar."

-¿El pulque y la pulquería están en vías de extinción?

-Es una realidad; no se puede hablar de un futuro para la pulquería si su presente también es incierto, nebulosísimo. La premura por la que tenía que hacer este documental es porque esto ya se está extinguiendo; de no hacerlo, no quedaría registro de cómo se habita este espacio y cómo son sus personajes. Aunque el mundo cambia aceleradamente siempre hay refugios en donde el tiempo no va pasar, pero el caso de la pulquería tiene un límite, porque ahora todo va a depender de la extinción de una planta que es icono de este país y referente hacia el exterior; esa relación tan fuerte nos llevará a la extinción de toda una cultura.

Ejemplifica: "Una zona de la pulquería que aparece en el documental es ahora un condominio. El Cantarrecio ya no toca ahí, ahora me parece que tienen una rocola para la música"

-Ya que es fotógrafo ¿Cómo definiría su trabajo en tanto experiencia plástica?

-La pulquería es un lugar fantástico para poner una cámara, porque a donde voltees tienes un buen tiro por los colores, las formas, los rostros, las miradas, los vestuarios y las acciones que tienen lugar. La estética está por sí misma en el espacio. Gracias a la holgura que da el formato digital, procuré usar la cámara como un parroquiano más del espacio con un nivel cercano al reportaje. No provoqué situaciones, simplemente tenía como consigna estar ahí varios minutos, pasara algo o no, para poderlo filmar. Luego tuve que buscar la forma de contar lo que yo quería y eso me lo iban a dar las imágenes del campo mexicano. Aquí procuré que las imágenes de los magueyes no fueran preciosistas, por lo mismo era buscar imágenes de plantas aisladas, golpeadas y en tiempo natural, y que los cielos nublados hablaran de una realidad que no es tan agradable, aunque estéticamente las imágenes puedan serlo. Quería cosas muy sutiles, por eso también busqué las haciendas destruidas; esos espacios grises y abandonados que en su tiempo de bonanza aportaban un buen porcentaje de la economía de este país, y que al verlos ahora totalmente deteriorados nos habla de la realidad de esa parte de la cultura. Busqué mostrar el abandono, la desolación y hacer referencia a ello con los rostros del campo que hablan de la tierra, del surco, el tono de piel, el desgaste de las manos, y del paso del tiempo, por eso hay tantos close ups.

-¿Existe una nueva presencia del documental en el cine mexicano?

-Creo que hay una nueva presencia del documental en el cine mundial. Esto lo pude platicar en la muestra de Guadalajara con personas que hacen trabajo de selección y organización para festivales de cine, respecto a un desgaste de la ficción en las formas de narrar. Yo no puedo considerarme ni medianamente un documentalista como los grandes que ha tenido este país, pero puedo decir que lo que está sucediendo es un asunto coyuntural, porque la ficción no está ofreciendo al público historias que hablen sobre su propia condición y es por eso que se voltean los ojos hacia el documental. Esto tiene que ver con la repetición de la fórmula de las historias clasemedieras; los mismos rostros, los mismos papeles de los personajes y el agotamiento de una fórmula que sólo mira hacia el norte. En el documental esto no sucede, no existe la posibilidad de que se agote, se desgaste o se vuelva temporal, por el contrario: adquiere mayor valor conforme el tiempo pasa. Además, el documental está siendo hecho por cineastas y no por científicos sociales. Ahora se trabaja la parte de oficio, es decir, con imágenes, sonidos, ritmos de edición, tamaños de plano, recreación de atmósferas y el darle un peso específico a los personajes. En los años 70 también hubo una buena camada de documentalistas del CUEC, pero lo que ahora está cambiando es que la gente está pendiente del cine que se hace en México y eso representa un buen momento para quienes hacemos documental. Si hay un nuevo interés del público por ver cine documental, eso vamos a verlo en las salas.

La canción del pulque se exhibe hoy 20 de septiembre en la Cineteca Nacional y en espacios del circuito periférico.

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