México D.F. Miércoles 8 de octubre de 2003
En contraste, el 10 por ciento más pobre percibe sólo 1.6% de esos recursos
El 10% más rico de AL acumula 48 por ciento del ingreso total
México ha logrado avances "muy leves" para superar la desigual distribución de la riqueza, afirma el Banco Mundial Las reformas "pro mercado" no mejoraron la situación e incluso empeoraron salarios
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
México ha logrado avances "muy leves" para superar la desigualdad en la distribución de la riqueza, sostuvo este martes el Banco Mundial. El organismo aseguró que los niveles de inequidad en el país son "muy altos" comparados con otras naciones, en una situación que muestra que la región de América Latina y el Caribe continúa sumida en "una prolongada historia de desigualdad".
David de Ferranti, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina, sostuvo que México ha dado pasos importantes para superar la desigualdad, que afecta en mayor medida a los núcleos de población indígena y campesina. Aseguró que "con un buen manejo económico y reformas México ha hecho avances que con el tiempo capitalizará en beneficios. Y no sería sorpresa que en los años venideros viéramos esos beneficios".
Por su parte, Michael Walton, asesor en temas de reducción de pobreza del organismo multilateral, consideró por su parte que los avances logrados hasta ahora por el país para mejorar la equidad son "muy leves", en comparación con otras naciones del mundo. Aseguró que "México tiene una profunda desigualdad en la distribución de riqueza y de servicios, tanto entre indígenas y otros grupos sociales como entre las diferentes regiones", añadió.
Este martes, durante la presentación de un nuevo estudio regional, David de Ferranti sostuvo que "América Latina y el Caribe es una de las regiones con mayor desigualdad en el mundo, tanto en la distribución del ingreso como en el acceso a servicios como educación, salud, agua y electricidad".
El organismo presentó ayer en la Universidad Iberoamericana un nuevo estudio, titulado Desigualdad en América Latina y el Caribe: Ƒruptura con la historia?, en el que señala que para terminar con "la profunda" desigualdad en la región se requieren reformas institucionales que atiendan las demandas de los sectores más pobres de la población.
En el documento, el organismo asegura que la región enfrenta una de las situaciones de mayor desigualdad en el mundo.
"La décima parte más rica de la población de Latinoamérica percibe 48 por ciento del ingreso total, mientras la décima parte más pobre sólo recibe 1.6 por ciento. En cambio, en los países desarrollados, la décima parte superior recibe 29.1 por ciento del ingreso total, en comparación con el 2.5 por ciento de la parte inferior", destaca el estudio, coordinado por Guillermo Perry, economista en jefe del Banco Mundial para América Latina.
Lejos de disminuir, la desigualdad aumentó en algunos casos, o se mantuvo sin cambio en la mayoría de los países de la región durante la pasada década, periodo que comprende el análisis presentado en el estudio y que coincide con la profundización de las reformas de mercado en los países de la zona.
En la presentación del informe, Guillermo Perry comentó que las "reformas pro mercado" de los años 90 no fueron "ni una maldición ni una bendición" para América Latina. Ese conjunto de reformas, que implicó el adelgazamiento del Estado y la apertura económica y financiera, "no contribuyó a mejorar la situación de desigualdad en la región".
Algunas reformas, incluso, tuvieron un efecto negativo, como la apertura comercial, que causó mayor desigualdad salarial, lo cual sólo ha comenzado a ser compensada parcialmente en algunos países, mediante la mejoría de la educación.
Desde la Colonia
"No se pueden comprender los orígenes del problema de la desigualdad en la región sin hacer referencia al primer periodo de colonización de los siglos XVI y XVII", indica el informe. "Las raíces de la desigualdad en Latinoamérica yacen en el duro contraste inicial entre un pequeño grupo de dignatarios europeos que tenían poder sobre vastas extensiones de tierras y enormes recursos y una población consistente en trabajadores empobrecidos y subyugados o esclavizados."
El informe atribuye el hecho de que la desigualdad "persistiera en el tiempo", aun después de la independencia de los poderes europeos, "al protagonismo político de las elites y al gran poder de recuperación de las instituciones jerárquicas y no igualitarias sociales, culturales y políticas, que han evolucionado y se han adaptado según las necesidades de cada época".
De acuerdo con el Banco Mundial, para hacer frente a la desigualdad en América Latina, "además de acotar a los poderosos intereses económicos, políticos y sociales que la sustentan", se requiere construir instituciones políticas y sociales más abiertas, que permitan tanto a los grupos pobres como a los "subordinados", por ejemplo a indígenas y descendientes de africanos, lograr mayores niveles de protagonismo, participación y poder en la sociedad.
También, añadió, es necesario asegurar que las instituciones y las políticas económicas procuren mayor equidad, a través de una sólida gestión macroeconómica e instituciones equitativas y eficaces para resolver los conflictos. Además, planteó que debe aumentar el acceso de los pobres a servicios públicos y reformar los programas de transferencia de ingresos de modo que lleguen a las familias más pobres, incluyendo el uso de medidas que condicionen la asistencia de los niños y las niñas a la escuela y a los consultorios de salud.
Eliminar subsidios
Durante la presentación del informe en la Universidad Iberoamericana, Santiago Levy, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, manifestó que los programas de subsidios directos al consumo de productos básicos, como los que en México existían para el caso de la tortilla, mostraron su fracaso como instrumentos de reducción de las desigualdades.
Levy, quien fue encargado de las estrategias de combate a la pobreza durante el gobierno del ex presidente Ernesto Zedillo, dijo que los programas de transferencia de ingreso de manera directa a las familias pobres, como el Progresa u Oportunidades, son más efectivos para reducir la desigualdad social.
Sin embargo, dijo que en América Latina los programas como Progresa deben "ir más allá" y convertirse en "una modalidad de seguridad social", cuya operación esté claramente legislada y abarque a toda la población.
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